¡Vota Idoia!

Y por qué no se presenta el 28-A alguien como Idoia Moreno, sanitaria de Médicos sin Fronteras en el Congo y Lesbos. Yo la votaría

El Periodico, , 17-02-2019

Idoia Moreno es una treintañera cargada de energía, con un piercing en la nariz, pinturera, y aspecto de poder comerse el mundo. Pero lo cierto es que ha estado a punto de ocurrir al revés: que el mundo se la comiera a ella. Idoia regresó antes de Navidad del campo de refugiados de Moria, en Lesbos, y aún se recupera de las secuelas que le provocó estar siete meses al frente de la clínica pediátrica que Médicos sin Fronteras tiene instalada allí. Clínica pediátrica, por cierto, es una forma muy generosa de denominar un grupo de tiendas de campaña con el equipamiento mínimo para prestar asistencia.

La primera vez que hablé con ella hace meses me contó que acababa de coser las muñecas a una niña que había intentado suicidarse; y que eso ocurría con cierta frecuencia tanto en jóvenes como en adultos porque las condiciones de vida son infernales. La existencia de un baño por cada cien personas es solo un pequeño detalle de cómo transcurre el tiempo en Moria, un campo con capacidad para 2.000 refugiados, pero donde se hacinan entre 6.000 y 10.000 desde que entró en funcionamiento.

Idoia estuvo el otro día en la radio, en La ventana, y nos recomendó que no utilizásemos esa expresión de “campo de refugiados”; “son campos de concentración  – clamó –  instalados por la Unión Europea”. Nos habló de secuestros, de violaciones, de torturas, de cómo los guardacostas libios  – pagados, según ella, por el Gobierno italiano – les quitan en alta mar los motores a las barcazas que transportan migrantes, de cómo los traficantes les ponen una pistola en la cabeza a los que dudan antes de iniciar la travesía y de cómo la mitad de los que se han ahogado en el Mediterráneo durante los últimos meses son, precisamente, niños.

Creo que para ella la entrevista tuvo algo de terapéutico porque las historias, los datos y el cabreo le salían a borbotones. “Lo peor, lo que no puedo entender – se lamentaba – es que todo eso esté ocurriendo a solo dos horas de avión”. Si alguien piensa que este es el relato de una tierna jovencita, quebrada por la cruda realidad, ya se lo puede ir quitando de la cabeza. Idoia llegó a Lesbos bregada por varios años de trabajo como enfermera de MSF en el Congo, donde no hace falta recordar cuál es el panorama de violencia y miseria. Pero tanto a ella como a sus colegas les desmonta todos los esquemas el hecho de que esa vergüenza tenga por escenario la misma Europa en la que vivimos y de la que – ¿por cuánto tiempo? – nos sentimos tan orgullosos.

Como a las pocas horas de esa conversación se anunció la convocatoria de elecciones generales, como tenemos otras tres en el horizonte y como habrá quien vomite invectivas o maledicencias contra esta tribu de desheredados para sacar provecho, pensé: ¿Y por qué no se presenta alguien como Idoia? Yo la votaría, seguro.

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