Birmania. Rohinyás

Birmania corta la salida por mar de los rohinyás que huyen de la persecución

La Vanguardia, Redacción. Mratt Kyaw Thu y Gaspar Ruiz-Canela, 20-12-2018

Rangún (Birmania)/Bangkok, 20 dic (EFE).- Las autoridades birmanas han incrementado en los últimos meses los controles para cortar la salida por mar de los rohinyás que usan barcos de traficantes humanos para huir de la persecución y la discriminación.

Al menos una decena de embarcaciones con cientos de miembros de esta perseguida minoría han partido del oeste de Birmania (Myanmar) y de los campos de refugiados de Bangladesh desde que finalizó el monzón el pasado octubre.

Algunos han llegado a su destino en Malasia, donde vive una gran colonia rohinyá, mientras que otros han terminado en Indonesia o han sido interceptados por las autoridades birmanas, que han creado más controles policiales y detenido a traficantes de personas.

Más de 100.000 rohinyás viven hacinados en campos de desplazados en el estado Rakáin (oeste) desde que empezó la violencia sectaria en 2012, mientras que más de 723.000 huyeron a Bangladesh tras la campaña de limpieza étnica lanzada en agosto de 2017 por el Ejército birmano, que ha sido acusado por la ONU de cometer genocidio.

“Creo que nadie está saliendo de este sitio ya porque los intermediarios (traficantes humanos) han sido arrestados por las autoridades”, explica por teléfono a Efe un rohinyá residente en el campo de desplazados en Thetkaypyin, junto a Sittwe, la capital de Rakáin (antiguo Arakan).

“Pero los que quieran huir de aquí encontrarán una forma definitivamente. Aquí no se puede vivir”, agregó el hombre en referencia a la falta de libertad y la precariedad con la que se vive en los campos y aldeas de esta comunidad de mayoría musulmana.

Otro joven en el mismo campo confirma a Efe que la salida al mar usada por los rohinyás para abordar los barcos está más vigilada por la Policía.

Las autoridades birmanas niegan la ciudadanía a los rohinyás, que además carecen de la libertad de movimiento y tienen un acceso precario y limitado a servicios como educación o sanidad.

Los miembros de esta minoría que hablan con Efe lo hacen desde el anonimato porque se exponen a las represalias de la Policía, que los mantiene en constante vigilancia.

Entre octubre de 2014 y mayo de 2015, decenas de miles de rohinyás y bangladesíes se embarcaron en peligrosos viajes por mar hacia Tailandia, Malasia e Indonesia, una crisis en la que muchos se ahogaron o perecieron por las malas condiciones en los barcos.

La crisis terminó tras la desarticulación de una red de tráfico humano en la frontera entre Tailandia y Malasia.

Chris Lewa, fundadora de la ONG Arakan Proyect, indicó a Efe que, aunque aún es pronto para sacar conclusiones, la crisis de 2014/2015 no es comparable en dimensión con el tráfico de barcos con rohinyás en los meses pasados.

En octubre de 2014, llegaron a embarcarse 13.000 rohinyás y bangladesíes desde la frontera birmano-bangladesí, mientras que las cifras mensuales oscilaron en torno a los 7.000 u 8.000 hasta mayo de 2015.

“Esta vez la mayoría de los barcos salieron de Sittwe. En 2014/2015 partían de la frontera bangladesí”, precisó Lewa en conversación por Skype, al tiempo que añadió que en las últimas semanas no han salido embarcaciones de Rakáin.

La experta explicó que, mientras que en 2014/2015 las autoridades birmanas “cerraban los ojos” ante la situación, esta vez están deteniendo los barcos y trasladando a los rohinyás a sus aldeas o campos de desplazados.

Unos de los fallecidos en aquella crisis fue el hermano de un rohinyá que habló a través de Facebook con Efe en una aldea de Maungdaw, un distrito en el norte de Rakáin.

Desde entonces, tiene a su cargo a su cuñada y sus tres sobrinos, así como a su madre y su hermano pequeño.

“Es muy duro apoyar a mi familia (…) Mi padre murió cuando yo tenía tres años. Y quiero dar un futuro mejor a mi familia”, afirma este joven, que añade que apenas gana lo suficiente para comprar comida impartiendo clases como profesor particular.

Relata que él también quiere marcharse al extranjero, pero que no quiere intentarlo en un barco después de la muerte de su hermano y, al carecer de carné de identidad o pasaporte, sus opciones son muy limitadas.

Como la gran mayoría de los rohinyás, condena las leyes birmanas que les niegan la ciudadanía y reclama los mismos derechos que disfrutan otras minorías étnicas en el país.

Las autoridades ofrecen un proceso de verificación para ofrecer la ciudadanía o un estatus intermedio a los rohinyás, aunque les obliga a registrarse como “bengalíes”, a lo que los miembros de esta minoría se niegan porque da a entender que son extranjeros.

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