Los manteros de Barcelona se trasladan a la plaza de Catalunya

Las nuevas terrazas de Palau Mar obligan a docenas de vendedores ambulantes a buscar otros emplazamientos en el centro

La Vanguardia, LUIS BENVENUTY, , 24-09-2018

Las mesas, sillas y jardineras que los restauradores de Palau de Mar acaban de instalar frente a sus negocios están obligando a los vendedores ambulantes sin permiso a buscar nuevos lugares para vender sus bolsos, camisetas, gafas de sol… El paso entre el Museu d’Història de Catalunya y el Port Vell es desde hace años el emplazamiento más deseado por los manteros de Barcelona. Aquí acostumbraban a ganarse la vida alrededor de 90 subsaharianos. De manera que estos días las mantas se están desparramando de un modo un tanto inusitado sobre los últimos tramos de la Rambla y, sobre todo, sobre la plaza Catalunya.

Sí, hace años que los manteros conquistaron los subterráneos del metro y de los ferrocarriles en la plaza Catalunya, pero su presencia sobre la superficie de este punto neurálgico era mucho más intermitente. Normalmente la gente puede andar. O podía. Ayer, y también anteayer, a ratos, especialmente frente a la cafetería Zurich, caminar resultaba mucho más complicado que la semana pasada. El gran bazar en que se convirtió Barcelona tiene vida propia, y se ajusta y reajusta por sí mismo según las circustancias.

El gobierno de Colau insiste en que la solución ha de tener un acento social, y no policial, pero la cooperativa promovida por el Ayuntamiento está beneficiando a apenas una quincena de antiguos vendedores

Los otros grandes zocos de Barcelona, los ubicados en el paseo Joan de Borbó y los alrededores del monumento a Colom, ya están bien saturados. Encontrar allí un hueco donde extender la manta no es tan sencillo. Las discusiones, que no disputas ni peleas, por los rincones con más sombra y más tránsito de guiris son en estos lugares continuas.

El gobierno de la alcaldesa Ada Colau insiste en que la solución a este problema ha de tener un acento social, y no policial, pero la cooperativa promovida por el Ayuntamiento para dar a estas personas una segunda oportunidad apenas está beneficiando a una quincena de antiguos vendedores. Los planes de ocupación dispuestos tampoco están revirtiendo la situación.

Manteros en plaza Catalunya

Manteros en plaza Catalunya (Llibert Teixidó)
Entre tanto asistimos al último capítulo de la guerra que comerciantes de toda la vida y vendedores ambulantes mantienen por la ocupación del espacio público. En Palau de Mar los restauradores acaban de dar un golpe de efecto con sus nuevas terrazas. Los subsaharianos pasaban aquí larguísimas jornadas, desde el mediodía hasta la hora de cenar. Únicamente entonces, al avanzar la noche, dejaban algún hueco a los artesanos con aires hippies que venden pulseras, collares y en ocasiones piedras supuestamente mágicas. Los restauradores estaban ya hasta las narices. Muchos de ellos se quejaban de que la presencia de manteros degradaba la imagen de sus negocios, que a la gente no le gusta cenar mientras dos vendedores ambulantes discuten sobre qué manta está fuera de lugar, que todo ello estaba repercutiendo en sus cajas registradoras. Entonces se les ocurrió ampliar sus terrazas. Ahora 90 manteros peregrinan por la ciudad.

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