Medicina (co)china

ABC, 06-05-2006


ROSA BELMONTE

EN los ambulatorios y en los hospitales de la Seguridad Social cada vez se ven más inmigrantes, pero lo cierto es que los chinos no abundan. Los chinos deben de ser volterianos. Por eso que dijo el filósofo de que el arte de la medicina consiste en entretener al paciente mientras éste se cura de forma natural. Aunque pensándolo bien, no parece que lo que se perpetraba en los pisos desmantelados por la Policía fuera muy natural. Las supuestas clínicas lo que ejercían era la medicina guarra, desaprensiva, criminal y del todo estupefaciente a los ojos de un ciudadano usuario de servicios hospitalarios homologados. Uno de los «médicos naturistas» tenía en su chiringuito de matasanos un diploma que no era otra cosa que una declaración jurada que acreditaba que había aprendido desde niño con su padre, lo que supone, desde luego, muchos más años de carrera que los de un facultativo de verdad.

Vistas las instalaciones sanitarias, probablemente sería más saludable irse a la selva y pedir un volante para el brujo de la tribu. Los no médicos no titulados que ejercían la no medicina se aprovechaban (se aprovechan porque parece que hay más) de sus compatriotas. Resulta evidente que sin la ignorancia colaboradora de los pacientes no se puede mantener una red semejante. Un submundo que una sociedad razonablemente civilizada no puede tolerar.

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