En un claro síntoma de que su candidatura a las elecciones presidenciales del año próximo en Francia se consolida, las críticas a la socialista Ségolène Royal suben de intensidad y surgen de los frentes más inesperados. La última andanada procede de un colectivo de mujeres de su propio partido, bajo la firma de 143 Rebeldes, que encabeza Anne Hidalgo, la primera teniente de alcalde de París. En su comunicado, denuncian el famoseo en favor de la presidenta de la región de Poitou – Charentes y compañera sentimental del primer secretario del Partido Socialista francés (PS) François Hollande.

Las rebeldes se dicen “hartas” de la presencia de Royal en los medios de comunicación y consideran que reivindicar el papel de las mujeres en el PS – que incumple sistemáticamente las leyes de la paridad – no pasa por que “los sondeos reemplacen el voto de los militantes”. Por otra parte, el comunicado de las rebeldes ha tenido el efecto de provocar un aluvión de apoyos explícitos a Ségolène Royal desde muchos ámbitos del partido, especialmente entre las mujeres, que acusan a Hidalgo y sus seguidoras de “querer estropear una ocasión única en la historia de Francia”.

El PS elegirá a su candidato a la presidencia mediante una votación interna antes de finales de año. Las encuestas sitúan a Ségolène Royal muy por delante de todos los demás candidatos socialistas y a la par con Nicolas Sarkozy, cada vez más asentado como candidato de la derecha.

El articulista Jacques Julliard ironizaba sobre el tema definiendo la irrupción de Royal en la carrera a la candidatura socialista como “la entrada de una porcelana en un almacén de elefantes”. El último sondeo de Ifop para la revista Paris Match indica que, de tener lugar ahora la primera vuelta de las presidenciales, Sarkozy, como único candidato de la Unión por un Movimiento Popular (UMP), alcanzaría el primer puesto con un 32% seguido muy de cerca de Royal, con un 30%. En la segunda vuelta, el ministro del Interior se impondría por un ajustado 51% contra un 49%. Si en lugar de Royal, se presentara cualquier otro candidato socialista sería literalmente aplastado por Sarkozy.

Mientras tanto, Sarkozy mantiene su hegemonía en el campo conservador, frente a su cada vez más difuminado primer ministro Dominique de Villepin. La semana que viene comienza el debate parlamentario de uno de sus proyectos más ambiciosos, la nueva ley sobre la inmigración. En declaraciones a Le Monde, defiende su intención de establecer “una inmigración escogida”.