Casado confía en recuperar parte del voto migrado a Vox

Albert Rivera insiste en no oponerse a la designación de Iceta como Senador, pero anuncia su voto negativo para que presida el Senado

El Periodico, , 15-05-2019

“Hay partido” aún para los comicios del 26 – M y “tenemos buenas vibraciones”, ha repetido el presidente del PP, Pablo Casado, este miércoles ante los periodistas en la Pradera de San Isidro, donde, como cada año, tienen lugar las celebraciones del día del patrón de Madrid.

Y, pese a lo que vaticinan diversas encuestas, fuentes de la dirección del Partido Popular insisten en esa versión optimista. Casado y su “equipo nuevo” han llegado a la conclusión de que Vox está perdiendo fuelle, y confían en el desistimiento del votante de la formación de ultraderecha para mejorar los resultados electorales el próximo 26 de mayo.

Están seguros de que el partido de Santiago Abascal perderá parte de los 1,3 millones de votos que – según calculan – arrebató al PP, si bien no alcanzan a calibrar si muchos o pocos de esos votos volverán a candidatos populares o se irán a la abstención. 

Las causas han sido las tres ‘C’ a las que ya en otras ocasiones, el Dos de mayo sin ir más lejos, ha achacado Casado su derrota: crisis, corrupción y la gestión del problema de Catalunya.

A su parecer, la campaña electoral que llevó a cabo para el 28 – A ha sido la correcta. Para el PP "es una tormenta perfecta, y no la gobernaría ni quien llevara navegando en el barco cuatro años", ha dicho el líder popular a sus cercanos. 

Casado, y también su competidor Albert Rivera, se han dejado ver en la pradera de San Isidro de Madrid. El baño de multitudes en la fiesta del patrón de Madrid se ha tornado para los políticos en rito, que ven más obligado los de la derecha que los de la izquierda, desde que las municipales y muchas autonómicas rondan los finales de mayo.

Rito obligado e incómodo, al menos esta vez, y no solo por la calorina implacable de Madrid a estas alturas de año: los dos líderes de la derecha han sido escrachados en la verbena por un grupo de 40 activistas de la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH), que les gritaron e insultaron a la salida del recinto.

Pero no podían dejar de pasar por Madrid. Especialmente Casado, que se juega en la Villa buena parte de su liderazgo. Madrid era el puesto que le tenía pensado dar Mariano Rajoy y del que se emancipó; Madrid es donde ha sufrido la mayor desafección, la del expresidente Ángel Garrido, escapado a Ciudadanos en plena campaña; y Madrid es donde ha hecho su apuesta más arriesgada, la candidata Isabel Díaz Ayuso, su amiga, amamantada como él por Esperanza Aguirre, y que ha vuelto a quejarse este miércoles de que los medios “le dan la vuelta” a las cosas que dice.

Tanto Casado como Rivera han trufado sus apariciones de referencias a Catalunya. Pablo Casado ha resumido la situación política asegurando que en las Cortes "entran unos presos que han dado un golpe de Estado y que quieren instrumentalizar el Parlamento para seguir con su hoja de ruptura", ante “un gobierno en funciones que sigue queriendo congraciarse con ellos, proponiendo a Iceta, el de los referéndums, el de las consultas, el de los indultos, para presidente del Senado. O no haciendo nada para acabar con la ilegalidad de la Generalitat”.

En opinión del líder del PP, el socialista Miquel Iceta no “es el mejor candidato a presidir una cámara legislativa que, según vayan las cosas, tendría que aprobar la aplicación del artículo 155”.

Albert Rivera, por su parte, ha asegurado que Ciudadanos no bloqueará la designación de Iceta como senador por el Parlament, aunque luego, en el Senado – “que es donde hay que votarlo”, ha dicho – , se opondrán a su elección como presidente de la Cámara Alta. En su opinión, "Iceta representa el privilegio que el PSOE quiere conceder a los nacionalistas".

Había dos referencias en catalanas en la gran feria de Madrid. Abajo, a la entrada, dos líderes de la derecha centrando en Catalunya sus declaraciones on the record. Arriba, en una explanada verde, la colla castellera de Madrid, formada por cien socios del Cercle Catalá, montando un castell cuya anxaneta llevaba en su casco la senyera y la bandera roja de las siete estrellas.

El público capitalino aplaudía sentado en círculo, entre hierba, manteles y bocatas de calamares. La política le es indiferente al decano de la colla, Josep María Cuscó, de 79 años, natural de Vilafranca del Penedés, que se aficionó a los castells en Madrid, “ya ve usté”, decía sudoroso y alegre, con un acento más castizo que un madroño.

A solo unos metros pradera abajo, Casado ha tenido ocasión de saludar a la alcaldesa Manuela Carmena, durante la misa que ha oficiado el cardenal arzobispo de Madrid, Carlos Osoro. Para Rivera ha sido mejor no cruzarse con ella, pues minutos antes del comienzo de la ceremonia, calificaba al gobierno municipal de “guirigay” que “está más a gusto con los okupas y los manteros que con las familias a las que les ocupan la vivienda y los comerciantes”.

Rivera se ha paseado del brazo de la aspirante a alcaldesa Begoña Villacís  – a un dos días de salir de cuentas en su embarazo más ajetreado – y el aspirante a presidente madrileño Ignacio Aguado. Tras sufrir el escrache de los de la PAH, Villacís ha culpado del incidente a “los amigos de Carmena y Colau”.

Ha sido el momento agrio del día, en una jornada en la que los candidatos madrileños trataban de mostrarse muy gatos. Hasta Íñigo Errejón ha lucido parpusa, la gorrilla a cuadros, al igual que el candidato del PP a la alcaldía, José Luis Martínez – Almeida, la candidata autonómica de Podemos, Isabel Serra, o el número dos de Vox, Javier Ortega – Smith. El candidato socialista a alcade, Pepu Hernández, ha ido incluso más allá en su entrega: ha bailado un chotis con una reportera y se ha metido entre pecho y espalda un bocadillo de gallinejas.

Acabados los festejos de la mañana, una multitud bajaba por la cuesta de la Ermita del Santo, paralela al hermoso cementerio romántico de San Isidro. Entre la gente, un grupo de monjas misioneras de la Caridad, la orden de Santa Teresa de Calcuta, comentaba el colorido de la fiesta. Y una preguntó:

- ¿Carmena ha ido a la misa?

- Sí – le contestó una de sus hermanas.

- ¿Y la habéis visto rezar?

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