Magreb

Sáhara Occidental: un conflicto que late sin guerra pero sin paz

La dimisión, el 23 de mayo, del último enviado especial de la ONU vuelve a estancar las negociaciones entre Marruecos y el Frente Polisario

El Mundo, Rosa Meneses, 12-06-2019

“La obsesión por cerrar el Sáhara Occidental a los ojos externos ya empezó en el tardofranquismo. Entre 1970 y 1973, todo lo concerniente al Sáhara Occidental fue considerado secreto oficial”, recuerda el periodista Pablo Ignacio de Dalmases, quien fuera director de ‘La Realidad’, primer y último diario español editado en el Sáhara Occidental. El periódico fue cerrado y Dalmases destituido fulminantemente por haber publicado la noticia de que España y Marruecos iban a acordar la entrega del Sáhara al Gobierno de Rabat, traicionando los compromisos que Madrid había manifestado ante Naciones Unidas y el pueblo saharaui.

Dalmases intervino ayer en la presentación del informe de Reporteros Sin Fronteras’Sáhara, un desierto para el periodismo’, el primer trabajo sobre la libertad de prensa en este territorio y en el que se denuncia la terrible represión contra los periodistas y todo aquel que denuncia los abusos contra los derechos humanos.

España dejó pendiente de descolonizar el enclave y, en lugar de celebrar el referéndum de autodeterminación que había anunciado en 1974, firmó los Acuerdos Tripartitos de Madrid el 14 de noviembre de 1975, por los que cedía la administración del territorio, que no la soberanía, a Marruecos y Mauritania. Ocurrió tras la Marcha Verde, la maniobra que escenificó Hasan II para forzar a España la entrega de su colonia, con Franco agonizante.

Los saharauis, aglutinados en el Frente Polisario, rechazaron la ocupación y se enfrentaron a marroquíes y mauritanos en una guerra de la que Nuakchot se retiró derrotada en 1979. Decenas de miles de personas huyeron hacia el desierto para escapar del conflicto y establecieron los campamentos de refugiados de Tinduf, en territorio argelino. Allí subsisten hoy, en una situación muy vulnerable y dependientes de la ayuda internacional, unas 175.000 personas. Mientras, muchos saharauis permanecieron en su tierra, bajo ocupación. La política de “marroquinización” del enclave, con el fin de diluir a la población local con miras a cambiar el balance de un eventual referéndum, ha dado la vuelta a la demografía y hoy la población saharaui está en minoría, lastrada por el desempleo y la pobreza.

El área con más minas antipersona del mundo

En los años 80, Rabat construyó un muro de cerca de 2.700 kilómetros cuadrados que corta el desierto para asegurar el Sáhara útil y contener militarmente al Polisario. Es el muro más extenso del mundo y el área con más minas antipersona del planeta. En 1991 se firmó un cese el fuego entre el Polisario y Marruecos, bajo los auspicios de la ONU. Se creó la MINURSO, la Misión de la ONU para un Referéndum en el Sáhara Occidental, que tiene como cometido precisamente preparar la votación y observar que se cumple el alto el fuego. Es la única misión de Naciones Unidas que no tiene un componente de monitorización de la situación de los derechos humanos.

Desde los años 90, tanto los saharauis refugiados en Tinduf como los que viven bajo la ocupación de Rabat, aguardan una solución, sin guerra pero sin paz, que ni Naciones Unidas ni las potencias influyentes en la zona (España y Francia) han facilitado. El último enviado especial de la ONU para el Sáhara, Horst Köhler, dimitió el pasado 23 de mayo tras una fallida ronda de negociaciones.

“Marruecos maneja tres temas absolutamente estratégicos para España: la inmigración, la pesca y la presión en torno a Ceuta y Melilla. La gestión del conflicto del Sáhara que ha hecho España desde su retirada ha sido desastrosa, pero hay que reconocer que con esas tres herramientas de presión marroquíes lo tiene realmente difícil”, destaca Dalmases.

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