Málaga acoge a los migrantes en una caseta de Feria

En la ciudad no existen infraestructuras estables para albergar a las personas que cruzan el Estrecho

El País, NACHO SÁNCHEZ, 07-11-2018

La caseta de la Federación de Peñas de Málaga acogió ayer a 170 personas migrantes rescatadas por Salvamento Marítimo. La embarcación SAR Mastelero atracó en el Puerto de Málaga a primera hora de la mañana con 285 personas a bordo y, tras una primera atención sanitaria por parte del personal de Cruz Roja, 170 viajaron en autobuses hasta el recinto ferial donde el Ayuntamiento de Málaga cedió un espacio para la atención temporal a personas migrantes. La estancia fue corta, ya que durante el día fueron reubicados poco a poco en instalaciones de la provincia gaditana. Las demás personas fueron trasladados al Centro de Atención Temporal de Extranjeros (CATE) de San Roque, en Cádiz, con la excepción de dos mujeres y dos hombres que fueron trasladados a centros hospitalarios.

Se trata de la primera vez que las personas migrantes han sido acogidas en esta caseta, cedida por el Ayuntamiento a petición de la subdelegada del Gobierno, María Gámez. A primeros de octubre, Gámez envió una carta al alcalde de Málaga, Francisco de la Torre, solicitando el uso de un espacio en el recinto ferial para una primera acogida, de un máximo de 72 horas. Su ubicación a las afueras de la ciudad, más allá de la autovía, le pareció una buena idea al alcalde malagueño, que ordenó adecentar la caseta de la Federación de Peñas y la instalación de baños y duchas. Y en poco tiempo firmó la cesión del lugar, de unos 500 metros cuadrados. El espacio, de titularidad municipal, se prestará de forma temporal. Como mucho, hasta la próxima Feria de Málaga, en agosto de 2019.

“La situación es totalmente precaria”, explica Alejandro Cortina, director de Málaga Acoge. La entidad, junto a otras muchas, ha denunciado en numerosas ocasiones la ausencia “de un lugar de acogida digna” para las personas migrantes rescatadas en alta mar. Actualmente apenas hay una pequeña carpa donde el voluntariado de Cruz Roja realiza la primera atención sanitaria y ofrece ropa y calzado, así como un kit alimentario básico. Posteriormente, los inmigrantes son trasladados en autobús —previo paso por la Comisaría Provincial— al Centro de Atención Temporal de Extranjeros (CATE) de San Roque, en Cádiz. Aunque cuando no hay espacio en los vehículos de la Policía Nacional pasan la noche en la antigua Casa de Botes de la Autoridad Portuaria para ser llevados a primera hora de la mañana a las instalaciones gaditanas, compuestas por carpas y literas y donde se puede atender a unas 600 personas al día. O pasan la noche directamente en el barco.

Málaga ha vivido en 2018 un importante aumento de las llegadas por vía marítima. De las casi 45.000 personas que han llegado a España por mar, en la capital malagueña han desembarcado 7.080, según los datos de Cruz Roja. Supone el triple de las personas que lo hicieron en todo el año pasado —cuando llegaron 2.292— y nueve más que en 2016 —entonces fueron 787 personas—. Cifras que eran “previsibles” para las entidades sociales, más aún tras la nueva política migratoria impuesta por Matteo Salvini en Italia desde junio. Por eso no entienden que aún no haya más y mejores infraestructuras en el puerto.

Sin embargo, cuando las personas migrantes llegaban a Málaga y no podían ser llevadas a Cádiz, eran derivadas a la Casa de Botes portuaria para pasar la noche. Allí, les recibía un fuerte olor a lejía, un par de destartalados baños y poco más de 70 colchones hinchables Quechua para dormir en el suelo de lo que hasta hace unos meses era un restaurante. El edificio, cuyo destino próximo es ser derribado, se había convertido en un improvisado espacio de acogida ante la falta de infraestructuras estables en la capital de la Costa del Sol. La situación se ha repetido varias veces en las últimas semanas, pero cuando no ha habido efectivos policiales suficientes, la situación empeoraba. Los migrantes debían dormir entonces a bordo de las embarcaciones que los habían rescatado, agolpados en cubierta, con la ropa húmeda, descalzos, a la intemperie y con el único abrigo de una manta. Otras veces descansaban hacinados en una pequeña tienda de lona, como ocurrió en la madrugada del pasado viernes 26 de octubre.

Necesidad de un CATE

“Como mínimo, Málaga debería tener un CATE”, subraya Cortina, que pide que sea un lugar donde también se pueda recibir asistencia legal o identificar casos de especial vulnerabilidad como víctimas de trata y menores no acompañados. “Lo ideal es que puedan estar ahí varios días: tendrían atención básica, el apoyo de mediadores y podríamos contactar con su red de apoyo para hacer traslados de manera individualizada hasta esos contactos”, añade Samuel Linares, coordinador de Cruz Roja en Málaga. La organización humanitaria prevé finalizar en unos días la instalación de unos módulos financiados por el Ministerio de Trabajo, Migraciones y Seguridad Social sobre un terreno cedido por el puerto en el Muelle 6. Servirá para la primera acogida, porque tendrá duchas y espacio para que quien lo necesite pueda cambiar su ropa húmeda por otra seca. También baños, inexistentes actualmente. Pero nada más.

Las organizaciones sociales también han criticado la atención a mujeres y sus hijos. Tras llegar a puerto y recibir la atención sanitaria, ellas suben a un autobús de línea salvo las embarazadas, trasladadas a centros hospitalarios y son dirigidas a un centro municipal cuyo uso original es la atención a personas sin hogar. No dispone de camas, solo de sillones y más colchonetas de plástico para dormir en el suelo, como consta en la queja realizada por la Asociación Pro Derechos Humanos de Andalucía (APDHA) ante el Defensor del Menor y donde se relata la falta de garantías de personas que se encuentran “en situación de máxima y extrema vulnerabilidad”.

Durante el verano, los migrantes pasaban las 72 horas como máximo de custodia policial en dos polideportivos municipales de las barriadas de Ciudad Jardín, Tiro de Pichón y El Palo. En septiembre, el Ayuntamiento de Málaga dejó de cederlos argumentando que debían recuperar su función original con actividades para los vecinos. El Gobierno anunció entonces la construcción de un CATE en el puerto. No se construirá un edificio nuevo: será una estructura estable inspirada en el centro de San Roque y ubicada en las inmediaciones de la desembocadura del río Guadalmedina. Dos meses después no hay noticias de él y fuentes de la Subdelegación del Gobierno explican que los trámites se han complicado por las dificultades para encontrar el lugar adecuado con acceso a servicios básicos como luz o agua. En meses anteriores se llegó a barajar el uso como centro de acogida del Parque de Bomberos de la barriada de Campanillas, pero se descartó. Y la Junta de Andalucía ha estudiado la utilización de colegios en desuso, pero los trámites tampoco se superaron.

“Todos se pasan la pelota”

El pasado 25 de octubre, el pleno municipal acordó solicitar al Gobierno la construcción de un CATE en la ciudad, así como la posibilidad de abrir líneas de financiación a los ayuntamientos que prestan instalaciones y servicios. De hecho, el Ayuntamiento asegura haber ha alojado a casi 3.500 personas migrantes en instalaciones municipales desde febrero de 2017 y que la factura por ello supera los 100.000 euros.

Durante la sesión plenaria se aprobaron tres mociones con matices diferentes pero en la misma línea presentadas por Málaga Ahora, Ciudadanos y el propio Partido Popular, que gobierna en minoría gracias al apoyo con la formación naranja. También se pidió mayor colaboración al futuro gobierno andaluz, ya que la Junta de Andalucía viene subrayando que su competencia es la atención a menores extranjeros no acompañados. “Todos se pasan la pelota y nadie afronta la situación. No es normal que las tres administraciones no se hayan sentado aún juntas para resolver esto de una manera definitiva”, sentencia Alejandro Cortina.

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