Una vez finalizado el escrutinio en Andalucía nada hacía sospechar la sorprendente aparición de Vox, con esos 12 escaños que la ciudadanía ha decidido cederles aun a sabiendas de que son de extrema derecha y al corriente de su programa electoral, que ­pone los pelos de punta, sobre inmigrantes sin papeles, clausurar comunidades autónomas, medios públicos, derogación de la ley de violencia de género, aborto, recortes en educación, sanidad, seguridad y justicia, eliminación de Mossos y Ertzaintza, en pueblos sólo el 50% de alcaldes y concejales, muro en Ceuta y Melilla, cárcel para oenegés, restitución total de la fiesta nacional, no a la memoria histórica, no a Turquía en la UE, coto al islam y expulsión de imanes, con vigilancia continua en su financiación de mezquitas, reducción de IRPF e impuesto de sucesiones, sólo 20% de presión fiscal a las empresas y pensionistas sin tributación.

De los tres últimos puntos, el dinero entrante en las arcas del Estado debe salir de algún sitio, a no ser que alguien multimillo­nario emplee su fortuna para paliar el inevitable y continuo gasto estatal, ejército incluido.

Mi última reflexión es sobre el creciente auge de la ultraderecha en el mundo. La izquierda no es perfecta, pero yo creo que trabaja mejor el tema social.