Seis detenidos por secuestrar con amenazas y palizas a menores marroquíes tras traerlos a España

Raptaban a los chicos de centros de Cádiz para trasladarlos a Almería, donde les encerraban a la espera de que sus padres pagasen

El País, Jesús A. Cañas , 12-04-2019

La historia de este secuestro tiene tres escenarios, tres tiempos, pero los mismos actores. En un lado, a unos supuestos narcos reconvertidos a la trata de personas. En otro, a niños marroquíes deseosos de huir de su país. El relato arranca en un viaje pagado en patera. Recala en una falsa promesa formulada en esa plazoleta o calle frente a un centro de menores cualquiera de la provincia de Cádiz. Termina en un calvario de amenazas y palizas en un garaje sin ventanas de La Mojonera, un pueblo almeriense de invernaderos, donde la libertad solo llegaba previo pago de 500 euros.

De las víctimas poco se sabe, más allá de que son algunos de los menores extranjeros no acompañados que han llegado a las costas de Cádiz entre 2017 y 2018 y para los que la tutela que la Junta de Andalucía y la Fiscalía de Menores deben ejercer sobre ellos no fue suficiente. De los secuestradores que han participado en este rapto continuado, la policía ha confirmado este jueves la detención de seis individuos -tres en Cádiz y tres más en Almería- el pasado 19 de marzo, cuando no tenían a ningún joven retenido, pero la posibilidad de que volviesen a hacerlo aconsejó actuar “para evitar males mayores”, según asegura uno de los investigadores.

“Existe un incremento de la trata de menores. Las organizaciones que se dedicaban al tráfico de drogas se han reconvertido. Sus maneras de actuar son de personas especializadas en crimen organizado”, reconoce este mismo agente, cercano a una investigación desarrollada por la Unidad Central de Redes de Inmigración Ilegal y Falsedades Documentales (UCRIF) de Madrid, Algeciras, Algeciras, Almería y Granada. Fue, precisamente, en esta última provincia donde la investigación comenzó cuando una mujer de origen marroquí detectó en el verano de 2018 a tres compatriotas menores en situación de desamparo.

Los tres jóvenes habían sido víctimas de una mafia de tráfico de personas que comenzó al otro lado del Estrecho de Gibraltar y culminó tras un agresivo secuestro en Almería. Las familias de los tres chicos habían recurrido “a un entramado criminal que de manera profesional se dedicaba con continuidad en el tiempo a captar menores en Marruecos”, según explica la policía. Una vez que conseguían que los padres pagasen un importe que solía variar, trasladaban a los menores a Tánger y, de ahí, los embarcaban en una patera que llegaba a las costas de Cádiz.

De palabra, el acuerdo terminaba con el transporte hasta España. De facto y sin el consentimiento de las familias, se convertía en un secuestro que solo culminaba si volvían a pagar 500 euros, unos 5.000 dirhams. Ya en Cádiz, los miembros de la banda les localizaban nada más desembarcar de la patera. Pero si los chicos eran interceptados por Salvamento Marítimo o las Fuerzas de Seguridad, les buscaban y acudían a los centros de menores a los que eran trasladados para llevárselos.

“Les captaban diciendo que los iban a llevar a un sitio mejor. Les engañaban vilmente”, explica el mismo investigador. Sin embargo, el artificio terminaba justo en el momento en el que eran conducidos a Almería. Allí, en La Mojonera les encerraban en un local sin ventanas, amparados en la discreción que les proporcionaba el trasiego de jornaleros necesarios para el mar de invernaderos de plástico que rodea al pueblo. Para amedrentar a los jóvenes, les amenazaban con que en caso de no ser materializarse el pago, morirían o serían empleados para el tráfico de órganos.

“Eran palizas constantes y amenazas de muerte”, asegura el agente. Y hasta que el colaborador que la mafia tenía en Marruecos no recibía el pago las vejaciones no cesaban. Para la policía, ambas realidades demuestran el importante grado de peligrosidad y de profesionalización que la red había alcanzado en los más de dos años de andadura y perfeccionados tras su tiempo dedicados al tráfico de hachís.

“La criminalidad ni se crea ni se destruye, se reconvierte”, matiza el investigador. Ese perfeccionamiento explica que la banda incluso se lanzase incluso a secuestrar a menores traídos por otras mafias o llegados de otra forma. O que incluso contasen con un sicario que se encargase de ajustar cuentas con otras organizaciones que se atrevían a entrar en contacto con sus menores. “Les trataban como paquetes de drogas para decir ‘este es tuyo y este es mío”, reconoce el investigador.

El pasado 19 de marzo la policía decidió precipitar la caída de esta mafia. Consiguió detener a seis personas: tres en Almería (tres), tres más en Cádiz (en la capital, La Línea de la Concepción y Jerez de la Frontera, respectivamente). De ellos, cuatro han ingresado en prisión. Además, los agentes han localizado material asociado a la contabilidad de los pagos que debían realizar los familiares, dinero en efectivo y varios terminales telefónicos en dos registros efectuados en El Ejido (Almería).

Ahora, la policía da por desarticulada esta rama de la mafia, aunque tiene claro que otras vinculadas a ella y al tráfico de personas siguen operando. El enfrentamiento, con sicarios de por medio, con otra organización da señales de ello. La presencia de cobradores o de otros grupos que ofertan en viajes en Marruecos, también. “La rama está desmantelada, pero funcionan otras”, remacha el agente en tono de advertencia.

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