Los altercados de Chemnitz y el ascenso de la derecha radical en Alemania

El clima de fractura provocado por la política de asilo ha contribuido a reducir el umbral moral: a la gente no le importa unirse a un grupo de matones que hace el saludo nazi si parece que lucha por una “causa justa”

Público, MATTHIAS ECKE (SOCIALEUROPE), 18-09-2018

Fue una noche horrible para Karl Marx. Desde su pedestal ubicado en la ciudad alemana de Chemnitz, fue testigo de una de las manifestaciones más multitudinarias de gente coreando consignas fascistas que ha tenido lugar en la Alemania posterior a la guerra. La plaza donde reposa la gigante cabeza esculpida del filósofo, de la que fuera la Karl-Marx-Stadt (ciudad de Karl Marx) entre 1953 y 1990, de pronto se había convertido en el escenario de una muchedumbre enfurecida repleta de símbolos nazis cuyas imágenes se difundieron por todo el mundo. ¿Qué ha estado ocurriendo en esta antigua ciudad de rico patrimonio industrial?

Crimen y resentimiento

El detonador inmediato que provocó las protestas fue un trágico homicidio. Durante la noche del 26 de agosto de 2018, un alemán de 35 años fue asesinado a puñaladas. Dos jóvenes solicitantes de asilo procedentes de Siria e Iraq han sido arrestados como sospechosos principales. A pesar de que las investigaciones de las autoridades dieron sus frutos de forma inmediata, una red de grupos radicales de derechas y hooligans futboleros convocaron una manifestación para demostrar –según sus propias palabras– “quién tiene la última palabra en esta ciudad”. En imágenes colgadas en internet se les ve persiguiendo a extranjeros por las calles mientras la policía aparecía desprevenida y superada en número.

EL 1 DE SEPTIEMBRE, POLÍTICOS DE AFD Y OTROS GRUPOS LOCALES DE DERECHAS DESFILARON HOMBRO CON HOMBRO CON ACTIVISTAS NEONAZIS, DESTACANDO QUE LA LÍNEA QUE SEPARA A LA “VIEJA DERECHA” Y LA “NUEVA DERECHA” SE HA DESDIBUJADO HASTA EL PUNTO DE DESAPARECER

Al día siguiente, las redes locales contra los refugiados y otros grupos de derechas organizaron una enorme concentración con el apoyo del partido de ultraderecha Alternativa para Alemania (AfD). Asistieron unas 6.000 personas (muchas más de lo que esperaba la policía), entre ellas muchos supuestos ciudadanos corrientes que expresaban su enfado por el asesinato y por la política de asilo de Alemania. En algunos puntos la manifestación se descontroló, se realizaron saludos hitlerianos que son ilegales y quedaron impunes y algunos periodistas fueron agredidos. En otra manifestación organizada el 1 de septiembre por AfD y otros grupos locales de derechas, destacados políticos de AfD desfilaron hombro con hombro con activistas neonazis, destacando el hecho de que la línea que separa a la “vieja derecha” y la “nueva derecha” se ha desdibujado hasta el punto de desaparecer.

¿Por qué Alemania Oriental, por qué Sajonia?

La propaganda y la violencia de la derecha no son un problema único en la Alemania del Este, pero esta se concentra en los estados federales debido a diversos factores políticos, económicos y culturales.

La transición de Alemania oriental a la economía de mercado se ha logrado con éxito. Actualmente, la renta media per cápita solo es algo inferior al promedio de la UE de los 27, donde Sajonia destaca como el más próspero de los (cinco) nuevos estados federales. El desempleo ha alcanzado mínimos históricos. Sin embargo, a pesar de casi 30 años de unificación, las diferencias de renta entre Alemania occidental y oriental prevalecen y se han solidificado; la jornada laboral es más larga en el Este, y mucha gente tiene que dejar a la familia y amigos para encontrar trabajo en el Oeste –todo lo cual, para muchos, resulta humillante–.

A menudo se pasa por alto que las dos zonas de Alemania, unidas desde hace tres décadas, todavía pueden evocar los 40 años anteriores de división, con la consiguiente tradición política diferente. Algunos analistas afirman que Sajonia –y otras zonas del este de Alemania– pertenecen históricamente a Europa del Este en lugar de a Europa occidental y, por lo tanto, tienen una tradición política más similar a la de Polonia o Hungría que a la de Alemania occidental.

En el Este de Alemania, las experiencias vividas durante la transición han contribuido a que exista un nivel muy bajo de confianza en el Estado y sus representantes, mientras que, al mismo tiempo, ha prevalecido el concepto vertical en la toma de decisiones políticas y la idea autoritaria de un Estado omnipotente. El compromiso político es menor que el promedio alemán, la sociedad civil y los partidos políticos son más débiles y están menos arraigados.

SAJONIA ES UN CASO ESPECIAL. LAS ESTRUCTURAS DE LOS ACTIVISTAS DE ULTRADERECHA PUDIERON DESARROLLARSE HASTA EL PUNTO DE QUE LLEGARON A APOYAR AL LLAMADO GRUPO TERRORISTA NSU

Sajonia es un caso especial. Las estructuras de los activistas de ultraderecha pudieron desarrollarse hasta el punto de que llegaron a apoyar al llamado grupo terrorista NSU (National Socialist Underground) en su indetectable oleada de asesinatos contra extranjeros. Las manifestaciones racistas de PEGIDA en Dresde han continuado siendo un fenómeno local a pesar de los intentos de difundir el movimiento más allá. Y la mayoría de las alarmantes protestas contra los refugiados que Alemania ha visto en los últimos años han tenido lugar en ciudades sajonas como Freital, Heidenau, Clausnitz o Bautzen.

La conservadora Unión Demócrata Cristiana (CDU), al frente de la administración estatal durante casi 30 años, se enfrenta actualmente en Sajonia a las consecuencias de su continuo juego con el extremismo de derechas y parece incapaz de reaccionar de manera adecuada y efectiva. Asimismo, los años de austeridad han agotado los servicios públicos de Sajonia, incluidas las fuerzas del orden público. (…)

Chemnitz: ¿una cuenca hidrográfica?

Queda por ver si los disturbios de Chemnitz se convertirán en un punto de inflexión en la historia política alemana. Han sido grandes, pero no únicos: en los últimos años se han llevado a cabo protestas contra los refugiados regularmente por todo el país. Por otra parte, los disturbios de Chemnitz son especiales porque un evento visiblemente organizado por neonazis flagrantes rara vez ha recibido tanto apoyo por parte de ciudadanos (“comunes”) no organizados anteriormente. Al parecer, a la gente no le importa unirse a un grupo de matones que hacen el saludo nazi si parece que luchan por una “causa justa”. El clima público de fractura que se ha establecido durante el duro debate actual sobre la legitimidad y el éxito de la reciente política de asilo de Alemania ha contribuido lamentablemente a reducir el umbral moral para tales confraternizaciones.

Por otra parte, estos acontecimientos han originado protestas públicas y han provocado que los líderes políticos defiendan los valores de la democracia liberal y del Estado de derecho con mayor firmeza. En el discurso de los medios de comunicación, estos acontecimientos se interpretaron como una señal de alarma de que la esencia misma del estado democrático podría estar en peligro.

DEFENDER LA DEMOCRACIA, EN ÚLTIMA INSTANCIA, REQUERIRÁ MÁS QUE MÚSICA, POR DESCONTADO

Sin embargo, los disturbios y las reacciones probablemente fortalecerán al partido de ultraderecha AfD. Transformar cada conflicto en una división cultural o un choque de civilizaciones es una parte esencial de su agenda. Además, los llamamientos entre los partidos en favor de la unidad democrática difuminan las diferencias entre partidos rivales y, por lo tanto, apoyan el relato de extrema derecha como la única alternativa real. Con sus buenos números en las encuestas de votación, su ampliación de recursos como partido parlamentario y su gran capacidad para establecer agendas, el AfD es una fuerza política que ha venido para quedarse. En cuanto a sistemas de partidos, la excepcionalidad alemana ha llegado a su fin. La inmunidad históricamente arraigada que adquirió Alemania en la posguerra al establecimiento de partidos políticos de ultraderecha es, definitivamente, una cosa del pasado.

No obstante, hay una vívida resistencia. El 3 de septiembre, Karl Marx probablemente se sintió compensado por lo que tuvo que presenciar una semana antes: hasta 65.000 personas asistieron a un concierto antirracista llamado “Wir sind mehr”; había tanta gente que el concierto tuvo que ser trasladado de lugar . El espectáculo podría convertirse en un faro que arroje luz sobre la vibrante escena cultural y creativa de Chemnitz. Pero defender la democracia, en última instancia, requerirá más que música, por descontado.

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