«Hablar de avalancha de inmigrantes invisibiliza la realidad»

El experto ha participado esa semana en la Casa Diocesana de Málaga en el encuentro Frontera Sur para analizar la situación de los migrantes Sergio Barciela Área de Migraciones de Cáritas Española

Diario Sur, ANA MARÍA MEDINA, 11-11-2018

Esta semana las organizaciones que componen la red eclesial Migrantes Con Derechos se han reunido en Casa Diocesana Málaga para un encuentro de trabajo Frontera Sur. En ella ha participado Sergio Barciela (Vigo, 1974), miembro del Área de Migraciones de Cáritas Española.

- En primer lugar, es necesario indicar que no han llegado únicamente personas migrantes, sino también personas refugiadas, y que la ausencia de canales legales seguros tiene como consecuencia directa estos saltos. Segundo, la expulsión de estas personas, utilizando para ello un acuerdo que España y Marruecos firmaron en 1992, está produciendo en la práctica situaciones de vulneración de derechos humanos. En este sentido, la red Migrantes Con Derechos ha denunciado en las dos ocasiones que se han producido estas expulsiones, que la celeridad con la que se brindó la asistencia letrada, unido a las deficiencias en la interpretación y traducción de las demandas de las personas, ha sido en su perjuicio. Así, las personas migrantes y refugiadas no tenían claro el proceso al que se enfrentaban. Creemos que muchas de estas personas no lograron pedir asilo porque la comunicación no fue la adecuada. Y esto es una situación muy grave. De otra forma, no se puede entender cómo personas originarias de Malí – muchas de las expulsadas lo fueron de esta nacionalidad – no pidieran la protección internacional cuando eran susceptibles de recibirla.

- Pero no sólo la indiferencia de nuestros gobiernos, sino también la de la ciudadanía. La Iglesia tiene que continuar denunciando con rotundidad, que no quiere ni puede acostumbrarse a estos hechos. Pero mientras la ciudadanía, y especialmente los cristianos y cristianas, no reivindiquemos un trato más justo y humano hacía estas personas nuestros gobiernos no se van a inquietar. Personalmente, creo que en las fronteras se vulneran derechos porque electoralmente sale gratis, o incluso genera rédito y se obtienen mayores votos.

- Para nada estamos viviendo una avalancha, ni se ha producido ningún efecto llamada. Cuando utilizamos esas expresiones invisibilizamos la realidad. Ha habido un incremento en el número de llegadas, sí, pero decir que es una avalancha, es una exageración. Actualmente, a pesar del aumento en las llegadas vía terrestre y marítima estamos muy lejos de las cifras del 2007, cuando fueron las llegadas a Canarias y Tenerife, y mucho más lejos de las llegadas que tenían otros países hace unos años, en la mal llamada crisis de los refugiados, como Grecia o Italia.

- Son una expresión mínima, diría que insignificante. Así, el 95 % de los inmigrantes que han llegado a nuestro país lo han hecho vía área, por Barajas, o terrestre por los Pirineos, no saltando la valla o en patera. Es cierto, que estas últimas dos formas de entrar son las más sangrantes por las circunstancias personales y de vulneración de derechos que llevan aparejadas, pero unido al foco mediático bajo el que están, nos hacen pensar que todos llegan por estas dos vías, y no es cierto. Es falso que haya un efecto llamada. Lo que existe es un cierre de puertas en otros pasos de inmigrantes, por ejemplo, vía Turquía o Libia. De esta forma, como las personas continúan necesitando huir de los conflictos y situaciones que sufren en África y Oriente Próximo, pues la ruta ahora con más posibilidades de éxito son las del Mediterráneo y África occidental. Considero que estos mensajes desvían la atención de lo que en realidad son las causas que producen la movilidad humana forzada de estas personas, y además, reducen de una forma simplista la explicación de por qué millones de personas se ven forzadas a dejar sus países. Son mensajes perfectos para culpar a las víctimas de su situación.

- La contemplación de la realidad hiriente de la cruz en nuestra frontera Sur tiene que seguir moviéndonos al ‘escándalo’, a la ‘denuncia’ y la ‘acogida’. La iglesia tiene que continuar sintiendo dolor, tristeza, y rechazo por lo que está sucediendo. Debemos escandalizarnos y consternarnos ante el grado de sufrimiento de estas personas que, en un intento de huir de los conflictos, la violencia y la pobreza extrema, se enfrentan a la hostilidad, las vallas, la violencia e incluso a la muerte. Es necesario alzar la voz y decir que se está criminalizando la solidaridad, que se están traspasando líneas rojas de la dignidad humana en aras de una presunta seguridad. Pero también debemos articular acciones y propuestas que permitan sinergias de incidencia y un trabajo en red que brinde la acogida y hospitalidad necesaria a estas personas. Como iglesia nuestro mandato es claro, «fui forastero y me acogisteis…», dice el evangelio.

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