Siete años de cárcel por prostituir a una menor en Castellón bajo la amenaza de hacerle vudú

La condenada convenció a la joven para desplazarse desde Nigeria prometiéndole un trabajo como empleada doméstica y el pago del viaje

El País, María Pitarch, 23-04-2018

La Sección Segunda de la Audiencia Provincial de Castellón ha condenado a siete años de cárcel a una mujer por prostituir durante cuatro años a una menor a la que engañó para viajar desde Nigeria a España prometiéndole un trabajo como empleada doméstica y a la que amenazó con hacerle vudú y causarle daño a su familia si no accedía a su órdenes. La sala le imputa un delito contra los derechos de ciudadanos extranjeros, por el que le impone un año de prisión, y un delito relativo a la prostitución “en forma de determinación violenta o intimidante a menor de edad”, con una pena de seis años de cárcel. El fiscal pedía por estos hechos nueve años de condena. La mujer deberá indemnizar a la víctima con 50.000 euros por daños morales.

El Tribunal Superior de Justicia de la Comunidad Valenciana ha hecho pública la sentencia tras el juicio celebrado a lo largo de varias sesiones el pasado mes de marzo. El fallo absuelve a la mujer de un delito de trata de seres humanos, el mismo del que exime a su marido, absuelto también de otros dos: inmigración ilegal y prostitución coactiva.

El auto considera probado que la procesada, con residencia regular en España, contactó en su país de origen, Nigeria, “en fecha indeterminada pero anterior a febrero de 2010” con la menor, que entonces tenía 17 años. Se ganó su confianza y la de su madre, y logró convencerlas para que la joven se trasladara a España, con los costes del viaje cubiertos, para trabajar para su familia como empleada doméstica con el objetivo de “prosperar”. La menor y su madre aceptaron la propuesta “debido a la precariedad económica y ante la perspectiva de una mejora de vida”, señala sentencia.

Siguiendo las instrucciones de la procesada, la niña se trasladó sola a la ciudad nigeriana de Lagos, donde un hombre le facilitó un pasaporte falso en el que constaba que era mayor de edad, y tras una parada en Italia viajó en coche hasta Castellón acompañada por la ahora condenada. Una vez en la ciudad, la mujer la alojó en la casa que habitaba con su marido, también procesado, y los cuatro hijos de la pareja. Fue allí donde la procesada desveló a la joven que había acumulado una deuda de 50.000 euros por la documentación facilitada y el viaje, que abonaría ejerciendo la prostitución y no como empleada doméstica. Al negarse, la menor fue encerrada en una de las habitaciones de la vivienda, alimentada durante meses con restos de comida y maltratada “con golpes con cinturón y zarandeos de la cabeza”. Para que la niña se “plegara al ejercicio de la prostitución”, la condenada cogió pelos y trozos de uña de la joven, “haciéndole ver que los emplearía para hacer vudú” y amenazándola con causar daño a su familia en Nigeria.

Tras varios meses encerrada y sufriendo maltrato, la menor accedió a los deseos de la procesada y empezó en la prostitución en la zona del Caminàs de Castellón, con la obligación de pagar a la ahora condenada 1.500 euros semanales. Tras varios años obligada a ejercer la prostitución al no poder satisfacer esta cantidad y “bajo el temor de que la procesada podría causarle algún daño a ella o a su familia, bien por el vudú o directamente cumpliendo las amenazas por encargo”, la joven acabó entregando alrededor de 20.000 euros. La mujer le exigió entonces 30.000 euros más, y en abril de 2014 decidió escaparse pidiendo auxilio a un cliente, que le proporcionó durante unos días alojamiento y dinero.

La falta de apoyos llevó a la joven a regresar poco después a la misma zona para seguir como prostituta hasta que decidió denunciar los hechos. La procesada fue detenida el 30 de abril de 2014 con 3.600 euros en metálico y varias cartillas bancarias. En el registro domiciliario se hallaron varias bolsas de plástico con restos de uñas, pelos y una braga manchada de sangre, junto a nombres y fotografías de chicas. Durante el juicio el matrimonio procesado negó la práctica de vudú.

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