Fiscal y defensa acuerdan once años de prisión para la mujer que arrojó a su bebé a un contenedor de basura en Donostia

El ministerio público rebaja la petición inicial por el reconocimiento de los hechos pero le acusa de un delito de asesinato en grado de tentativa Con un grado menos de temperatura la cría habría sufrido un fallo multiorgánico

Diario de noticias de Gipuzkoa, JORGE NAPAL RUBEN PLAZA , 12-12-2018

DONOSTIA- El Ministerio Fiscal y la defensa de la mujer que arrojó a su bebé a un contenedor de basura de la Parte Vieja de Donostia acordaron ayer solicitar para la acusada una pena de 11 años, tres meses y un día de prisión por un delito de asesinato con alevosía en grado de tentativa. Ambas partes entienden que concurre la circunstancia de agravante de parentesto, si bien se ha valorado el reconocimiento de los hechos por parte de Nubia, que ayer asistió a la vista oral visiblemente arrepentida por lo ocurrido.

El acuerdo entre fiscal y defensa rebaja en ocho años la petición inicial del ministerio público para la imputada. Los hechos ocurrieron en la madrugada del 22 de noviembre de 2016, cuando la joven de 28 años, en situación administrativa irregular, arrojó a su niña recién nacida a un container pocas horas después de haber dado a luz. El parto tuvo lugar sin ningún tipo de ayuda, en solitario, en un piso de la Parte Vieja donostiarra donde cuidaba de una anciana de 94 años ajena a lo ocurrido.

Además de los 11 años de cárcel, el fiscal ha determinado la privación de la patria potestad sobre la menor, así como imponer a la acusada la imposibilidad de aproximarse a menos de 200 metros de la cría, tanto cuando se encuentre en su domicilio, su entorno escolar o cualquier otro lugar que pueda frecuentar durante los próximos diez años. Solicita, asímismo, la prohibición de comunicarse con ella durante el mismo periodo de tiempo.

La abogada de la acusada, María Paz Sa, mostró su conformidad con el escrito de calificación del Ministerio fiscal, por lo que modificó el de la defensa. Una vez escuchadas a ambas partes, el tribunal deberá comprobar que hay prueba de cargo válida y suficiente para emitir un veredicto en los términos planteados.

El acuerdo alcanzado suspendió ayer las declaraciones de testigos y peritos previstas, así como las pruebas documentales inicialmente solicitadas en la Sección Primera de la Audiencia de Gipuzkoa, donde concluyó ayer el juicio en el que la acusada se personó por segundo día, esposada y escoltada por dos agentes de la Ertzaintza.

El día anterior Nubia reconoció haber arrojado a su hija recién nacida tras haberse visto superada por una situación a la que no supo hacer frente. Las imágenes grabadas revelan el desconcierto de una mujer que deambula durante tres horas por diferentes calles de Donostia, con la criatura a la que acabada de dar a luz metida en un bolso, y con el cordón umbilical atado con la cuerda de un zapato.

Tras un primer intento por deshacerse de la cría, frustado por la presencia de un vehículo estacionado a doce metros del contenedor, la acusada consigue finalmente su objetivo pasada la una de la madrugada. Ayer Nubia volvió a sentirse arrepentida por los hechos, y asumió la responsabilidad y la condena de prisión consensuada entre las partes.

DESVALIMIENTOLa Fiscalía aprecia alevosía por desvalimiento al tratarse de una niña recién nacida. En sus conclusiones finales, el ministerio público solicita la “pena mínima” de once años al entender que se trata de un delito de asesinato en grado de tentativa con el agravante de parentesco. La Fiscalía ha rebajado la calificación de los hechos al valorar el reconocimiento y la colaboración de la acusada para el esclarecimiento de lo ocurrido durante la madrugada del 22 de noviembre de 2016, en la que el bebé fue arrojado al contenedor en una fría madrugada.

La mujer, de complexión fuerte, y vestida con la misma sudadera negra que el día anterior, se mostró ayer visiblemente afectada. Uno de los momentos más incómodos para la acusada tuvo lugar cuando se emitieron las imágenes grabadas por una de las cámaras en los instantes previos y posteriores a los hechos. Nubia en esos momentos se tapó la cara y no quiso mirar su errático deambular.

El fiscal no alberga ninguna duda de que se trata de un delito de asesinato con alevosía y desvalimiento al tratarse de un niña recién nacida arrojada al contenedor “con la intención de matarla”. La propia acusada reconoció durante su breve declaración del lunes ser consciente de que la pequeña “iba a morir” debido a las bajas temperaturas. La casualidad quiso que dos jóvenes que habían finalizado su jornada laboral y que se dirigían al Paseo Nuevo a recoger su coche pasaran junto a uno de los cuatro contenedores de la calle San Juan, donde escucharon lo que inicialmente creyeron maullidos de un gato. Finalmente resultaron ser los llantos de un bebé que, tras pasar a manos de la Diputación, llamaron Ane.

La pronta actuación de estos jóvenes, que inmediatamente pusieron en conocimiento de la Ertzaintza lo ocurrido, fue determinante para evitar males mayores. De hecho, según detalló el ministerio fiscal, los informes de las actuaciones llevadas a cabo durante el rescate de la menor recogen que aquella noche hacía una temperatura de 10,8 grados a la altura de Santa Clara y 9,6 grados en Miramon. Hacía frío. Tanto, que la niña ingresó con una “hipotermia moderada” y una temperatura corporal de 33,4 grados. “Si hubiera bajado un grado más habría sufrido un fallo multiorgánico”, concluye el informe forense, asegurando, que habría alcanzado un estado clínico irreversible en pocas horas.

A la hora de valorar hechos tan graves y de tanta trascendencia personal, también han sido determinantes las grabaciones que permiten ver a la mujer en diferentes enclaves de Donostia. A la acusada se le ve deambular desde las 22.30 horas hasta poco después de la una de la madrugada, cuando arroja al bebé junto al contenedor de la plaza Zuloaga.

El agente encargado de analizar pormenorizadamente las imágenes grabadas por diferentes cámaras de seguridad de Donostia en las que se ve a la acusada prestó declaración ayer. Fue él quién valoró las imágenes que Nubia evitó mirar tapándose la cara. En ellas se ve a la mujer caminando entre San Telmo y el Paseo Nuevo.

El agente invirtió “horas y horas” en el estudio de las imágenes, algunas de las cuales revisó “más de una decena de veces”. Una vez que las pesquisas policiales arrojaron luz al cabo de un mes y se identificó a la posible autora de los hechos, este mismo agente sometió a seguimiento a la acusada. Se trataba de una vecina de la calle Narrica de la Parte Vieja de Donostia. Todo encajaba: la misma manera de andar, la misma altura…“Sin ningún genero de dudas”, dijo ayer, la persona que aparecía en las imágenes era la misma que se ha sentado estos días en el banquillo de los acusados.

Tras el visionado, Nubia alzó de nuevo su mirada empañada, al borde del llanto. Entrentanto, el fiscal corroboró que durante la inspección ocular en el domicilio la acusada reconoció voluntariamente la ropa que llevaba el día de los hechos. Colaboró con los agentes, tanto en el momento de su detención como durante el juicio oral. En la entrada y registro se hallaron elementos concluyentes, como unas playeras, un plumífero negro con fondo rojo y capucha. Un bolso con la impresión en una de las caras de la bandera de Estados Unidos. En suma, enseres compatibles con los utilizados durante la madrugada.

El ministerio fiscal entiende que hay otras pruebas tanto o más determinantes que el propio reconocimiento de la acusada, como es la prueba de la tela o manta de color negro que envolvía al bebé. Se analizaron restos de ADN que coincidían con el de la madre de la menor. Quedaba acreditado que hubo un contacto que, posteriormente, confirmó la prueba forense practicada.

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