Le Pen «resucita» en la crisis francesa

La Razón, 22-04-2006

París – Más orondo que atlético, por lo general con camisa blanca aunque el
negro histórico no le disguste y sin espada que desenvainar, el
ultraderechista Jean Marie le Pen tiene pocas semejanzas con don Diego de
la Vega. Lo que no fue óbice para que se reivindicase como «el Zorro de la
política francesa: el justiciero al que nadie ve aparecer». El antifaz del
héroe de ficción, sin embargo, no le es extraño a Le Pen, quien en los 60
ya portaba un parche que tapaba su ojo de cristal y le prestaba una
apariencia aún más fiera como líder de la extrema derecha gala.
   Aunque grotesca, la imagen del viejo dinosaurio ultra tiene su parte de
razón. Jean Marie le Pen ha vuelto a apostarse tras el ramaje de los
grandes partidos políticos, a la espera de su oportunidad en las
elecciones presidenciales que se celebrarán dentro de un año. Débil,
anciano y sin la dialéctica de latigazos que lo caracterizó, el presidente
del Frente Nacional (FN) sigue, no obstante, en poder del embudo donde
desemboca la mayor parte del voto de protesta francés.
   La
prueba es un sondeo publicado ayer por la televisión gala, en el cuarto
aniversario del seísmo del 21 de abril de 2002, cuando el FN superó a los
socialistas y se convirtió en el segundo partido del país. Un 35 por
ciento de los franceses dice que la existencia de la extrema derecha
«enriquece el debate político». La misma proporción considera que las
reivindicaciones ultraderechistas se aproximan a sus preocupaciones,
especialmente en materia de inmigración (43 por ciento) y seguridad (31
por ciento).
   Estas cifras muestran el electorado potencial del FN,
que sigue creciendo a golpe de crisis: la económica, con un paro al 9,7
por ciento que sigue minando la moral de las clases medias y bajas; la
social, con la revuelta de los suburbios y las manifestaciones contra el
contrato joven, y la cultural, simbolizada por un país que se pregunta por
su vieja identidad en las nuevas aguas multiculturales.
   La misma
receta. La receta del Frente Nacional se repite desde hace 25 años: freno
a la inmigración, preferencia francesa en el acceso a ayudas sociales,
mano dura con la criminalidad y no a Europa. Aunque, convencido por
Marine, su hija y sucesora, el líder ultra intenta dulcificar la fachada
para dar el salto de votantes que le permita ser alternativa de poder.
Aunque, a sus 78 años, pocos creen en la imagen de un Le Pen afable. Con
algunos problemas de salud y tras una reciente intervención de próstata,
muchos se preguntan si el «Zorro» soportará una nueva campaña
presidencial. «No pasa nada. Soy más joven que el Papa y que Castro»,
terció ayer el interesado, siempre bronco.
   Las últimas
encuestas dan un 10% de voto al FN en las presidenciales de 2007. Teniendo
en cuenta que la dureza del candidato conservador, Nicolas Sarkozy, resta
votos a Le Pen, y que al FN le ha salido un competidor en la figura de
Philippe de Villiers, se trata de un vaticinio más que halagüeño para el
caudillo populista. Sus resultados siempre superan las previsiones,
lastradas por la cantidad de gente que niega votar a la extrema derecha
pero lo hace.
   Si los socialistas y la UMP (centroderecha) se dividen
ambos en dos candidaturas, no es descabellado imaginar a Le Pen de nuevo
en el segundo turno. Aunque nunca podrá vencer, pues los votos se
desplazarán en masa, como ya ocurrió con Chirac en 2002, hacia su rival.
Quizás el dirigente ultra haya olvidado que, según la leyenda, el ideal
liberador de Don Diego de la Vega surgió mientras estudiaba en la
Barcelona de principios del XIX. A la vista de la Francia napoleónica…
   

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