Una nueva oleada de inmigración china desembarca en la construcción
OBRAS RETRASADAS
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La Vanguardia,
24-05-2006
Llegan juntos en una furgoneta, con sus sacos de arroz y los woks con los que se hacen la comida en la misma obra y, al acabar la jornada, se van tal como han venido. Todos son chinos y sólo uno habla castellano, al que se contrata como traductor. Es una escena que se repite últimamente en los tajos de Catalunya.
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Según una jefa de obra de una gran constructora, “son los más rápidos trabajando en la construcción, hasta el doble que el resto, y en ocasiones se les contrata para acelerar obras atrasadas. En poco tiempo, los chinos le dan la vuelta a la situación y recuperan el tiempo perdido”. En zonas como Montcada i Reixac los chinos ya son mayoría trabajando.
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Toni Wong – de origen chino – tiene una constructora en la que trabajan 14 compatriotas. “Si tú cumples, la gente luego te busca”, dice Wong para explicar por qué cada día están más solicitados. Wong dice que sus empleados trabajan diez horas al día y si hace falta hacen horas extras los fines de semana. Según la responsable de obra antes mencionada, “hay una gran masa flotante, la mayoría vienen un solo día y al siguiente son otros distintos. Muchos han llegado de viaje el día anterior desde su país y al día siguiente ya están trabajando”. Su objetivo es ahorrar y traer a la familia.
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Esa disponibilidad total y su velocidad en el tajo han ocasionado más de un enfrentamiento con compañeros de otras nacionalidades, explica un empresario chino.
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Los sindicatos calculan que los chinos son el cuarto grupo étnico en la construcción en Catalunya después de marroquíes, latinoamericanos y pakistaníes. Fuentes próximas al Ministerio de Trabajo cifran en más de 5.000 los obreros chinos en la construcción en Catalunya.
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Lo más significativo es la extraordinaria velocidad con la que crece su número. De abril del 2005 a abril del 2006 la comunidad china pasó de ser la novena nacionalidad con más afiliados a la Seguridad Social en España a ser la sexta con 56.334, superando a países como Italia, Portugal o el Reino Unido.
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El profesor de la UAB, Joaquín Beltrán, explica que la creciente presencia de chinos en la construcción se debe a que su entrada masiva en los últimos años ha hecho imposible que sean absorbidos por “los nichos étnicos” tradicionales: empresas en las que la propiedad es de chinos como restaurantes, confección, tiendas de regalo. Por lo tanto, los inmigrantes han dado el salto a la industria y a la construcción.
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Los trabajadores de Toni Wong cobran entre 1.200 y 1.700 euros al mes en función de las horas extras que realizan. Pero no todos los empleados chinos se encuentran en esta favorable situación. Gregorio Chamizo, de CC.OO., señala que en septiembre del año pasado denunció a una empresa que había subcontratado a una china en la que todos los trabajadores eran de ese país y tenían la categoría de aprendiz. Su sueldo neto era de 644 euros al mes. CC.OO. prepara una denuncia conjunta contra las grandes constructoras por vulneración de las normas de seguridad laboral y salud en el trabajo cuando contratan a determinadas empresas chinas.
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Una importante constructora catalana afirma que el principal problema que se encuentran con este colectivo es que no siempre está claro que el trabajador reciba el sueldo que se le paga ya que suele haber intermediarios entre la empresa y el obrero, especialmente para ayudarle con el idioma. Alfredo Bienzobas, de CC.OO., dice que en la mayoría de los casos de la cuadrilla de trabajadores sólo uno habla castellano, lo que es terreno abonado para que los empleados sufran abusos. Para evitarlo, CC.OO. distribuye en las obras unas hojas en mandarín (idioma oficial de China) en las que figura el salario mínimo que deben cobrar. Además los trabajadores chinos sufren como el resto de extranjeros los problemas de la subcontratación en cadena.
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Desde UGT, Tino Rodríguez, afirma que tienen dificultades para relacionarse con los chinos y pocos o ninguno están afiliados. Rodríguez insiste en que suelen trabajar en cuadrillas y están muy controlados, hasta el punto de que les hacen la comida en la misma obra.
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Los sindicatos avisan de que en la construcción se dan muchos casos de violaciones de los derechos humanos. Ahora investigan a varias empresas propiedad de portugueses que emplean a trabajadores de sus antiguas colonias, como Angola o Mozambique, por sueldos míseros de 400 euros.
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