Mucho en juego

La Vanguardia, , 11-10-2018

El escenario político español ha dado un giro tan grande como inesperado. Pedro Sánchez y Pablo Iglesias se convirtieron de la noche a la mañana en las dos principales figuras del panorama político y desde entonces no solo parece que han estrechado su relación,sino que han dado muestras de marcar posiciones juntos para ir diseñando un proyecto de país.

Ambos deben de saber que de los errores se aprende y que esta oportunidad no la pueden dejar escapar, porque en política,aunque el tiempo perdido es irrecuperable, nunca es tarde para cooperar y dibujar horizontes que permitan salir de la resignación colectiva en la que los gobiernos del Partido Popular nos habían instalado. Ahora bien, no sirve dibujar cualquier horizonte ya que solo aquel que sea ambicioso, valiente e inclusivo será capaz de dar respuesta a las demandas sociales y no defraudar las expectativas.

Es evidente que el PSOE nunca hubiese llegado a la Moncloa sin el apoyo de Podemos, que desde el primer momento aseguró estar dispuesto a apoyar su Gobierno pero siempre poniendo como condición fundamental concretar determinadas medidas,que se reflejen en los Presupuestos Generales del Estado,que aborden temas urgentes como la vivienda, la energía o el copago farmacéutico.

Lo que bien saben Gobierno y Podemos es que asistimos a momentos clave en el desarrollo político de nuestro país y que para consolidar esta recién estrenada alternativa de gobierno será necesario dejar a un lado diferencias y trabajar por detectar y crear puntos de unión que puedan construir un país con fuertes valores democráticos y progresistas que se hagan cargo de las necesidades del conjunto de la ciudadanía, impidiendo así el paso a otras fuerzas políticas con discursos excluyentes y antidemocráticos como ya pasa en determinados países de Europa. Por esto el PSOE debe saber que gobernar es decidir, es tomar partido yes afrontar decisiones que deben ir encaminadas a defender a la mayoría social, recuperando derechos y garantizando unos nuevos, aunque esto suponga entrar en un cierto grado de conflicto con las élites económicas.

Los gestos hasta ahora muestran que desde que Pedro Sánchez llegó a la Moncloa el PSOE tiene claro que sus políticas van en esta dirección lo que podría traerle varias cosas buenas, entre ellas recuperar un espacio político del que tan caro le costó salir y encontraren Podemos un socio que ya ha anunciado su lealtad si la hoja de ruta es verdaderamente materializar las promesas en medidas concretas.

Ciertamente el reto del Gobierno no es fácil porque, después de esa euforia colectiva que desató su llegada a Moncloa en los sectores progresistas, el ejecutivo tiene que demostrar no solo lo necesaria que es una alternativa que gobierne de otra manera, sino que es capaz de liderarla y de hacerla funcionar. La prueba más contundente que lo demostraría sería que consiguiera aprobar los Presupuestos Generales del Estado cuyas negociaciones no están siendo precisamente fáciles, pero con el pacto alcanzado entre el ejecutivo y el partido morado ya se allana bastante el camino asegurándose el voto a favor de 156 diputados. Así se cumpliría el deseo que Pedro Sánchez viene expresando hace ya algunas semanas y es que el presidente quería conseguir viajar a Bruselas habiendo cerrado un acuerdo de Presupuestos con Podemos.

A pesar de este reciente acuerdo para poder avanzar en la aprobación de las Cuentas estos últimos días hemos asistido a algunos tira y afloja entre Gobierno y Podemos ya que este último le exigía concreción y ambición en las medidas incorporadas. A pesar de esto una cosa era clara, la voluntad de ambas partes de llegar a acuerdos, así lo afirmó Pablo Iglesias en unas recientes declaraciones donde aseguró que el acuerdo era que debían ponerse de acuerdo.

Y es que es necesario que cada fuerza política encuentre su espacio por separado siempre y cuando sea para poder avanzar juntas. El PSOE por su parte debe recuperar credibilidad liderando un proyecto progresista que vaya de las palabras a los hechos y Podemos debe ser una fuerza política que garantice este proyecto no siendo una fuerza pasiva sino propositiva con altura de gobierno. Avanzar juntos es necesario, porque es la única menara posible que tienen de demostrar la viabilidad de una alternativa de gobierno, sólida y estable, que atienda el problema territorial, la urgencia social y persiga la corrupción, demasiado enraizada ya en nuestras instituciones.

Para que esto comience a ser una realidad la presentación y posterior aprobación de los Presupuestos Generales del Estado es imperativo, pero tras el acuerdo de Gobierno y Podemos veremos que hacen otros grupos parlamentarios que son determinantes para que salgan adelante, deseando que las decisiones estén tomadas desde una cierta responsabilidad y altura política.

Con todo esto a veces es necesario mirar y analizar las cosas con cierta perspectiva y cuando salimos por un momento de nuestro frenesí político nacional y miramos a Europa nos damos cuenta que lo que está en juego en nuestro país no es poco, porque el riesgo que supone que un proyecto progresista, democrático e inclusivo no se haga cargo de satisfacer las demandas ciudadanas de demasiado alto.

Las fuerzas populistas de ultraderecha, racistas e insolidarias se abren paso en el escenario político europeo y no solo se están haciendo con los gobiernos de determinados países, sino que están llegando al Parlamente Europeo y amenazan con hacerlo todavía más en las próximas elecciones europeas.

Hace unas semanas un editorial de El País afirmaba que en 2015 se tenía miedo de las fuerzas que venían a cambiar Europa y varios años después observamos como la ultraderecha quiere dinamitarla, un acertado diagnostico que nos sirve para reflexionar sobre lo importante que es poner en valor un relato progresista y democrático que no solo aspire a convencer sino que además aspire a cumplir y responderlas demandas de las mayorías sociales asegurando bienestar, certezas y horizontes.

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