El muro de la Tortilla se franquea con dinero

La Vanguardia, 07-05-2006

Si hay un país de América que vive en medio de grandes paradojas y tremendas contradicciones es México. Su situación geográfica lo hace particular. Al norte, 3.200 kilómetros de frontera con la primera potencia del mundo. Al sur, más de 1.000 kilómetros lo conectan con los más pobres del continente. En materia migratoria, el Gobierno de Fox se queja de que Estados Unidos no legalizan a los mexicanos sin papeles; sin embargo, en el territorio mexicano no hay un solo centroamericano sin papeles que no haya sido maltratado por la policía. Si bien los activistas que apoyan a los inmigrantes en Estados Unidos se oponen a un proyecto de ley que tipificaría como delito la inmigración ilegal, México lo considera delito punible hasta con dos años de cárcel.
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México sigue una política migratoria cada vez más restrictiva. Las medidas de control implementadas por Estados Unidos en la frontera norte las reproduce México a lo largo y ancho de la nación, en especial en la frontera sur, donde se intensifican los operativos de detención y expulsión de extranjeros indocumentados.
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Tras el 11 – S, México empezó a erigir el llamado muro de la Tortilla en su frontera con Guatemala. Con este muro – construido en el marco del denominado Plan Sur – se pretende detener la emigración de latinoamericanos indocumentados que intentan llegar a Estados unidos. Sin embargo, con la corrupción de la policía, en el muro de la Tortilla se abren grandes boquetes con el simple pago de un puñado de dólares.
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México, con una población de unos 105 millones de habitantes, en el 2005 otorgó la ciudadanía a 2.243 extranjeros y legalizó a unos 15.000 inmigrantes. Los extranjeros apenas representan el 0,5 % de la población (en Estados Unidos son el 12%). Sin embargo, el número de indocumentados detenidos en México casi se duplicó entre el 2002 (138.061) y el 2005 (240.269). Los guatemaltecos, un 42% de los detenidos, y los hondureños, 32,6%, representan tres cuartas parte de los indocumentados.
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Diplomáticos de países centroamericanos han criticado los abusos que sufren en México los inmigrantes que cruzan por el país. El embajador de Guatemala demandó un mejor trato para sus conciudadanos, señalando que es más fácil conseguir un visado para viajar a Estados unidos que a su vecino del norte. Dirigentes de Nicaragua explican que México se comporta con los centroamericanos como Estados Unidos hace con los mexicanos. Siendo ministro de Agricultura, Genaro Muñiz dijo que México “ha convertido todo su territorio en una frontera para nosotros”. Irónicamente, Muñiz consideró que la frontera norteamericana “comienza en Chiapas y termina en el río Bravo, o sea, que la verdadera frontera no son los Estados Unidos de América, sino los Estados Unidos Mexicanos”
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