Política de buena vecindad e inmigración

El Mundo, 05-05-2006

Hay muchas y excelentes razones para recuperar la ley de inmigración que encalló hace dos meses en el Senado. Sin embargo, una de las que menos se tienen en cuenta consiste no en las manifestaciones que han abarrotado las calles de Los Angeles y Washington sino en la ola de populismo que se ha extendido por ciudades latinoamericanas como Caracas, La Paz, Lima y México.


Un candidato ultranacionalista, Ollanta Humala, parece destinado a ganar en este mismo mes la segunda vuelta de las elecciones a la Presidencia de Perú. Aspira, entre otras cosas, a renacionalizar los recursos naturales de Perú, a fomentar el cultivo de coca y a alinear a Perú contra Washington de la mano de la Venezuela de Hugo Chávez y de su vecino boliviano, Evo Morales (que el lunes envió soldados a que tomaran el control de refinerías y explotaciones petrolíferas de Bolivia).


Humala forma parte del nuevo giro izquierdista de Latinoamérica, el sector de la izquierda que no funciona. Dirigentes progresistas de países con un larga historia de izquierdismo (Brasil, Chile y Uruguay) son moderados en el plano económico, tolerantes en el ideológico y libres de prejuicios en el internacional. Hay otra izquierda (la de Chávez, Morales, Humala y Kirchner) que viene de un pasado populista y que persigue un futuro populista: gastos a lo grande, gobierno autoritario y activismo contra EEUU.


La gran esperanza populista de esta izquierda es, sin duda alguna, el ex alcalde de la ciudad de México, Andrés Manuel López Obrador, un poderoso contendiente en la carrera por la Presidencia de México. Por sus antecedentes y por su política, el hombre pertenece claramente a la izquierda que no funciona. López Obrador ha salido de la corrupta maquinaria autoritaria que ha gobernado México durante 70 años, exactamente igual que Kirchner desciende directamente de Juan Perón y que Chávez y Humala empezaron sus carreras políticas con golpes militares fracasados contra gobiernos corruptos pero elegidos democráticamente.


Una cosa es tener al populismo en el poder en los Andes y otra completamente diferente es tenerlo controlando una frontera de 2.000 millas [unos 3.200 kilómetros] con EEUU. Ahí es donde tiene mucho que decir el liderazgo de George W. Bush y de algunos senadores republicanos más clarividentes sobre la reforma de la inmigración.Nada podría contribuir más a la continuidad de una política prudente en Latinoamérica que enviar desde el norte una señal clara de que cooperar con Washington y renunciar al conflicto en América tienen sus compensaciones, incluso en un tema tan emotivo como la inmigración. Por otra parte, pocas cosas podrían ofrecer a los dirigentes ultranacionalistas una prueba mejor del desprecio de EEUU, tan escasamente considerado para con ellos, y de su arrogancia imperial como una nueva paralización de la inmigración.


El presidente de México, Vicente Fox, puso en juego una parte considerable de su prestigio en el compromiso del presidente Bush de corregir su política de inmigración. Sin embargo, primero se interpuso en el camino el 11 – S y luego, Irak; así pues, Bush dejó a Fox con las manos vacías. Sin embargo, la reforma de la inmigración de acuerdo con las líneas del compromiso en el Senado todavía podrían dar a Fox un empujón.


Algo así reforzaría el apoyo a la política de México durante la pasada década: estabilidad y crecimiento de la economía, reglas de juego democráticas, una política exterior madura y responsable y una forma innovadora de combatir la pobreza. Permitiría a EEUU alentar la continuidad de esa política quienquiera que sea el ganador de las elecciones del 2 de julio en México sin interferir en el proceso político de su vecino. Junto con las demás razones excelentes para una reforma prudente de la inmigración, ésta es una por la que merece la pena llevarla a cabo.


Jorge G. Castañeda, profesor de Estudios Latinoamericanos de la Universidad de Nueva York, fue ministro de Exteriores de México de 2000 a 2003.


The New York Times Op – Ed

Texto en la fuente original
(Puede haber caducado)