Espacios para refugiados rediseñados por ecologistas

Una comunidad de Portugal planea construir un modelo de asentamiento para refugiados ecológicamente sostenible y socialmente más incluyente que la mayoría de los campamentos

El País, SARA-DUANA MEYER, 18-04-2018

Es una soleada mañana de otoño en Portugal, y en la cocina comunitaria, que funciona con energía solar y biogás, acaban de terminar de servir el desayuno. Un grupo de niños juega a la pelota entre las mesas mientras Marcus Dittrich, alemán experto en permacultura y diseño social, toma un té.

Aquí, en el proyecto comunitario Tamera, Dittrich y otros ecologistas y expertos en planificación social tienen previsto establecer una estación de investigación y un centro educativo permanentes para explorar ideas que permitan crear campamentos de refugiados más sensatos desde el punto de vista ecológico y más incluyentes desde el punto de vista social.

“Tenemos que regenerar nuestra relación con la Tierra y nuestra forma de habitar el planeta”, afirma Dittirch. Es miembro de Blueprint Alliance, un grupo de expertos en diseño y planificación ecológicos centrado en la ayuda humanitaria y en la intervención y la colaboración en casos de desastres. En la actualidad, Dittrich trabaja en un modelo de aldea para refugiados que replantea la manera en que se diseñan y montan los asentamientos para personas desplazadas.

“Los campamentos de refugiados son la expresión extrema de lo destructiva que es nuestra relación con el planeta y con otras personas”, señala Dittrich. “Queremos crear un modelo de campamento sostenible que no solo se regenere a sí mismo, sino que sea también más inclusivo y cohesivo desde los puntos de vista cultural y social”.

El campamento modelo, llamado Blueprint 200, se construirá sobre el terreno en Tamera, cerca de Colos, en el sur de Portugal, y proporcionará espacio a unas 200 personas. La fase de diseño de este proyecto, de 330.000 euros, está financiada por una organización sin ánimo de lucro con sede en Suiza. Se prevé terminar la construcción en 2018.

Los campamentos de refugiados son una expresión extrema de lo destructiva que es nuestra relación con el planeta y con otras personas

Según los diseñadores del emplazamiento, el campamento modelo será un lugar para vivir plenamente funcional, compuesto por compartimentos modulares o alojamientos que pueden ampliarse o reducirse con facilidad y adaptarse a las distintas culturas y climas del mundo.

Los diseñadores emplearán el prototipo para experimentar con nuevas tecnologías que permitan una gestión sostenible del agua, así como formas más ecológicas de cocinar, eliminar residuos y generar electricidad. El modelo, afirma Dittrich, se diseñará de manera tal que fomente la interacción social entre los habitantes y al mismo tiempo les permita ser tan autónomos y autosuficientes como sea posible.

“[El proyecto] demuestra un conocimiento de algunos de los elementos clave a los que nos enfrentamos en estos momentos y a los que probablemente nos enfrentaremos cada vez más en los próximos años. El verlo resulta muy prometedor”, afirma Christopher Earney, codirector del Laboratorio para la Innovación que el Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) tiene en Ginebra.

“Como ocurre con cualquier innovación, lo fundamental será recibir opiniones regulares y transparentes de los usuarios del modelo y garantizar que los proyectos de infraestructuras benefician a un grupo más amplio de personas”, remacha.

Dittrich explica que buena parte de su investigación para Blueprint 200 se basa en visitas a campamentos de todo el mundo y en amplias conversaciones con refugiados y personas desplazadas.

“Para proyectar este modelo hemos investigado muchos tipos de campamentos distintos, fijándonos tanto en campos temporales como en asentamientos más permanentes”, prosigue Dittrich. “Hemos encontrado enormes diferencias de calidad y condiciones”.

Ilustración de los sistemas cerrados de Tamera.

Ilustración de los sistemas cerrados de Tamera.
“Algunos de los campamentos, como por ejemplo los de Argelia, existen desde hace 40 años. Es una generación. La gente no quiere vivir allí de manera permanente, pero lo hace. Tiene sentido pensar en construir campamentos que permitan un modo de vida regenerativo”.

Según Dittrich, aunque cada campamento tiene una historia diferente, dependiendo de las circunstancias locales, muy a menudo no cubren las necesidades humanas básicas. Muchos carecen de infraestructuras básicas porque se han construido a toda prisa o porque todos esperaban que la situación fuese temporal, por ejemplo. Otros son lugares de tránsito o asentamientos semipermanentes cuyos pobladores viven en un estado de limbo constante.

A la falta de orden se suma el hecho de que las relaciones en el campamento pueden ser política o socialmente complejas. Eso fomenta el desarrollo de jerarquías sociales, lo que significa que algunos pueden apropiarse de servicios que deberían estar al alcance de todos para obtener beneficios económicos.

Un principio fundamental de Blueprint 200 es asegurarse de que quienes habitan en el campamento y quienes les ayudan se involucren en el mantenimiento de un entorno seguro y ecológicamente sensato en el que vivir. “A menudo hay tensión entre el país anfitrión y la población del campamento. En estas circunstancias, la mejora de las condiciones podría ayudar a ambas partes”, opina Dittrich.

El proyecto Tamera no es el primero que aplica conceptos de diseño social a asentamientos de refugiados.

Uno de los primeros ejemplos se remonta a 2012, cuando el urbanista beninés Anicet Adjahossou colaboró con ACNUR para cambiar radicalmente la disposición de los alojamientos de los refugiados en el campamento de Dollo Ado, en Etiopía. Adjahossou comprendió que la estructura en red de las viviendas del campamento significaba que no había espacios comunitarios útiles, lo cual inhibía las relaciones sociales. Diseñó una nueva zona del campamento en la que las casas estaban dispuestas en forma de U, lo que permitía a las familias vivir en comunidades más parecidas a sus aldeas natales y creaba espacio para un huerto comunitario en la mitad.

También se aprecia un interés cada vez mayor por introducir en los campamentos tecnología de energías renovables. En mayo de 2017, el campamento jordano de Azraq, tras tres años de existencia en los que sus habitantes solo habían tenido acceso esporádico a la electricidad, se convirtió en el primer campamento de refugiados del mundo en surtirse exclusivamente de energía solar.

El campamento modelo proporcionará espacio a unas 200 personas

Dittrich espera que Blueprint 200 sirva para reunir algunas de estas ideas en un espacio, unido a la plataforma de conocimiento digital llamada Living Manual.

“Hay muchísima información dispersa y tecnologías ya disponibles. Lo que falta es la visión holística”, afirma Dittrich. “Queremos crear una plantilla basada en principios de regeneración, que pueda aplicarse a diferentes situaciones en cualquier parte del mundo”.

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