Frontex vaticina que España recibirá este año más inmigrantes irregulares

La agencia comunitaria estima que el Mediterráneo Occidental se ha convertido en la ruta "preferida" para entrar a Europa

El País, Álvaro Sánchez, 20-02-2019

El Gobierno español ha desplegado en los últimos meses importantes esfuerzos diplomáticos para que la Unión Europea ayude a Marruecos a contener la salida de inmigrantes de su territorio. Esa presión se ha traducido en 140 millones de euros de Bruselas rumbo a Rabat para la gestión de fronteras —muy inferior, eso sí, a los 3.000 millones desembolsados a Turquía—. Pero el dinero puede no ser suficiente para cortar en seco las llegadas. En un informe publicado este miércoles en Bruselas, Frontex cree que la ruta del Mediterráneo Occidental se ha convertido en la puerta de entrada preferida para los migrantes subsaharianos, y “pueden liderar un nuevo récord de llegadas a España”, si bien no cuantifica ese repunte.

La agencia europea de fronteras justifica esa previsión en las cifras de detenciones y la menor peligrosidad del camino frente a otras vías de salida como Libia, más lenta e insegura. El inicio de año refrenda esa idea. Si en 2018 más de uno de cada tres inmigrantes irregulares que llegaron a la UE lo hicieron a España, la tendencia se ha recrudecido en enero, cuando acaparó la mitad de toda la inmigración del club comunitario gracias a dos líneas que siguen rumbos opuestos en la gráfica: hay muchos menos inmigrantes irregulares llegando a la UE, y más a España.

El papel de Marruecos aparece clave para evitar futuras crisis. El director ejecutivo de la entidad, Fabrice Leggeri, recordó que Rabat está bajo presión y parte de los que llegan al país lo hacen para quedarse allí, y ensalzó su labor en el control de la salida de irregulares. “Los números dicen que las autoridades marroquíes interceptan muchos intentos de cruzar ilegalmente”.

El responsable de Frontex resaltó que ahora mismo no existe una crisis migratoria en Europa. Y sus cifras lo avalan. A los Veintiocho entraron 150.114 inmigrantes irregulares en 2018, frente a los 204.750 del año anterior, un 27% menos. Y el ejercicio anterior ya habían caído un 60%. La diferencia con el pico más alto de la crisis migratoria de 2015 es abismal: han caído un 92% desde entonces. A pesar de ello, la agencia cree que la presión migratoria “sigue siendo relativamente fuerte en las fronteras exteriores de la UE”.

La moderación general contrasta con el empeoramiento de las llegadas por mar a España, que registró el pasado ejercicio, por segundo año consecutivo, las cifras más elevadas de toda la serie. Las entradas por mar a la España peninsular subieron un 157% hasta las 55.307, mientras que por tierra cayeron un 10% para situarse en 1.337. El 9% del total de todos ellos eran menores. En las islas Canarias el ascenso fue más vertical: prácticamente se triplicaron las llegadas, al pasar de 421 a 1.531, pero los datos siguen muy lejos de la llamada crisis de los cayucos de 2006, cuando arribaron 31.678 inmigrantes a sus costas.

El desplome de las llegadas a Europa —en mínimos de cinco años—, y la tendencia opuesta hacia  España, han convertido la ruta con origen en Marruecos en la más transitada para acceder a la UE por primera vez desde que Frontex recopila datos homogéneos (2009). El documento señala que si bien la mayoría de los que tratan de acceder al continente por ese camino provienen de países del África subsahariana, en los últimos meses se ha detectado un aumento de marroquíes. Y fueron la principal nacionalidad seguidos de guineanos, malienses y argelinos.

Leggeri advierte de que la menor peligrosidad de la ruta migratoria por España es una percepción muchas veces errónea. Así lo corroboró la Organización Internacional para las Migraciones el pasado mayo, cuando calculó que los naufragios en el Estrecho se cobra la vida de una de cada 29 personas, frente a la tasa de una de cada 36 en el Mediterráneo Central.

Italia, el país que ha convertido la gestión de la inmigración en un punto caliente del debate político, choques con Bruselas incluidos por negarse a desembarcar en sus costas a inmigrantes rescatados, vio descender el pasado año el número de llegadas un 80%, de 118.962 a 23.485, la mayoría procedentes de Túnez, Eritrea y Sudán.

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