Bush defiende el envío de 6.000 soldados a la frontera, pese a las críticas en EE.UU. y México

La Voz de Galicia, 17-05-2006

Con su popularidad cayendo en picado y en un intento por contentar a los sectores más conservadores del Partido Republicano en la recta final del debate sobre la reforma de las leyes migratorias, George W. Bush defendió ayer el envío de 6.000 soldados de la Guardia Nacional a la frontera con México, pese a una lluvia de dudas y críticas sobre su eficacia.

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Desde la solemnidad del Despacho Oval, el presidente se dirigió al país por televisión y en horario estelar el lunes por la noche (madrugada de ayer en España) para exponer su visión sobre este caliente tema, intentando ofrecer una posición mixta: refuerzo de la seguridad fronteriza y al mismo tiempo establecer un programa de trabajadores temporales. Pero no convenció a los partidarios de uno y otro extremo.
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Con los ánimos encendidos y el debate polarizado. Bush reiteró su postura y aprovechó para hacer un guiño a los más reaccionarios, que desde las filas de su propio partido le acusan de no hacer lo suficiente para garantizar la seguridad en las fronteras y para evitar el paso de los «espaldas mojadas».
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Consciente de ello, y de que son los mismos que le han retirado su confianza, reconoció que «Estados Unidos no tiene el control total de sus fronteras» por lo que anunció el envío a los 3.200 kilómetros que comparte con México de 6.000 miembros de la Guardia Nacional que estarán allí en principio por un año apoyando en tareas no policiales a la patrulla fronteriza.
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Para tranquilizar a su vecino del sur y principal socio comercial, el tejano dijo que esta decisión no debe ser vista como la «militarización» de la frontera. «México es nuestro vecino y nuestro amigo», indicó.

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México y California

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Desde México, su canciller Luis Ernesto Derbez, rechazó que el envío de tropas sea un «acto hostil» pero anunció que si la Guardia Nacional actúa de forma directa contra los inmigrantes lo denunciarán ante la justicia ordinaria de EE.UU.

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Los gobernadores de dos estados fronterizos con México, California (oeste) y Nuevo México (suroeste) expresaron sus dudas sobre la efectividad del despliegue militar, sin previa consulta.
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«Me temo que pedirle a la Guardia Nacional la protección de la frontera de nuestro país es sólo una medida de paños fríos y no una solución permanente como hace falta», dijo el gobernador de California, el republicano Arnold Schwarzenegger.
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Por otro lado, Bush reiteró su apuesta por articular un programa de trabajadores temporales que permita el ingreso en el país de mano de obra necesaria pero que una vez cumplido su contrato regresen a sus países, lo que es visto como insuficiente por los inmigrantes e inaceptable por el ala conservadora del Partido Republicano. ¿Y con los millones de «sin papeles» que ya están en suelo estadounidense? Bush se mostró partidario de una solución intermedia: ni deportarlos ni darles el pasaporte de forma automática, si no fijar condiciones para que puedan optar a la ciudadanía.

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