El zoo humano
Las grandes ciudades de Europa y EEUU tuvieron hasta mediados del siglo XX atracciones donde se exhibían a indígenas de las colonias como animales
El Correo, , 20-04-2018Un centenar de pacíficos campesinos canacos viajó en 1931 desde Nueva Caledonia hasta París para participar en la Exposición Colonial Internacional. Les habían prometido una plácida estancia en la ciudad, así como la posibilidad de hacer turismo, pero nada más desembarcar les llevaron al Jardín de Aclimatación, donde en una réplica de poblado les exhibieron como «caníbales» y obligaron a las mujeres a bailar semidesnudas, algo que nunca harían en su tierra. Entre los isleños había dos tatarabuelos de Christian Karembeu. El astro del fútbol francés siempre se ha negado a cantar La Marsellesa por el trato sufrido por sus antepasados.
«Algunos materiales de nuestros archivos son estremecedores, como un reportaje de 1916 sobre Australia. Bajo las fotos de dos aborígenes, el pie dice: ‘Negros de Australia meridional: estos salvajes ocupan los últimos puestos en inteligencia de todos los seres humanos’», recordaba el lunes Susan Goldberg, directora de ‘National Geographic’, en un duro editorial. Con motivo de la publicación de un número dedicado a la raza, la revista había pedido a John Edwin Mason, profesor de Historia de África en la Universidad de Virginia, que buceara en sus archivos, y el investigador se había topado con el prisma racista a través del cual los estadounidenses vieron el mundo durante décadas.
El dato
España
ElRetiro acogió una muestra de indígenas filipinos en 1887, y el último zoo humano de Barcelona cerró en 1925
El académico, indica Goldberg, descubrió que hasta los años 60 ‘National Geographic’ «no prestaba la menor atención a la población no blanca que residía en Estados Unidos, a la que rara vez mencionaba como no fuese en calidad de obreros o trabajadores domésticos. Mientras tanto presentaba a los ‘nativos’ de otros lugares como personajes exóticos, el cazador feliz –con frecuencia desnudo–, el noble salvaje: todos los tópicos de rigor». La revista «apenas movió un dedo para llevar a sus lectores más allá de los estereotipos arraigados en la cultura blanca de EE UU. Los estadounidenses obtenían su visión del mundo de las películas de Tarzán y de burdas caricaturas racistas», advierte Mason, quien recuerda que la revista nació en pleno auge del colonialismo.
Semihumanos
El mundo era muy diferente en 1888, cuando se publicó el primer número de ‘National Geographic’. Entonces, mucha gente creía que había humanos y semihumanos. Los primeros eran los seres civilizados de las potencias coloniales; los segundos, los salvajes de las colonias. Desde la década de 1870 hasta mediados del siglo XX, ciudades como Nueva York, París, Londres, Milán, Bruselas, Madrid y Barcelona contaron con zoos humanos, lugares donde se mostraba a indígenas como si fueran animales, que atraían a millones de visitantes.
El empresario circense P.T. Barnum puso en EE UU en la década de 1860 la base de las exposiciones etnológicas –como también se denominaban estas atracciones– con sus exhibiciones de ‘monstruos’ como los siameses Chang y Eng Bunker, la gigante Anna Swan y William Henry Johnson, un negro microcéfalo que presentaba como el eslabón perdido. Pero el gran impulsor de los zoos humanos fue Carl Hagenbeck, un director de circo alemán que en 1870 montó en Europa una exhibición itinerante de nubios. La primera de muchas.
«No alimenten a los congoleses. Son alimentados», advertía un cartel de una muestra de Bruselas en 1897. Ocho años antes, en la celebración del centenario de la Revolución Francesa, la «libertad, igualdad y fraternidad» no incluía a los 400 africanos del Pueblo Negro, la principal atracción de la Exposición Universal de París. En el Jardín de Aclimatación de la capital francesa, creado originalmente para facilitar la introducción de especies exóticas, se exhibieron entre 1877 y 1912 familias de inuits, nubios, zulúes, bosquimanos, lapones…
El Retiro madrileño acoge en 1887 la Exposición General de Filipinas: incluye una muestra de diferentes pueblos nativos. Tras pasar el archipiélago a dominio estadounidense, indígenas filipinos se exhiben en 1904 en la Exposición Universal de San Luis. En EE UU, se montan en muchas ciudades atracciones con habitantes de sus territorios de ultramar, además de con los nativos americanos, y habrá un pigmeo en la sección de primates del Zoo del Bronx.
El circo de William F. Cody, Buffalo Bill, tiene su poblado indio, que puede verse en 1889 en Barcelona, ciudad donde los zoos humanos funcionan hasta 1925. La bárbara costumbre persiste en el llamado mundo civilizado hasta 1958, cuando en la Exposición Universal de Bruselas puede verse en un corral a niños negros a los que el público da comida como si se tratara de mascotas.
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