Bombero cooperante: los niños de Lesbos no pintaban delfines en el mar, sino cadáveres

El Diario, , 18-08-2018

Con la idea de escribir un libro sobre sus peripecias como cooperante, el bombero sevillano Manuel Blanco, uno de los tres miembros de la ONG Proem – Aid que fueron detenidos y enjuiciados en Lesbos (Grecia), recuerda cómo los niños refugiados no pintaban el mar con delfines y ballenas, sino con cadáveres.

Más de dos años (2015 – 2018) de rescates y ayuda que, sin duda, Blanco reconoce en una entrevista con Efe que le han dejado, tanto a él como a sus compañeros, signos de estrés postraumático “de libro”.

Blanco ha acudido a Santander para participar en una mesa redonda en la Universidad Internacional Menéndez Pelayo, titulada “Salvar vidas no es delito”, lo que considera que resume muy bien qué les sucedió a él y a los otros dos bomberos detenidos, Enrique Rodríguez y Julio Latorre.

En su opinión, se estaba “juzgando la solidaridad”, cuando el problema es lo que provoca que esas personas tengan que emigrar a través del mar.

Él apunta a la violencia, la guerra o la pobreza extrema, que insiste en que deben abordarse con “una respuesta global y de Estado”, y no con “parches” como hasta ahora.

El detonante para ir a ayudar a Lesbos y salirse de su zona de confort fue, además de que ser bombero supone llevar en el ADN el salvar vidas, la imagen del de Aylan, el niño sirio ahogado en la costa de Turquía. “Al ponerle nombre y apellidos hizo que mucha gente actuáramos”, asegura Blanco.

A su llegada comprendió que los días en una zona así “no tenían fin”, ya que “el goteo” de embarcaciones era constante.

Eran tantas las que llegaban a la costa griega llenas de personas que los rescatadores se veían obligados a utilizar criterios de precariedad para acudir en auxilio de una u otra primero.

“Eran horas, horas y horas de rescate y no sabíamos muy bien cuando parar porque no queríamos irnos si quedaban embarcaciones en el mar”, recuerda.

Lo más duro de la experiencia afirma que era la carga psicológica y el esfuerzo mental, que les hacían llevarse “el trabajo a casa” y pensar en cómo lo estarían pasando esos padres para viajar con sus hijos en barcazas con chalecos que “ni hacen flotar” y metiendo “toda su vida en dos bolsas de basura”.

El momento más reconfortante está convencido de que llegaba al ver la cara de las personas cuando se completaba un rescate. “Todos sabemos el idioma universal de querer entendernos y darnos las gracias con una mirada de felicidad”, relata.

Por ello, opina que es “imposible” no implicarse psicológicamente porque no es lo mismo sacar a una persona de un coche que a cientos del agua. “Qué habrá en la tierra cuando su única salida es el mar”, se pregunta el bombero.

El contrapunto a este tipo de situaciones asegura que lo ponía el “Proyecto Agua”, de la organización humanitaria Proem – Aid, cuyo objetivo principal es que los niños pierdan el miedo al mar después de tener que cruzarlo en una patera, pero también ayudar a “personas olvidadas de la isla”, como las mujeres o al colectivo LGTBI.

Esa iniciativa comenzó cuando se fijaron en cómo ilustraban los niños refugiados el mar. “Los niños no pintaban un mar con delfines y ballenas, sino con cadáveres”, recuerda.

Según Blanco, aquellos niños no tenían nada que ver con lo que se entiende por infancia, puesto que pensaban que “para qué llorar si nadie hace caso”.

Todas estas situaciones han hecho reflexionar a Manuel Blanco sobre la diferencia que supone nacer “200 kilómetros más al sur o al norte” y lo que condiciona una vida su lugar de nacimiento.

Fue a principios de 2016, poco más de un mes después de llegar, cuando Blanco y sus dos compañeros sevillanos “saltaron a la fama” por su detención en Grecia, acusados de tráfico de personas y posesión de armas.

Incredulidad por la acusación y miedo a una sanción ejemplarizante fueron las primeras reacciones de los bomberos, que en un principio hasta pensaron “que se trataba de una broma”.

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