Inmigración, la crisis de nunca acabar

ABC, ABC, 31-12-2018

La emigraciónn masiva hacia los países desarrollados es un fenómeno global. En Europa, en concreto, ha sido uno de los factores de mayor división interna, una de cuyas consecuencias más dramáticas ha sido precisamente la decisión británica de abandonar la UE. Las tensiones que se producen en estos días en el Canal de la Mancha entre Francia y el Reino Unido son precisamente consecuencia de ese divorcio político y al mismo tiempo la demostración más palpable de que este problema no desaparecerá para los británicos ni cuando se hayan separado formalmente de sus actuales socios.

La UE ha fracasado hasta ahora en todos sus intentos de establecer una política común para atender el problema que representa la llegada masiva de personas que buscan refugio huyendo de un país en guerra o los que sencillamente aspiran a una vida mejor. En cambio, elección tras elección en todos los países sube el peso e influencia de las formaciones políticas que piden una solución radical para frenar la llegada de extranjeros por cauces irregulares.

Las tesis de estos partidos o de estos gobiernos europeos en muchos casos son igualmente ineficaces e imposibles de cumplir, porque si Europa renuncia a sus valores humanitarios, nos convertiríamos en un espacio en el que sería mucho más difícil convivir entre nosotros. Y porque, además, nuestra catástrofe demográfica hace necesaria una inmigración ordenada. Pero si no somos capaces de regular debidamente la llegada masiva de personas, lo que no resistirá serán nuestros sistemas de protección social y las instituciones sucumbirán a los populismos de todo signo.

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