La indisoluble familia de Bolsonaro

El principal favorito a la presidencia de Brasil ha conseguido que sus tres esposas y todos sus hijos conformen un frente electoral sin fisuras

Diario Sur, MARCELA VALENTE, 15-10-2018

Pregonero de valores familiares tradicionales – que utiliza como ariete contra la llamada ‘ideología de género’ – , Jair Bolsonaro, el candidato ultraderechista favorito para convertirse el próximo día 28 en el nuevo presidente de Brasil, ya va por su tercer matrimonio. Sin embargo, ha logrado que sus exmujeres, sus cinco hijos y la joven esposa actual le apoyen en su carrera electoral y conformen un clan que se inclina ante el patriarca y participa en la campaña.

El ‘capitán’ – como le gusta ser llamado al exmilitar – acudió por primera vez al altar acompañado de Rogeria, madre de sus tres hijos mayores, que sigue utilizando el apellido de casada y le apoya en su trayectoria política. «Mujer inteligente vota a Bolsonaro presidente», dice enfundada en la camiseta de la selección brasileña en un vídeo difundido por las redes sociales. «No es racista, ni homófobo, ni misógino. Confío en él. Con toda certeza él sí», proclama en oposición al sector de la población femenina que protesta contra Bolsonaro bajo la consigna ‘Él no’.

Los hijos de Bolsonaro y Rogeria son los tres mosqueteros de la causa derechista. Flavio, de 37 años, fue electo senador el pasado día 7; Carlos, de 35, es concejal en Río de Janeiro desde 2000 y Eduardo, de 34, se convirtió recientemente en el diputado con más votos de la historia de Brasil. Los logros electorales de los vástagos resultaron un aparente reconocimiento de los votantes a los gestos más que polémicos del patriarca.

En plena campaña Flavio justificó a colegas de su partido que rompieron una placa en homenaje a una concejal izquierdista asesinada a tiros en marzo en Río de Janeiro. Según él, «restauraron el orden» al destruir el panel de Marielle Franco, el nombre con el que sus deudos habían rebautizado una plaza carioca sin esperar el trámite legislativo.

También Carlos estuvo en el centro de la polémica por compartir en las redes sociales la fotografía de un montaje que mostraba a un hombre ensangrentado, con una bolsa cubriéndole la cabeza, atado en los brazos y con marcas en el pecho que lo identificaban con la protesta de mujeres contra Bolsonaro. El modelo simulaba ser un hombre torturado salvajemente por asistir a esa manifestación. Y Eduardo, el senador, fue cuestionado cuando en plena campaña aseguró que «las mujeres de derecha son más higiénicas que las de izquierda».

Sólo quedó al margen de la controversia el cuarto hijo, Renan, de 20 años. El más discreto de los muchachos es hijo de su segunda esposa, Ana Cristina Valle. Según el periódico ‘Folha de Sao Paulo’, la mujer se fue a Noruega en 2009 y pidió asilo mediante un telegrama a la cancillería por presuntas amenazas de muerte de su exmarido. Cuatro testigos confirmaron desde el país escandinavo las penurias de Ana con su ex – que por años le impidió volver a ver a su hijo – . Pero ella salió a desmentir todo. Acusó al periódico de mentir y aseguró que Bolsonaro era buen padre y buen marido.

Con su actual mujer, Michelle, de 36 años, Bolsonaro fue padre de una niña, un suceso que para horror de las feministas definió como «un momento de debilidad». Ella tenía además otra hija de un matrimonio anterior y que vive con ellos. Michelle, su «ancla», según la ha definido el candidato, casi no asiste a actos públicos. Pertenece a la iglesia evangélica, y apenas se la escuchó repetir «amén» en una de esas celebraciones en las que participó con su marido, contrario a las identidades que escapan a la división heterosexual. De hecho, promete que sus hijos son y serán siempre «hombres» y que su pequeña hija Laura, de 7 años, «solo una mujer».

En más de una oportunidad, y aún sabiendo que su eventual interlocutor era gay, Bolsonaro llegó a decir que prefería que un hijo muera en un accidente antes de que sea homosexual. Dijo que los homosexuales «escapan a la normalidad» y que «antes había pocos», pero que con la mayor liberalidad, las drogas y el trabajo de la mujer fuera de casa, comenzó a haber muchos más.

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