LA GRADA DE LOS LEONES

Una rosa para el gran sol

El Mundo, 25-05-2006

No sé si Ana Belén, en vez de hacer de florista de Madrid, debiera recitar Ricardo III delante de los leones de Ponzano. Las actrices ofrecían ayer rosas a los diputados; hubiera sido más eficaz rememorar la escena del deforme Ricardo gritando «mi reino por un caballo» y luego la lucha con Richmond y las palabras de éste: «Ha muerto el perro sanguinario».


Ana Belén y las otras actrices podrían pedir que se entierre a los muertos, que se perdone a los asesinos, con palabras de Shakespeare. «Enriquezcan el porvenir con la paz de liso rostro con sonriente abundancia». En la batalla de Bosworth se acabó el río de sangre, pero ésta no es una guerra de dinastías y va a tardar mucho para que las heridas sean cerradas.


Ya que las actrices daban ayer rosas, también deberían acordarse de los nuevos muertos, a los que les comen los ojos las gaviotas en la costa de Barbados, arrastrados por las corrientes que llevaron a las carabelas. Hay un genocidio diario que no podrá evitar la flota española, porque cuando se encuentren con los cayucos los parias hipotérmicos pedirán protección a nuestros barcos y les tendremos que auxiliar. Si se envía a la flota es para que la agonía les sea más leve, no para cañonearlos.


En una tarde de sobresalientes y monosabios, mantazos y rejoneos, se habló de emigración. No estaba Mariano Rajoy porque se había ido al entierro del padre de Javier Arenas; el presidente del Gobierno se fue enseguida y dejó a Jesús Caldera de sparring.Por la mañana, en el Senado, el presidente contestó a las preguntas de Pío García – Escudero, que le dijo: «Estamos ante la historia de un clamoroso fracaso. España sigue siendo un coladero y, en lo que va de año, de los 7.500 inmigrantes que han llegado a Canarias sólo se han repatriado 60 a Mauritania. Un año después de su ley tenemos más de un millón de nuevo ilegales». Por la tarde, en el Congreso, Angel Acebes recitó los asaltos multitudinarios a nuestras fronteras. Nadie cuenta los muertos, nadie les pone rosas en la mortaja del mar. «Dos mil emigrantes en una semana, 600 entran cada día por la Junquera y muchos más por aeropuertos».


Eduardo Zaplana le recordó a Caldera que hay más inmigrantes ilegales que nunca, y más de un millón de ellos condenados a la marginalidad. Y luego Zaplana le dio un puñetazo al hígado a Caldera. «Como se ve que el señor Zapatero no le quería hacer vicepresidente, tuvo la peor ocurrencia de todas: entregarle a usted a cambio la emigración».


El presidente anunció que se va a implantar el sistema europeo de vigilancia marítima electrónica. En los dos próximos meses, se iniciarán las acciones sobre las bases del artículo 13 del Acuerdo de Cotonou entre la Comisión y los 10 países prioritarios del Africa Subsahariana para la construcción con dinero europeo de un centro de recepción de emigrantes irregulares. La Comisión ha comprometido cinco millones de euros, dos correspondientes a los fondos para Mauritania; con ese fondo se pagarán dos de las cuatro patrulleras que se han enviado ya a Mauritania.


Rosas Blancas para la paz; ¿y las rosas para los muertos? Elvira Rodríguez, que fue ministra de Aznar, me dijo: «Sólo se las dan a los diputados de izquierdas. Lo siento que no me hayan ofrecido la rosa para ponerla en la tumba de alguna víctima».


A Zapatero sí le regalaron la rosa y él se la ofreció a una diputada antes de entrar en el Hemiciclo.

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