Orbán acelera su persecución contra las ONG financiadas por Soros

El líder húngaro afirma que una amplia mayoría le faculta para legislar contra las entidades que reciban fondos extranjeros, una norma que ya le ha constado un procedimiento de infracción de la UE

El País, MARÍA R. SAHUQUILLO, 12-04-2018

Viktor Orbán ha comenzado a tomar represalias contra sus críticos y contra quien considera enemigos. Y ha empezado por la sociedad civil. El primer ministro ultraconservador húngaro ha anunciado este martes en su primera comparecencia formal tras revalidar su tercer mandato consecutivo que impulsará en el Parlamento la conocida como Ley stop Soros, que atenaza a las ONG que reciben financiación extranjera con una serie de requisitos que pueden impedir su trabajo e incluso forzar su cierre, entidades muchas de ellas que reciben fondos de la fundación del magnate de ideas liberales George Soros, a quien Orbán ha convertido en su enemigo. Una medida por la que la Unión Europea ya abrió un procedimiento de infracción contra Hungría.

Semanas antes de los comicios el líder populista ya anunció “consecuencias morales, políticas y legales” contra aquellos que habían criticado o trataban de socavar a su Ejecutivo. En su primera comparecencia formal pública tras revalidar su tercer mandato consecutivo en las urnas, Orbán ha ignorado el toque de atención de Bruselas y anunció que la gran mayoría obtenida por su partido, Fidesz, le faculta para acelerar sin necesidad de consenso la ley contra las ONG. Es un paso más hacia el control que pretende mantener hacia todos los aspectos de la sociedad húngara y que empezó a construir cuando llegó al poder en 2010, cuando emprendió una serie de reformas legales para acumular más poder.
La norma sobre ONG prevé impuestos extraordinarios del 25% sobre las organizaciones no gubernamentales y dicta que todas las entidades que trabajen en apoyo a los inmigrantes deben someterse a una inspección de las autoridades de seguridad nacional y tendrán que obtener tras ello un permiso del ministro del Interior. Además, necesitarán una inspección fiscal. La “ley contra Soros” prevé también expulsiones para los empleados y colaboradores extranjeros de las organizaciones si aprecia que son un riesgo para Hungría. Para los húngaros que defina así, impone prohibiciones de acercarse a menos de ocho kilómetros de las fronteras.

“Presentamos una serie de leyes en el Parlamento antes de las elecciones para que los húngaros votasen con conocimiento de causa. Así ha sido, así que estimamos tener el apoyo para legislar en consecuencia”, declaró el líder húngaro.“Nuestro apoyo fue claro, es un mandato muy fuerte, si no el más fuerte de los últimos 30 años", aseguró Orbán. “Los húngaros han decidido que son ellos los que deciden con quien conviven”, recalcó en referencia a su discurso contra la inmigración y en defensa de una Hungría blindada y de puertas cada vez más cerradas.

Las ONG, bajo el foco de Orbán desde hace tiempo, han alertado de los efectos de la nueva legislación. “Orbán quiere seguir modelando el país a su gusto y no quiere a nadie que controle sus actuaciones de manera objetiva, nadie que desvele lo que está pasando así que trata de hacer desaparecer a aquellos que, como nosotros, trabajamos de verdad por Hungría”, afirma Delma Dojcsak, una de las directivas de la Unión para las Libertades Civiles de Hungría. Su entidad junto a otras ha llevado la ‘ley Soros’ al Tribunal Europeo de Derechos Humanos y al Constitucional húngaro. Los casos aún no se han resuelto.

“Con esta ley ademas de estigmatizar a la sociedad civil, lo que el Gobierno húngaro pretende es aniquilar, cualquier tipo de voz crítica, a cualquiera que trabaje por la democracia”, coincide Gabor Gyulai, del Comité Helsinki, una ONG que trabaja en el apoyo legal de los asilados y que está en la diana de Orbán por dos razones: trabaja con inmigrantes y recibe fondos de la fundación Soros.

Delma Dojcsak remarca además que la ley contra las ONG copia directamente párrafos de la normativa rusa con la que Vladímir Putin, uno de los referentes de Orbán, persigue a la sociedad civil. El domingo, tras conocerse la victoria, el portavoz del Gobierno, Zoltán Kovács, apuntó que se tomarían medidas para forzar el cierre de las ONG que se involucren en política. Se desconoce todavía el efecto de esa declaración.

El nacionalista Orbán, que ha anunciado que prescindirá de todos sus ministros y formará un Gobierno totalmente nuevo, también ha ignorado las críticas de la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE) que ha asegurado que los comicios no se disputaron en igualdad de condiciones y que el partido del Gobierno jugo con ventaja. Lo hizo, denunciaron, no solo gracias a que las campañas gubernamentales amplificaban su mensaje, también por las reformas legales y el control de la Administración sobre los medios públicos. En una crítica y un tono poco frecuente para un país de a UE, los observadores lamentaron también el tono y los mensajes xenófobos de los comicios que “dificultaron el debate real”. “Gracias por la contribución”, les ha dicho Orbán. Sin más.

El de las ONG es el segundo procedimiento de infracción que Bruselas mantiene abierto contra Budapest. El primero lo inició a consecuencia de otra medida que implica a Soros: una ley educativa que puede forzar el cierre de la prestigiosa Universidad Centroeuropea de Budapest, un centro liberal y financiado por la fundación de Soros. De momento, Orbán ha afirmado que no ha discutido aún el asunto de la Universidad, que el lunes anunció que abriría un nuevo campus en Viena.

La UE observa ahora con atención los primeros gesto de Orbán, que con la victoria ve reforzada su postura contra una mayor integración de la UE y la alianza que ha formado con sus vecinos para defender esa corriente. Bruselas felicitó el lunes por su triunfo, pero con un pequeño aviso sobre el necesario respeto de los “valores” comunes en el seno de la UE.

Otro medio silenciado
Orbán se ha despertado hoy además con una voz critica menos: el diario conservador Magyar Nemzet. El periódico, fundado hace 80 años, es propiedad de Lajos Simkicska, empresario y millonario en otra época amigo y aliado del primer ministro húngaro y hoy uno de sus enemigos. Simkicska, que había apoyado al partido ultraderechista Jobbik en los comicios, ha aludido “razones financieras” para echar el cierre del medio de comunicación.

Sus empresas de comunicación, antes muy lucrativas, están en pérdidas debido a la pérdida de publicidad. El diario no solo ha sido privado de todas las campañas gubernamentales, sino que también han perdido otras. Algo que los más críticos achacan a la desavenencia entre su dueño y el primer ministro húngaro.

El Magyar Nemzet ha publicado en los últimos tiempos varios escándalos de corrupción de Fidesz, el partido del Gobierno e incluso del entorno del presidente. La publicación reveló que la Oficina de lucha contra el fraude de la UE (OLAF) investigaba si una empresa fundada por el yerno de Orbán se benefició de varias licitaciones de alumbrado público financiadas con dinero comunitario.

Tras su llegada al poder, Orbán inició una reforma legal para controlar los medios públicos que ahora se han convertido en una poderosa maquinaria de propaganda del Gobierno. Además, ha maniobrado para que sus aliados y amigos se hagan con numerosos medios privados.

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