«No necesisto botox ni cirugía plástica, ¿dónde me lo voy a poner?» «El paso del tiempo no significa deterioro, sino sabiduría»

ABC, 26-04-2006


En la era de la dictadura de la imagen, del culto al cuerpo, Salma Hayek, que está a punto de rebasar la barrera de los cuarenta, puede ahorrarle a cualquiera una visita al psicólogo. Asegura sentirse mejor que nunca sin haber tenido que recurrir a técnicas artificiales de rejuvenecimiento como el botox o la cirugía plástica: «Para mí es fácil decir que nunca lo voy a hacer. No tengo donde ponerme el botox ni dónde hacerme la cirugía plástica. No se me pasa por la cabeza ni creo que lo haga en el futuro. Tengo otra actitud al resto de la gente, a lo mejor es por eso que no envejezco».

La actriz, directora y productora asegura, además, que cuando no trabaja vive retirada en su rancho, cuidando de sus gallinas «y no les importa lo más mínimo si me pongo botox o no».

En su reloj biológico, sólo exite una edad: «hoy, ése es el único tiempo que existe: ahorita, no tengo nostalgia del pasado. Mi vida no es una repetición. siempre estoy cambiando, eso ayuda a no envejecer».

SALMA HAYEK

Actriz

Tras haber logrado superar las barreras del racismo y el machismo en Hollywood, Salma Hayek se ha convertido en una estrella de la Meca del Cine que, además, es todo un símbolo para la comunidad hispana en Estados Unidos. Esta menuda gran mujer, que se define como apasionada y muy creativa, ha pasado por Madrid para hablar de «Pregúntale al viento», película que se estrena el 12 de mayo y en la que comparte protagonismo con Colin Farrell. En el filme, dirigido por Robert Towne (guionista de «Chinatown» y «Misión Imposible»), la veracruzana da vida a Camilla, una emigrante mexicana en Los Ángeles durante la depresión de los años 30, que persigue el sueño americano pero se enamora perdidamente del escritor de origen italiano Arturo Bandini (Farrell).

– ¿Qué le atrajo del personaje de Camilla, su fortaleza o el hecho de los obstáculos que afronta?

– Me atrajo todo. Vive en una época difícil, no sólo por tener que enfrentarse al racismo, también por el hecho de ser mujer. Tiene sueños muy sencillos pero que en 1930 y en Estados Unidos son casi imposibles de alcanzar. Ella desea sobrevivir, poder tener un trabajo y no ser ilegal. No anhela ser presidenta de EE.UU… simplemente, lo que quiere es no morirse de hambre y ser aceptada por una sociedad.

– Junto con el de Frida Kahlo, creo que éste es su personaje favorito.

– Sí, así es.

– Sin embargo, tardó ocho años en aceptarlo.

– En esos ocho años yo crecí. No sólo como persona, sino a nivel artístico. No es algo simple. En el guión, esta historia de amor no tenía una estructura típica. Se necesitaba cierto nivel de sofisticación para entender lo que había ahí y que el amor tiene que ser algo más abstracto; normalmente cuando se proyecta en una película, aunque sea una tragedia, siempre es mucho más sencillo. En ésta, no lo es, porque la vida tampoco lo es.

– A la hora de dirigir o producir ¿qué proyectos le interesan?

– Lo primero que dirigí fue algo que me ofrecieron, quizá nunca lo hubiera hecho por mí misma. Después me ofrecieron dirigir un vídeo de Prince, y en él la mujer se refleja desde otro punto de vista, no es el típico en el que las chicas están ahí moviéndose [se levanta y hace contoneos] como meros objetos. Ahora estoy escribiendo una película que no sé si haré algún día, no sé si me quedará bien el guión… Es una historia de amor de un hombre con la música y tiene una sensibilidad muy personal.

– Normalmente, a las latinas en Hollywood sólo les ofrecen personajes de chica sexy. ¿Ha sufrido en carne propia el racismo en el cine?

– Sí, un poco sí. Pero va más allá. Tengo amigas que no son latinas y les ocurre lo mismo. Qué duda cabe que los pocos papeles fuertes son para las estadounidenses, pero el de Camilla es el personaje de una latina fuerte, compleja, que está lleno de matices.

– Parece que en Hollywood la mujer, en general, tiene las de perder, sobre todo si pasa de los 40…

– Yo cumplo 40 este año y no noto ninguna diferencia, como ha sido difícil desde el principio no lo veo más difícil ahora. En mi caso, incluso, es al revés: ahora me va mejor que nunca. Quizá es porque no me siento con 40 años. Tengo una relación con el tiempo distinta de la mayoría de las personas que conozco. Yo no relaciono el paso del tiempo con deterioro, sino con sabiduría.

– Es decir, el paso del tiempo no le pone nerviosa.

– Va más allá, no es que me resigne a cumplir años. Siento que cada día estoy mejor, mi salud es mejor que nunca, mis relaciones humanas también. Ojalá a los 24 años hubiera sido lo que soy ahorita. No tengo arrugas, no me ha salido nunca una cana, no se me cae nada… La edad está aquí [apunta con un dedo a su cabeza].

– ¿Cómo elige sus proyectos?

– Hago lo que puedo con lo que hay. A veces digo: esto puede ser bueno y a veces, también digo: esto me puede venir bien para construir el «living room» de mi rancho…

– Es un mujer muy influyente para la comunidad hispana.

– Tengo cierta responsabilidad no como latina, como ser humano. El 50 por ciento del trabajo que hago es activismo y sólo se ve el 3 por ciento porque tampoco le doy publicidad. Me implico también en todo lo de Ciudad Juarez, el medio ambiente, violencia doméstica, sida infantil y cáncer femenino.

TEXTO: SILVIA CASTILLO FOTO: JAIME GARCÍA

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