Thuram: "El racismo es, ante todo, un problema de los blancos"

El exjugador azulgrana y campeón del mundo en 1998 colabora con la Fundació Barça en un programa de ayuda a los menores refugiados

El Periodico, , 17-11-2018

Lilian Thuram (Pointe – à – Pitre, Guadalupe, 1972) suele decir que el gol más importante de su carrera lo marcó a los 12 años cuando jugaba en el Fointanebleu. Puede parecer una afirmación algo excéntrica viniendo del hombre que anotó ante Croacia los dos tantos que le dieron a la selección francesa el pase a la final del Mundial de 1998. Pero él nunca fue un futbolista convencional. Defensor de físico imponente con una gran capacidad para leer el juego, Thuram aprendió desde muy joven que todas las historias tienen un origen, y que es necesario conocerlo bien y apreciar su valor para poder entender los mecanismos del mundo que nos rodea.

Después de coronarse campeón del mundo y de Europa con ‘les bleus’ y de pasar por el Mónaco, el Parma y la Juventus, Thuram aterrizó en el Barça con 34 años –"llegué demasiado tarde", confiesa – y le tocó vivir la etapa de descomposición de aquel equipo triunfal que había forjado Frank Rijkaard con Ronaldinho como mascarón de proa. Destacado adalid de la lucha contra el racismo y contra toda forma de discriminación en el fútbol y en la sociedad, ahora vuelve al club azulgrana para colaborar con la Fundació Barça en un programa destinado a mejorar las condiciones de vida de los menores refugiados.

¿Qué le atrajo del proyecto de la Fundació Barça?Lo que a mí me interesa es hablar de la igualdad, y este proyecto me daba la oportunidad de hacerlo. La gente piensa que los refugiados no están en el mismo nivel que tú o que yo; que, por alguna razón, están menos legitimados para vivir aquí o allá. Y yo pienso que es importante decir que en el mundo no hay gente con más legitimidad que otra. Construimos categorías para olvidar que la gente es humana como nosotros y por eso utilizamos palabras como ‘refugiados’. Para subrayar la diferencia. Y eso es algo que debemos cambiar. No hay diferencias entre los niños refugiados y nuestros hijos.

De la mano de este programa usted tuvo la oportunidad de visitar varios asentamientos de refugiados sirios en Líbano. ¿Cómo reaccionaban allí los niños ante la llegada de todo un campeón del mundo?La reacción es la misma que si me voy a las afueras de París a visitar un equipo de fútbol infantil. En Líbano los niños no sabían quién era yo, pero les bastaba con saber que había sido campeón del mundo y que había jugado en el Barcelona para sentir una enorme ilusión. El poder del fútbol es muy importante. Y el trabajo que hace el Barça aprovechando el fútbol para crear vínculos es algo muy grande. El fútbol genera sentimientos, y los sentimientos acercan a las personas. Mira lo que ocurre durante el Mundial. Cuando todos estamos mirando la misma cosa, no estamos pendientes de nuestras diferencias. El fútbol tiene ese poder mágico.

20 años después, Francia vuelve a ser campeona del mundo. ¿Qué papel han tenido y tienen los éxitos internacionales de una selección multirracial como la francesa en la lucha contra el racismo y la discriminación?Son un instrumento muy útil. Los equipos de la selección francesa de fútbol cuentan la historia de la inmigración. La victoria de 1998 fue muy importante para empezar a hablar en público de estas cuestiones; para preguntarnos, por ejemplo, por qué en el mundo del fútbol es posible juntar a personas con diferentes colores de piel y conseguir éxitos y por qué eso mismo no sucede en otras esferas.

¿El auge de la extrema derecha no le ha hecho pensar que, de algún modo, todo ese potencial transformador se desperdició?No creo eso. 1998 fue un momento muy importante para legitimar las preguntas. Ahora podemos hablar de todo eso con mucha más naturalidad que antes de aquel Mundial. Ahora bien, en el fútbol es más fácil dar pasos adelante porque los futbolistas tienen poder. Hay más racismo en la sociedad que en el mundo del fútbol. Pero antes las cosas eran mucho peores. El fútbol no puede eliminar el racismo de la sociedad, pero el fútbol cambia cosas, eso seguro.

¿Por qué a los futbolistas que no proceden de entornos minoritarios o estigmatizados les cuesta tanto pronunciarse en público sobre estos temas?Ese es un elemento muy importante, y seguramente lo cambiaría todo. Cuando yo hablo de racismo, la gente escucha a una persona negra. Si lo hace un blanco, es más fácil que la gente blanca escuche. Puede parecer algo estúpido, pero es así. Muchas veces los blancos piensan que el racismo es algo que no va con ellos y respecto a lo que no pueden hacer nada. Y es un error, porque el racismo es, ante todo, un problema de los blancos, igual que el sexismo es, fundamentalmente, un problema causado por los hombres. Pero, claro, cuando yo digo esto, mucha gente blanca se lo toma como una cuestión personal y se siente atacada.

Entonces, ¿por qué no hay más futbolistas blancos denunciando los casos de racismo?Porque piensan que no pueden decir nada, que no pueden aportar nada. Además, es difícil entender el racismo si tú no lo sufres. Si existe una cultura de la dominación es porque hay gente que se beneficia de ella. Y cuando se habla de racismo, casi siempre se habla de la gente que está discriminada, pero muy pocas veces se habla de la gente que saca partido de esa situación. Aquellos que están en una posición dominante difícilmente quieren cambiar las cosas.

¿Diría que esa perspectiva de miembro de un colectivo víctima de la opresión es lo que le ha impulsado a abordar también otras formas de discriminación, como la homofobia o el sexismo?Claro. Cuando empiezas a hacerte preguntas sobre las causas del racismo (sobre la historia, la cultura, las relaciones de dominio…), entiendes que los mismos mecanismos funcionan respecto a las mujeres o los homosexuales. Y es necesario hablar de ellos para empezar a cambiar. Pero, como decía antes, hemos avanzado bastante. Y seguiremos haciéndolo. Estoy seguro de que dentro de 50 años la gente dirá: “¿Cómo es posible que la gente muriera en el Mediterráneo mientras buscaba un refugio en otras tierras?”.

En el 2007, durante un viaje a Sudáfrica para jugar un partido amistoso, la plantilla del Barça recibió una invitación para visitar a Nelson Mandela. Solo cinco futbolistas –Andrés Iniesta, Oleguer Presas , Juliano Belleti, Gio van Bronckhorst y usted mismo – acudieron a la cita. ¿Le chocó?(Sonríe) Mira, la vida te da oportunidades, pero a veces tú no sabes aprovecharlas porque no tienes la educación para reconocer su importancia. A mí me entristece, porque creo que esos mismos jugadores que no fueron a ver a Mandela después lo habrán lamentado. Estoy seguro de que muchos no tenían entonces una idea muy precisa de quién era Nelson Mandela.

Con la selección francesa vivió un episodio parecido en las Antillas, con Aimé Césaire [poeta y político martiniqués, gran ideólogo del concepto de la negritud].Sí. Fuimos a disputar un partido a Guadalupe y yo invité a Aimé Césaire para que charlara con el equipo, pero muchos jugadores blancos se marcharon. Así que fui a buscarlos y les dije: “¿No sabéis quién es este hombre? ¿Pensáis que porque es negro lo que diga solo tiene interés para los negros?”. Las palabras de personas como Césaire o Mandela hacen crecer a toda la humanidad. Pero muchas veces la gente mira a los demás solo a través del color de su piel.

En sus años en el Barça, existía en el club cierta preocupación por la influencia que jugadores como Ronaldinho o Deco pudieran tener sobre el joven Leo Messi fuera del campo. Usted, en cambio, se lo llevó al CCCB a una charla sobre el racismo y la discriminación.Sí, era un acto de mi fundación [la Fundación Lilian Thuram. Educación contra el racismo] y me parecía importante que fuera.

¿Cree que le interesó?¿A Messi? ¡Sí, claro! (ríe).

 ¿Hasta qué punto es necesario para un jugador joven contar con el respaldo de un compañero veterano que se ocupe de aconsejarle y orientarle? ¿Ayudaría una figura como esa a solucionar, por ejemplo, los problemas de adaptación que está teniendo Ousmane Dembélé?Cuando eres joven, necesitas consejos para crecer. Consejos de alguien un poco mayor, por quien sientas respeto, que te ayude en la profesión y en la vida. Cuando yo llegué al Mónaco, tenía a jugadores que me ayudaban, me decían lo que estaba haciendo mal, me aconsejaban. Messi también los ha tenido, y por eso, en parte, hoy no es el mismo Messi de cuando empezó a jugar en el primer equipo. Es un proceso normal.

Hablando de jugadores jóvenes, su hijo Marcus está despuntando en la Ligue 1 con el Guingamp.Le va bien, sí. Está trabajando. Está creciendo.

¿Qué sintió cuando vio a Gianluigi Buffon, que coincidió con usted en el Parma y en la Juventus, jugar un partido de liga contra Marcus?¡Uf, fue algo muy extraño! En el fútbol profesional no esperas ver a alguien que ha sido compañero tuyo jugar contra tu hijo. ¡Lo de Buffon es increíble!

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