ESCAPADA

Biel, la ciudad suiza de los relojes donde se hablan 70 idiomas

Suiza Jueves, 11 julio 2019 - 02:11 Compartir en Facebook Compartir en Twitter Enviar por email Comentar Hogar de numerosas marcas relojeras como Rolex, Omega y Swatch, esta hermosa urbe helvética es famosa por una larga tradición en cuanto a inmigración. No en vano, conviven más de 120 nacionalidades.

El Mundo, , 11-07-2019

No tiene la fama de Zurich, Basilea o Ginebra, pero Biel/Bienne tiene un récord: ser la ciudad bilingüe más grande de Suiza. Situada en el cantón de Berna, basta deambular por sus calles para oír a personas hablar en francés y en alemán a la vez. Eso sí, en los dialectos de la región. No en vano, en Biel (50.000 habitantes) hay más de 120 nacionalidades y se hablan cerca de 70 idiomas.

Conocida como la metrópolis relojera por ser el hogar de numerosas marcas como Rolex, Omega y Swatch, también destaca por su gran diversidad arquitectónica, que exhibe estilos modernos y antiguos. Para poner un ejemplo, en la parte nueva de la ciudad, junto con los edificios del siglo XIX, es posible observar una preciosa vivienda de la Edad Media.

Boutiques entre las callejuelas de la parte histórica.
Quien quiera descubrir la esencia de Biel tiene que visitar la zona vieja. Con plazas pintorescas y casas del estilo rústico, sus viviendas, grandes y bien conectadas, estaban dotadas antaño de cuevas subterráneas que se solían utilizar para almacenar el vino. Muchas casas se asoman a Place du Ring, la plaza donde se levanta la iglesia reformada de Biel, consagrada al San Benito de Nursia y considerada como la segunda más importante del cantón, detrás de la catedral de Berna.

RUTA CULTURAL
El itinerario sigue en la zona inferior de la ciudad antigua. Al dejar a las espaldas las imponentes arcadas de la plaza principal, es posible divisar viviendas estrechas de tres plantas con tienda incluida. ¿El motivo? Durante un tiempo pertenecían a los mercaderes y constaban de una boutique y de un atelier.

Una de las plazas del casco antiguo.
Además de darse un paseo turístico por el casco histórico, Biel propone varias actividades como subir con la funicular a las montañas o realizar una ruta cultural por los museos. El NMB (Neues Museum Biel), el de historia, arte y arqueología, y el Centre d’art Pasquart (de arte moderno) son dos paradas obligatorias.

NATURALEZA PURA
También sobran motivos para visitar el lago y subir a bordo del barco que conecte Biel con la isla St. Petersinsel. Las vistas espectaculares a los parajes naturales hacen del recorrido una experiencia a repetir una y otra vez. Sobre la tierra firme, en medio de la naturaleza, entre largas extensiones de prados verdes, se localiza el Klosternhotel St.Petersinsel, un lujoso hotel restaurante. Comer en su interior equivale a ser dama o marqués por un día. Con elegantes mesas y salas con vistas espectaculares, propone platos frescos y refinados. El tiramisú y los helados son uno de su punto fuerte.

Los alrededores de la ciudad son perfectos para practicar kayak.
La atmósfera tan silenciosa como mágica de ese entorno encantado enamoró incluso Jean-Jacques Rousseau. El célebre filósofo suizo se hospedó algunos días en este lujoso resort durante el otoño de 1765. Eso sí, disfrutando de la estancia en una habitación con vista al lago.

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