Expulsar al periférico

La Vanguardia, Francesc-Marc Álvaro, 18-06-2018

Un Congreso y un Senado sin la presencia de partidos nacionalistas catalanes, vascos, gallegos y canarios. Unas Cortes españolas sin eso que en Madrid llaman “los periféricos”, grupos que ahora han tenido su momento de protagonismo al ser indispensables para que prosperara la moción de censura que ha permitido un cambio inesperado en el gobierno español. Expulsar de la política que se hace en Madrid a los soberanistas, nacionalistas y regionalistas de cualquier pelaje, para que todo el juego esté en manos de los partidos que muchos denominan “nacionales” y que son los que se presentan en el conjunto del Estado. Esta ha sido la última propuesta lanzada por Albert Rivera, en su largo tour –supuestamente– hacia el poder.

El líder de Cs quiere que se reforme la ley electoral para que los partidos necesiten un tres por ciento mínimo “del total nacional de votos” para conseguir representación parlamentaria. En su día, UPyD también lanzó una propuesta peculiar para cerrar el paso a las formaciones de ámbito exclusivamente autonómico. Como ha señalado el profesor Lluís Orriols, “el sistema electoral ha sido proporcional con los nacionalistas: su porcentaje de escaños ha sido similar a su porcentaje de votos”. El sistema que se creó en la transición hace que –remarca Orriols– sea muy difícil, casi imposible, acabar, vía ley electoral, con los partidos “concentrados territorialmente como los nacionalistas catalanes”. No obstante, Rivera vende esta ocurrencia, dentro de su discurso para intentar deslegitimar al Ejecutivo de Pedro Sánchez.

Tras el éxito de la moción de censura contra Rajoy, Cs ha quedado en fuera de juego y enganchado a un PP en caída libre. El guion inicial de Rivera ya no sirve. Sus estrategas echan mano de algo que está en la naturaleza del partido naranja: la demonización sistemática de todo lo que consideran contrario a “la España una”. Como hijo ideológico de la FAES de Aznar, el líder de Cs hace un refrito de mensajes cocinados hace tiempo. Por ejemplo, en el prólogo de un libro de FAES del 2001 (en plena mayoría absoluta aznariana), el historiador García de Cortázar escribió esto: “Y levantada sobre los principios de validez universal de la democracia, el pluralismo político y la justicia social, la nación española refundada manifiesta su superioridad moral sobre la concepción étnica y tribal de los nacionalismos, cuyos criterios nacionalizadores de raza, idioma o ámbito geográfico su­ponen una visión regresiva del individuo y carecen de la grandeza ética de los principios constitucionales”. ¿Supremacismo? Muy pronto se olvidó el PP de que había llegado a la Moncloa en 1996 gracias a CiU y al PNV.

El periodista Gaziel llamó “expulsionismo” a la doctrina que emite Rivera. Según el director de La Vanguardia durante la Segunda República, el expulsionismo justifica y alienta el separatismo. Es bueno y muy pedagógico que el extremismo incendiario de Cs aparezca en público tal y como es de veras.

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