Lloros infantiles contra Trump

Un vídeo que recoge la congoja de los pequeños inmigrantes al ser separados de sus padres ha avivado el rechazo a esta medida, vista con desagrado por todas las ex primeras damas, políticos de distinto signo, la ONU y hasta por la propia Melania Trump

El Correo, M. GALLEGO, 21-06-2018

La tormenta que ha desatado la política de separación de padres e hijos en la frontera engulló ayer al Gobierno de Trump, que reaccionó al ataque, como mejor sabe, armado de mentiras. El presidente de EE UU acusó a los demócratas de la dinámica que su propio fiscal general anunció el 7 de mayo. Desde ese día, cerca de 2.000 niños han sido separados de sus familias por la fuerza, lo que ha generado una colosal polémica, avivada ahora por un vídeo que se ha hecho viral sobre los llantos de los pequeños inmigrantes.

La indignación que han generado los testimonios de congresistas que han visitado a las madres dolientes culminó ayer con la voz serena de la exprimera dama Laura Bush, a la que los estadounidenses no están acostumbrados a oír hablar de política. Solo que, como dijo ayer mismo Hillary Clinton, no hace falta ser padre o haber tenido alguna vez un niño en brazos para dolerse. «Cualquier ser humano con un mínimo de compasión y decencia debería estar indignado», reclamó la excandidata presidencial demócrata.

Las historias de horror que escapan de los centros de detención no tienen fin. Madres a las que les arrebataron sus bebés por la fuerza mientras les daban el pecho. Padres que se han colgado en su celda, impotentes por haber perdido a sus hijos después de mantenerlos a salvo durante la peligrosa travesía por todo México y Centroamérica. Madres que les dejaron ir para que les dieran un baño, pero no volvieron a verlos ni después de ser deportadas. El drama es dantesco. «Espantoso», en palabras de Clinton. «Inmoral», en las de Bush.

«Una auténtica crueldad»
La voz de Clinton era necesaria, sobre todo en el descabellado momento en el que el presidente de la posverdad culpa de esta crueldad a una supuesta ley de los demócratas que no existe, como puntualizó la ex primera dama, pero no pudo competir con el impacto de su sucesora. Es Laura Bush quien se ha alzado como la voz de la conciencia dentro de su propio partido, un día después de que las arbitrarias detenciones salpicaran el Día del Padre en EE UU con historias para no dormir. Con el peso de hablar desde un Estado fronterizo que desea ver reforzado, la exposa de George W. Bush, madre y abuela, se ubicó entre los «millones» de estadounidenses que ven con horror las imágenes de niños separados de sus padres. «Una auténtica crueldad», escribió en una columna de opinión publicada en ‘The Washington Post’, el periódico más combativo de la era Trump. «Me rompe el corazón», confesó.

En su búsqueda de excusas, mentiras y desmentidos, el Gobierno ha llegado a apoyarse en la Biblia para aplicar estas políticas. Algo que el sacerdote jesuita James Martin, director de la revista católica ‘America Magazine’, considera «demente».

Al mandatario no le importa. Con esta ola de clamor intenta forzar a la oposición a aceptar una reforma migratoria que le aporte fondos para construir el muro que ha prometido a sus bases. Los demócratas se niegan a aceptar cualquier ley que deje fuera a los 700.000 jóvenes conocidos como «soñadores» a los que Barack Obama ofreció una residencia legal, anulada por Trump. Sin retroceder un paso, el presidente, que hoy se reunirá con los legisladores, juró ayer que bajo su mandado «EE UU no será un campamento de inmigrantes ni instalaciones para refugiados».

Llantos infantiles, ironías policiales
La polémica se acrecentó este lunes después de que el portal Propublica difundiese una grabación de sonido en la que se escuchan a varios niños llamar a voces a sus padres, ante la indiferencia de unos agentes fronterizos que incluso llegan a ironizar con la «orquesta» de gritos. Una niña salvadoreña de seis años implora que alguien la lleve al menos con su tía y explica que se sabe de memoria su número de teléfono.

«Estados Unidos no será un campo de migrantes y no habrá instalaciones para tener a refugiados»,ha sido la respuesta de Trump a la polémica, durante el encuentro en la Casa Blanca en el que anunció este lunes la creación de una nueva fuerza espacial. «No bajo mi mando», apostilló el presidente, que por ahora no ha dado muestras de cambiar su dura política. Trump también advirtió el lunes en Twitter de que «los niños están siendo utilizados por algunos de los peores criminales del mundo como un medio para entrar» en Estados Unidos. Así, aludió a unas cifras de delincuencia «histórica» al otro lado de la frontera y subrayó: «Esto no va a ocurrir en Estados Unidos». La secretaria de Seguridad Interior, Kirstjen Nielsen, insistió ayer en que la Administración «no se va a disculpar por hacer su trabajo». «No podemos fingir que todos los que vienen a este país como una familia lo son de verdad», alegó.

Sin embargo, solo parte del Partido Republicano parece entender la «tolerancia cero» con los niños e incluso la primera dama, Melania Trump, reconoció en un simbólico comunicado que «odia» ver cómo las familias son separadas.

La primera dama de Estados Unidos, Melania Trump, ha expresado este domingo su rechazo a la política oficial migratoria estadounidense al criticar la separación de los hijos menores de edad de los inmigrantes que cruzan ilegalmente la frontera. «La señora Trump odia ver a los hijos separados de sus familias y espera que ambas partes puedan unirse para lograr una reforma de la inmigración exitosa. Cree que debemos ser un país que cumpla todas las leyes, pero también un país que se gobierne con corazón», ha afirmado la portavoz de Melania Trump, Stephanie Grisham, en declaraciones al portal político The Hill. También se han posicionado en contra el resto de primeras damas vivas Rosalynn Carter, Hillary Clinton, Laura Bush y Michelle Obama, en una unidad sin precedentes.

Los ecos de esta polémica han llegado a la ONU, cuyo secretario general, António Guterres, ha abogado por preservar la unidad familiar y por no «traumatizar» a los niños. «Los refugiados y los migrantes siempre deberían ser tratados con respeto y dignidad y de acuerdo con el Derecho Internacional existente», ha añadido. El Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Zeid Raad al Hussein, también ha cuestionado una práctica que implica un «abuso» contra la infancia y que, en su opinión, puede provocar «daños irreparables» y de por vida para los menores afectados. Para Zeid, es «inconcebible» que un país «busque disuadir a los padres infligiendo un abuso así sobre los niños».

Críticas desde distintos frentes
La directora ejecutiva del Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), Henrietta Fore
ha subrayado que los menores «deben ser protegidos» y «tienen que estar con sus familias». «Hay formas efectivas de garantizar el orden y el control soberano de las fronteras sin someter a las familias al trauma psicológico de la separación entre padres e hijos».
Las asociaciones de médicos o los obispos de Estados Unidos
también se han pronunciado en contra de una práctica que la Unión Americana para las Libertades Civiles (ACLU) ha tachado de «cruel» y que ha recibido la condena unánime de las organizaciones internacionales defensoras de los Derechos Humanos, en la medida en que todas ellas creen que no se está teniendo en cuenta el interés último de los menores.
Amnistía Internacional
«Es una política espectacularmente cruel, en la que niños asustados se ven arrancados de los brazos de sus padres y llevados a centros de detención saturados que son, de hecho, jaulas», ha lamentado la directora para las Américas de Amnistía Internacional, Erika Guevara-Rosas. En su opinión, «no dista mucho de la tortura».
Human Rights Watch
se ha sumado a las críticas contra el uso de los niños con fines políticos, como «táctica de negociación» para conseguir la reforma migratoria que Trump reclama en el Congreso. Un responsable de la ONG, Michael Garcia Bochenek, ha recordado que «tres días solo es mucho tiempo para un niño» y ha contado el caso de un pequeño de cinco años con el que él mismo coincidió: «Llevaba casi un día sentado en una zona de jaulas con niños mayores a los que no conocía; nadie le dijo dónde estaba su madre o qué le pasaría a él».
El Gobierno de El Salvador
ha expresado su «preocupación» por las medidas en la frontera sur de Estados Unidos, que exponen a los niños «a condiciones sumamente adversas que seguramente tendrán consecuencias en su salud física y desarrollo psicosocial a largo plazo».
El presidente de Honduras, Juan Orlando Hernández
ha manifestado tras reunirse con el secretario de Estado estadounidense, Mike Pompeo, que más de 200 niños migrantes hondureños se encuentran en dicha situación. «Nuestra postura es que no sean separadas las familias».

Texto en la fuente original
(Puede haber caducado)