El ala más dura de los republicanos rechaza la generosidad de Bush con los 'sin papeles'

La Vanguardia, 17-05-2006

- La generosa actitud del presidente George W. Bush hacia la mayoría de los inmigrantes indocumentados fue acogida con rechazo por los congresistas republicanos más duros con los sin papeles,así como por algunos líderes mediáticos que agitan el debate. Varios de ellos denunciaron las propuestas de Bush, hechas en la noche del lunes en un discurso televisado, como una amnistía encubierta que no atajará el problema.
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Así Dana Rohrabacher, republicana californiana en la Cámara de Representantes, se mostró “muy decepcionada”. Rohrabacher acusó a Bush de agitar el fantasma de las deportaciones – el presidente cree inviable expulsar del país a millones de personas instaladas desde hace años – para contraponerlo al perdón generalizado.
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Bush quiso presentarse como el conciliador, el partidario de un “racional término medio”. Por eso propuso reforzar la frontera de manera temporal con 6.000 guardias nacionales, además de otras medidas, mientras se mostraba partidario de legalizar gradualmente, y bajo condiciones, a los sin papeles con raíces en Estados Unidos (la mayoría de los 12 millones de ilegales).
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Pero este razonamiento no caló entre sus correligionarios más recalcitrantes, que son muchos. “Si están aquí ilegales y los conviertes en legales, eso es una amnistía”, subrayó Rohrabacher en un debate televisado. Varios republicanos influyentes en la discusión, como Tom Tancredo y otros, coincidieron en esta apreciación de la amnistía.
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Bush hizo un difícil ejercicio de equilibrio. Según el primer sondeo, sus ideas gustaron a una gran mayoría. Al hablar desde la solemnidad del despacho Oval, elevó el tema migratorio a la misma categoría de prioridad nacional que la guerra de Iraq. Por cierto, vinculó ambos asuntos al final de su alocución cuando habló de un soldado de origen mexicano que resultó herido en Iraq y a cuyo juramento como nuevo ciudadano estadounidense él asistió. El mensaje implícito fue que si los inmigrantes defienden a Estados Unidos en la guerra, no se les puede negar la plena integración. Ayer, Bush insistió en que “somos una nación de inmigrantes” y que dar la bienvenida a nuevos conciudadanos “nos ayuda a restaurar nuestra alma”.
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En las áreas fronterizas, hubo una reacción desigual. Se aplaudió el reforzamiento con la Guardia Nacional, pero se expresó temor de que se conviertan en zonas de guerra.Los grupos antiinmigrantes, como las milicias Minuteman, se opusieron a la blandura de Bush. Por el contrario, las asociaciones humanitarias querrían más generosidad.
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La actitud de Bush se explica por su experiencia como gobernador de Texas y su contacto constante con inmigrantes mexicanos, en la escuela pública a la que asistió de adolescente, como empresario petrolero, como propietario de un club de béisbol y hasta en su propia familia. Su cuñada, la esposa de Jeb Bush, gobernador de Florida, es mexicana.
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