REPORTAJE

De la patera a la pantalla

El Periodico, 16-05-2006

Junto con otros inmigrantes indocumentados, Félix espera escondido en un bosque la llegada del camión que le conducirá hasta un país del norte de Europa. El periplo durante los últimos años de este joven ghanés no ha sido fácil. A sus espaldas quedan un largo camino lleno de vicisitudes a través del desierto, por varios países del norte de África, y una peligrosa travesía en patera por el estrecho de Gibraltar.
La historia forma parte del guión de una película que se terminó de rodar hace una semana en la comarca de Osona, en los municipios de Vic y de Tavèrnoles. Se trata de una producción belga y holandesa, con un reducido presupuesto de 350.000 euros, que se estrenará en las salas comerciales, probablemente con el título de Suecia. El filme aborda sin complejos un tema recurrente en las sociedades modernas: la confrontación cultural entre la población autóctona occidental y los inmigrantes llegados de países remotos.

BARBACOA EN GHANA
En la ficción, un grupo de holandeses intelectuales y adinerados – – “un poco pijos”, según el productor Paul Van Esch – – se instala de vacaciones en una casa ubicada en un bello paraje natural para descansar, leer, preparar barbacoas, bañarse en la piscina y tomar el sol. La calma se convierte en conflicto cuando una de las chicas descubre a un ghanés durmiendo en el jardín.
La película presenta algunas singularidades que la diferencian de otras producciones. Con la excepción del personaje de Félix, a quien da vida un estudiante de origen africano nacido en Vic, los inmigrantes que se esconden de la justicia están interpretados por ghaneses que viven y trabajan en Osona y conocen de primera mano el encontronazo que supone llegar a una sociedad desconocida y hostil. No son actores profesionales y, de hecho, fueron contratados en plena calle.
“Todos tienen una historia diferente para explicar que encaja en el argumento de la película”, apunta Van Esch. Por ejemplo, Joseph Acquant, que trabaja en una fábrica de tapones de perfumes, llegó a España en patera tras un recorrido de tres años a través de Níger, Libia, Argelia y Marruecos. “Tuve que utilizar el poco dinero que tenía para pagar a las mafias. En la travesía sufrimos hambre y sed y tuvimos que beber agua salada. Algunos compañeros cayeron al mar y murieron. Fue terrible – – recuerda Joseph – – . Y cuando llegas, ¿qué encuentras? No hay trabajo, no conoces a nadie… Si hubiera sabido lo que me esperaba, me quedo en casa”.
Experiencias como la de Joseph sirvieron para confeccionar algunas partes del guión. “Queríamos mezclar la realidad con la ficción – – apunta la directora, Margien Rogaar – – . De esta manera, la verdad se introduce en el argumento y la película se convierte en una especie de documental”. Según Van Esch, estos actores no profesionales aportan además “naturalidad” a unas secuencias que, de un modo u otro, ellos ya han vivido. Su condición de aficionados no supuso excesivos problemas, aunque hubo que organizar los horarios. “Muchos trabajan en empresas cárnicas de la zona y tuvimos que adaptar los rodajes a los fines de semana”, explica el productor.
La película muestra los problemas de convivencia que surgen entre los turistas holandeses y los inmigrantes africanos. Las buenas intenciones de unos y otros derivan en un conflicto cultural que los muestra como dos grupos que han llegado a Catalunya con unos objetivos antagónicos: unos quieren descansar y otros solo piensan en trabajar.
“Nos entusiasmó la historia – – explica Charles, uno de los actores ghaneses – – . A muchos blancos no les gustan los negros. Y todos somos iguales, ¡somos hermanos!” “Nuestro objetivo era reflejar cómo los occidentales vemos a los africanos y cuestionarnos nuestra propia mentalidad – – dice Walter Bart, guionista y actor – – . Y para ello teníamos que mostrar las diferentes reacciones del grupo ante un repentino e inesperado encuentro”.

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