El Gobierno Vasco busca recursos para atender a los subsaharianos que desean quedarse en Euskadi

El objetivo es ofrecerles garantías una vez agotados los cinco días de urgencia para que entren en la cartera de servicios sociales La Red Ciudadana por la Acogida insiste en que no se ofrecen los recursos necesarios en Donostia ni Irun

Diario de noticias de Gipuzkoa, Jorge Napal, 14-08-2018

La realidad migratoria continúa un paso y medio por delante de los planes diseñados. El flujo de personas es constante. Las instituciones vascas y Cruz Roja han atendido en Euskadi desde el pasado mes de junio a casi 2.000 subsaharianos (1.984) en tránsito hacia otros países de Europa. Solo durante el último fin de semana han echado mano de los dispositivos habilitados un total de 471 personas que, procedentes del sur con escala en Bilbao, llegan a Donostia e Irun convirtiendo ambas ciudades en un corredor multiétnico.

Este flujo, tradicionalmente clandestino y discreto, va tomando las calles conforme pasan los días, de la mano de las organizaciones sociales. Una realidad visible que está dando rienda suelta a todo tipo de iniciativas, desde gaztetxes habilitados con carácter de urgencia, a ciudadanos anónimos que acuden al hospital a tratar las heridas abiertas de subsaharianos.

Prevalece cierta sensación de desconcierto y una lectura de la situación diametralmente opuesta entre las instituciones, que entienden que están ofreciendo a estas personas en tránsito los recursos necesarios, y las organizaciones sociales, que denuncian que no son suficientes. “No queremos entrar a valorar las críticas que estamos recibiendo. La atención que se presta en Donostia e Irun es la misma que en Bilbao”, aseguran fuentes de Cruz Roja, entidad que ha sido puesta en el ojo del huracán y que gestiona los recursos de un dispositivo liderado por el Gobierno Vasco.

Dentro de una estrategia llamada a despertar conciencias y que comienza a ser habitual, los bajos del Ayuntamiento de Donostia se convirtieron ayer en el escenario de la cuarta protesta ciudadana que tiene lugar durante las dos últimas semanas. En esencia, la reclamación es la misma: insisten en aumentar los recursos para atender a estas personas en tránsito.

El colectivo censura que limitar la asistencia a tres días en el albergue de Zorroaga ha abocado a dormir en la calle a una veintena de migrantes, con la estimación de que hoy lo hagan otras tantas.

La denuncia de esta situación en Donostia toma el testigo de la que tuvo lugar el domingo en Irun, donde casi una treintena de personas durmieron al raso tras cubrir el cupo máximo de tres noches, a pesar de disponer de “35 plazas libres en el albergue”.

Con los datos en la mano, el verano de por medio y los cientos de migrantes que siguen llegando al Sur, el escenario que se plantea en Euskadi, y concretamente en Gipuzkoa, no hace prever que las cosas vayan a cambiar a corto plazo. Solamente ayer, efectivos de Salvamento Marítimo rescataron frente a las costas andaluzas a 433 migrantes, entre ellos un menor, de once pateras y una colchoneta hinchable.

MIRANDO HACIA EL NORTEEs un flujo constante que, en un porcentaje muy elevado, mira hacia el norte. El Gobierno Vasco es consciente de ello y más allá del debate que se ha suscitado estos días en torno a las plazas que permiten dormir a los migrantes durante tres o cinco días, está buscando recursos para dar cabida a las personas que han agotado su estancia en los dispositivos de urgencia y muestran su deseo de quedarse por más tiempo. “Se están buscando lugares adecuados para ello, pero están encontrando dificultades”, confesaban ayer fuentes consultadas. No se trataría en estos casos de una asistencia puntual puesto que estas personas necesitan un mínimo de seis meses para acceder al programa humanitario vasco Harrera para migrantes en situación de exclusión grave.

El camerunés Luciano Junior, de 21 años, es uno de ellos. Después de dormir durante tres días en el albergue de Zorroaga, gestionado por Cruz Roja, ayer lo hizo en el gaztetxe Txantxarreka de El Antiguo. Este local de ocio para jóvenes ha abierto sus puertas “a quienes ya no pueden acceder a recurso alguno, para evitar que queden tirados en la calle”, según denunció ayer la Red Ciudadana por la Acogida de Donostia, que insistió en la necesidad de habilitar más recursos. “Esta noche han sido quince las personas alojadas en el local del gaztetxe que no da más de sí, y que no está preparado, de modo que será preciso habilitar de inmediato otras soluciones”.

El camerunés, calado con un sombrero de pirata con el que, a pesar de todos los pesares le quisieron hacer partícipe de la fiesta donostiarra, relataba ayer su calvario. “Me escapé de Camerún hace un año y tres meses”, decía el chaval junto a su hermano Wulson, de 18 años, apostado en uno de los arcos del Ayuntamiento de Donostia.

Asegura que escapar de la miseria y de la guerra no entiende de protocolos. Estos chavales, que duermen estos días en el gaztetxe, han huido de un país en el que más de 180.000 personas se han visto obligadas a abandonar sus hogares durante los últimos meses debido al conflicto entre el Ejército y los grupos armados independentistas en las regiones anglófonas del oeste de Camerún, según un informe que acaba de ser publicado por Human Rights Watch (HRW).

Ni siquiera se atrevía a explicar ayer el joven cómo dejaron atrás su tierra natal, donde la situación de derechos humanos ha alcanzado niveles de crisis y aún puede empeorar mucho. “Se necesita acción internacional para asegurar que ambas partes protejan a los civiles y se haga justicia por los crímenes perpetrados contra ellos”, decía una activista. “Lo más sorprendente es la educación que a pesar de toda esta vivencia siguen mostrando estos jóvenes, y lo agradecidos que son ante el mínimo gesto”, subrayaba Ane Mujika.

Esta mujer fue quien recogió la semana pasada de la Estación del Norte a un joven subsahariano enfermo de diabetes que deambulaba por la calle. El chico se desvaneció a la entrada del Ayuntamiento de Donostia cuando protagonizaba una protesta junto a otros compatriotas en demanda de más recursos. Ane ha tenido noticias del chico. Se mostraba feliz. “Ha conseguido atravesar la frontera y continuar hacia Francia”, decía exhibiendo una amplia sonrisa. Hay migrantes que estos días mandan mensajes de esperanza vía WhatsApp a particulares como Ane y diferentes entidades sociales. Les dicen que han conseguido su objetivo y llegar sanos y salvos a sus destinos. Que ya están junto a seres queridos o conocidos en París, Lyon, Toulouse o Bélgica.

Muestran en sus mensajes de voz su gratitud por el empujón recibido en el paso fronterizo que les permitió seguir su camino. Hay otros con menos suerte que intentan cruzar la frontera y son devueltos sistemáticamente por la Gendarmería francesa. El Gobierno Vasco defiende una regulación más ágil y flexible y la reformulación de los ámbitos competenciales en materia de inmigración.

Luciano Junior fue uno de los inmigrantes africanos que participaron ayer en la concentración en los bajos del Ayuntamiento de Donostia, tras una pancarta en la que se leía el lema San Sebastián, ¿ciudad de acogida? No para las instituciones. La portavoz de la Red, Sara Pikabea, una integrante del gaztetxe del Antiguo, Maddi Ibarra;y el inmigrante Abdel Asiss Mounpe leyeron en castellano, francés y euskera un comunicado en el que exigieron una rápida respuesta del Ayuntamiento para evitar que estas personas tengan que dormir en la calle.

Según denunciaron, los recursos de acogida, que disponen de 25 plazas, permiten dormir a los migrantes durante tres noches ampliables a cinco si hay camas libres, lo cual no evitó en la noche del domingo al lunes que una veintena de ellos pernoctaran en la calle.

La Red Ciudadana por la Acogida mantuvo el pasado miércoles una reunión con el Ayuntamiento de Donostia, la Diputación y el Gobierno Vasco. Ayer denunciaron que todavía no han recibido respuesta alguna al documento entregado a las instituciones sobre las mejoras planteadas.

Texto en la fuente original
(Puede haber caducado)