«La pobreza ha empezado a rejuvenecerse»

«La soledad es una de las consecuencias más devastadoras de la falta de recursos porque supone la exclusión social», dice

El Correo, 07-05-2006

Desde hace años se sabe que la pobreza ha ido adquiriendo rostro de mujer. Hoy se conoce también que ese rostro es cada día más joven. Es el drama de la falta de recursos y la exclusión social que afecta según la estimación más precisa a unos ocho millones de españoles. Una situación con la que Cáritas España, la confederación que agrupa a todas las organizaciones parroquiales y diocesanas, trabaja día a día. Rafael del Río, presidente desde hace un año de la Confederación, sabía del problema desde el punto de vista de la delincuencia que genera (es policía, trabajó en diferentes plazas durante dos décadas y de 1982 a 1986 fue director general del cuerpo) pero ahora lo ve a diario desde la perspectiva de una institución que se dedica a ayudar a los más necesitados. En esta entrevista, la primera que concede tras su llegada al cargo, habla de los nuevos rasgos de la pobreza, los factores sociales que la propician y el compromiso de su organización.

– ¿Qué significa hoy ser pobre en España?

– No es posible hablar de un solo tipo de pobreza porque en nuestra sociedad tiene numerosas manifestaciones. Muchas tienen que ver directamente con el bajo nivel de ingresos. En la UE el umbral de pobreza se fija en el 60% de la media de la renta disponible neta, con lo que en España sería pobre una persona cuyos ingresos mensuales estén por debajo de 494 euros. El Instituto Nacional de Estadística estima que unos ocho millones de personas están así.

– Parecen muchos ocho millones…

– Puede parecerlo, pero lo cierto es que muchas veces a los pobres no los vemos. Hay gente en situación límite, pero tan digna, tan cuidadosa, que la ves por la calle con la ropa limpia y arreglada, y sus hijos van a la escuela con normalidad y no los calificarías de pobres por su aspecto. Por eso, a veces no se les puede ayudar, porque no somos conscientes de su situación. Además, con frecuencia son personas muy generosas a las que cuando se les ofrece ayuda dicen que hay otros más necesitados. También está el extremo contrario, claro, el de quienes abusan de las ayudas, porque van pidiendo en todas partes.

– ¿La falta de recursos económicos es la única causa de marginalidad?

– La pobreza supone, como es obvio, que quien la padece tiene unos ingresos precarios e insuficientes para cubrir las necesidades vitales básicas. Pero en Cáritas queremos siempre llamar la atención sobre las dimensiones de la pobreza que van más allá. Por eso hablamos también de exclusión social; es decir, de unas limitaciones vitales que, añadidas a la falta de recursos económicos, hacen que una persona no consiga disfrutar con plenitud de todos los derechos sociales contemplados en la Constitución. Se trata de factores como la dependencia, la soledad, la formación, la capacidad para acceder al mercado de trabajo, la cobertura sanitaria y educativa o el índice de protección social…

– Entre los excluidos de hoy están universitarios que han caído en la pobreza por mala suerte laboral o a causa de una ruptura matrimonial. ¿Se plantea de forma distinta la atención a estos colectivos?

– Cuando una persona pasa de una situación social normal a otra de pobreza y vulnerabilidad suele deberse a una confluencia de causas: pérdida de empleo, ruptura conyugal, pérdida de amigos, adicciones al alcohol y las drogas… Desde hace más de una década se está produciendo lo que nosotros llamamos ‘feminización’ de la pobreza: un número cada vez mayor de mujeres jóvenes y con cargas familiares son víctimas de exclusión social.

Inmigración

– ¿Están cambiando las formas de la pobreza a causa de la llegada de inmigrantes?

– Creo que hay que hablar mejor de un cambio del rostro de la pobreza. La llegada de inmigrantes ha transformado en poco tiempo la realidad social de España. Entre ellos se producen las mismas situaciones de precariedad económica que entre los nacionales, aunque en su caso hay ciertos factores de vulnerabilidad que les exponen en mayor medida a situaciones de exclusión social. Son personas que han salido de sus países forzadas por una extrema necesidad, que deciden buscar entre nosotros unas mejores condiciones de vida para ellos y sus hijos. No cabe duda de que la inmigración está afectando a los métodos de trabajo de todos nuestros programas en todos los niveles territoriales de la confederación Cáritas, sobre todo por parte de las Cáritas Diocesanas y Parroquiales.

– La delincuencia asociada a bandas de inmigrantes parece crecer. ¿Cree que se relaciona de alguna forma con su situación de exclusión?

– El primer problema que tienen los inmigrantes, sobre todo los jóvenes, cuando llegan es el de la vivienda. Muchas veces varias familias comparten un piso, lo que obliga a los muchachos a pasar muchas horas en la calle, donde terminan agrupándose y formando pandillas. Si protagonizan una discusión y tienen un problema, ¿a quién acuden, si están en situación de ilegalidad? El problema es que se toman la justicia por su mano. Nosotros estamos trabajando en eso, intentando que nuestros voluntarios se integren en esos grupos, para guiarles en los pasos legales, cederles locales para que así no estén todo el día en la calle, etc. Sí, es cierto que se da esa vinculación, como otras. La violencia de hoy en las escuelas es fruto de ese compendio de situaciones de pobreza de las que le hablo. Si un muchacho ve que no tiene nada de lo que se anuncia en la TV y que otros muchos tienen, está tentado de conseguirlo por la fuerza.

– ¿Se corre el riesgo de que en la periferia de las grandes ciudades se formen guetos, barrios muy pobres, habitados por inmigrantes?

– Ése ha sido y es uno de nuestros ámbitos prioritarios de trabajo, un terreno en el que queda mucho por hacer y en el que es necesaria la colaboración de las Administraciones, las entidades como Cáritas y la propia ciudadanía, porque es en esos ambientes urbanos donde se está poniendo a prueba cada día el reto de la integración de los inmigrantes. Por eso reclamamos a los poderes públicos el mayor esfuerzo a la hora de dar prioridad a la lucha contra la pobreza allí donde la realidad social es más precaria.

– ¿Cómo les afecta el hecho de ser una organización de la Iglesia cuando tienen que atender a personas de otros credos religiosos?

– El compromiso de Cáritas en la lucha contra la pobreza se extiende a más de 165 países, muchos de los cuales no son de mayoría católica. Cuando Cáritas se acerca al pobre, al excluido, no tiene en cuenta su sexo ni pregunta su religión, origen u orientación política. El criterio de trabajo en cualquier emergencia es prestar ayuda a los grupos humanos más vulnerables y a quienes han quedado fuera de las ayudas de otras organizaciones. Por experiencia, sabemos que rara vez el trabajo a favor de los pobres encuentra obstáculos con las autoridades locales, siempre que se tenga en cuenta, claro está, el respeto exigido a los usos sociales y la cultura de cada país.

– ¿Es hoy más fácil o más difícil salir de la pobreza que hace 20 años?

– Las posibilidades para luchar contra la pobreza y la exclusión social se han multiplicado, sobre todo en las respuestas de las distintas administraciones. Persisten no obstante situaciones de pobreza estructural que siguen sin resolverse, como es el caso de las personas sin hogar.

Competencia

– ¿Se detecta un aumento de la exclusión entre personas jóvenes con problemas psíquicos derivados del abuso de las drogas y el alcohol?

– Las adicciones son causa de muchos problemas de pobreza y exclusión. Pero éste es un problema que nunca viene solo: las adicciones pueden ser tanto la causa de la pobreza como la consencuencia. Y afecta a los jóvenes, claro. Desde hace tiempo venimos detectando lo que podría llamarse un ‘rejuvenecimiento’ de la pobreza, aunque nuestra experiencia nos indica que, más que al consumo de drogas o alcohol, se debe a la acumulación de varias causas: el desempleo, el fracaso escolar, la dificultad de acceso a la vivienda y la ausencia de expectativas vitales por la pérdida de valores.

– Otro problema de mucha gente es el de la soledad. ¿Cómo puede abordarse?

– La ruptura de lazos familiares o la ausencia de familia está detrás de muchas situaciones de pobreza, como causa o como consecuencia. Por eso nosotros damos mucha importancia a la recuperación de las redes de relación afectiva y social de esas personas. La soledad es una de las manifestaciones de la pobreza más devastadoras porque, a la precariedad económica, añade la ausencia de vínculos sociales y una exclusión de hecho de la vida comunitaria. Cáritas desarrolla una importante labor de acompañamiento domiciliario de personas mayores a través de una amplia red de voluntarios.

– ¿La proliferación de ONGs que compiten por captar voluntarios ha afectado a Cáritas de alguna forma?

– Las dificultades de las ONGs para implicar a cada vez más personas en su labor solidaria tiene más que ver con el actual clima de desmotivación que con el número de entidades involucradas en la lucha contra la desigualdad. El peso de la cultura del consumo es cada vez mayor, lo que nos obliga a redoblar esfuerzos e imaginación a la hora de sensibilizar a los ciudadanos para que dediquen una parte de su tiempo y sus capacidades a construir un mundo más justo y solidario. Nosotros tenemos 62.000 voluntarios comprometidos a favor de los pobres, y eso para Cáritas es un motivo de orgullo.

– ¿Y en cuanto a donaciones? ¿Notan esa competencia?

– Es lógico pensar que cuando en una emergencia son decenas las organizaciones que hacen campañas de captación de fondos la capacidad de recaudación de cada una se vea afectada. De todos modos, la experiencia demuestra que los donantes depositan mayoritariamente su confianza en las entidades que ofrecen mayor experiencia, eficacia, transparencia y austeridad a la hora de invertir los fondos. Cáritas siempre se ha esforzado en dar cumplida cuenta a la opinión pública del destino de sus recursos. Durante la última gran emergencia, la del Sudeste asiático, Cáritas fue, con más de 25 millones de euros, una de las entidades preferidas por los donantes españoles.

– ¿Tendría para Cáritas algún efecto económico un cambio en el modelo de financiación de la Iglesia?

– Tenemos plena autonomía financiera respecto de la Conferencia Episcopal y de cada una de las diócesis. Más del 60% de los fondos proceden de donaciones privadas. Entre los fondos públicos que recibe Cáritas, la asignación correspondiente al 0,52% del IRPF procede de la aportación que hacen los ciudadanos a través de la casilla ‘otros fines de interés social’.

Texto en la fuente original
(Puede haber caducado)