LA RUTA

Treinta inmigrantes hacen escala en Termibus

El Correo, Treinta inmigrantes hacen escala en Termibus, 21-06-2018

Ayer fue el Día Mundial de los Refugiados y el alcalde Aburto firmó un manifiesto europeo que reivindica el papel de las ciudades a la hora de enfrentar el problema de la inmigración y el asilo. Desde luego, no podrá decirse que el manifiesto no es oportuno. Solo unas horas antes de la firma del alcalde, apareció en Termibus un grupo de personas que mostraba una mezcla de desorientación y desconfianza que ya nos resulta familiar. Eran alrededor de treinta, algunos de ellos naturales al parecer de Guinea Conakri. Habían llegado a Bilbao desde Tarifa. Su intención era continuar viaje hacia Francia.

Estas personas fueron pronto asistidas por la Cruz Roja. No se vivieron las escenas de confusión de la víspera en la estación de autobuses de San Sebastián, adonde llegaron cuarenta y seis emigrantes procedentes de Almería. El buen tiempo multiplica las pateras en el Mediterráneo y el aumento del flujo migratorio, junto al debate social provocado por el ‘Aquarius’, hace más visibles las rutas que siguen quienes huyen de la miseria o del peligro, frecuentemente de ambas cosas a la vez. Esas rutas pueden ser más o menos clandestinas y estar más o menos vigiladas, pero son también irrefrenables. Las personas que llegaron ayer a Termibus no se mostraban especialmente confiadas, pero alguno llegó a explicar que tenía familiares en Francia. Es fácil suponer que el resto buscaría allí la ventaja de la cercanía con el idioma. Guinea fue una colonia francesa hasta 1958. Hoy es uno de los diez países más pobres del planeta. Dispone de importantes recursos naturales, pero tiene aún más corrupción, violencia étnica e inestabilidad política. Su renta per cápita es la quincuagésima parte de la nuestra. Su esperanza de vida no llega a los sesenta años. La tasa de alfabetización no alcanza al 30% de la población. Podríamos seguir y completar el informe cruel de cualquier país pobre de África. Si el sur de la Península es para muchos africanos la puerta de Europa, la ruta hacia Francia o Alemania pasa también, ya lo vemos, por Termibus. El trampolín para iniciar ese viaje es una embarcación hecha con maderas. El precio a pagar es alto: las mafias cobran en metálico; el mar, en vidas humanas. A Europa le toca decidir si va a reaccionar ante esa extorsión: elegir entre la dignidad, y sus problemas, o el simple oprobio.

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