El arte de la integración

Un colegio de Portugalete desarrolla un programa para educar en la tolerancia a través de la música

El Correo, 19-02-2006

JOSÉ DOMÍNGUEZ/BARAKALDO

La música puede amansar a las fieras, pero también tiene cualidades terapéuticas y educativas. El colegio público Virgen de la Guía de Portugalete ha sabido exprimir todas sus esencias y se ha sumergido en una innovadora aplicación que combina tonos y melodías con otras artes como el teatro, la danza o la plástica. El objetivo no es otro que favorecer la integración del alumnado de la escuela, marcado por la diversidad étnica. La dirección del centro, el único de la margen izquierda que ha puesto en práctica este programa, pretende inculcar en los niños valores de respeto y tolerancia hacia otras culturas y costumbres.

El Virgen de la Guía ha introducido en su plan de estudios el proyecto MUS-E, impulsado en todo el mundo por la fundación Yehudi Menuhin. Esta iniciativa emplea artistas profesionales para desarrollar en los colegios un trabajo pedagógico que favorece la participación activa del niño. Su aplicación potencia la creatividad del menor, refuerza su autoestima y favorece la expresión de su personalidad. Además, mejora la visión del entorno escolar y, sobre todo, previene la violencia, el racismo y fomenta la tolerancia y el encuentro entre las distintas culturas.

Yolanda Bustillo es la encargada de impartir las clases de teatro, y lo hace con tal soltura que ha enganchado a sus pupilos. Una simple pluma y un parasol le bastan para montar una trama en toda regla, y para que sus alumnos se mueran de risa. «¿Qué calor!», susurra la pequeña Ana. «¿Me voy a achicharrar!», le implora Rober, un guineano de seis años que sueña con ser policía. «Comparte conmigo la sombrilla y vamos de paseo», le invita su compañera.

Todos iguales

Los niños no se cansan de repetir la escena y trufarla con todo tipo de improvisaciones, desde incorporar a nuevos personajes hasta imitar a un perro faldero. «Se acostumbran a trabajar juntos y a valorar las cualidades de cada uno, a respetarse y a tener más libertad», subraya Yolanda. «Los chavales se desinhiben, se hacen amigos y disfrutan; algunos tienen dificultades para hablar castellano, ¿pero en esta actividad se sienten completamente iguales al resto!», subraya María José Madaras, coordinadora del proyecto.

El director de la escuela, Macario González, recuerda que la fundación Yehudi Menuhin le propuso el programa al conocer las circunstancias del centro. «Desde hace cinco años tenemos muchos alumnos de otras culturas e idiomas y debíamos adaptarnos a la nueva situación», señala. Según afirma, los resultados ya se dejan notar en niños como Larvi.

Argelino de siete años, es uno de los más avispados en el modelado de la arcilla para elaborar un cuenco. Su profesora es Patirke Arenillas que, para garantizarse la atención, ha inventado un cuento sobre el descubrimiento de ‘la primera taza’ en la que bebió una niña prehistórica enferma.

«Lo importante no es el resultado sino lo que hacen y, sobre todo, que se ayuden los unos a los otros; el otro día hicieron sus autoretratos en plastilina ¿y se les reconoce muy bien!, como a Ezequiel, que siempre se dibuja con su larga melena negra», explica emocionada Patirke.