La inmigración en EE UU

El Correo, 14-04-2006

Las masivas manifestaciones en Estados Unidos pidiendo que se regule la situación de los inmigrantes ilegales están presionando seriamente al Gobierno de George W. Bush, así como al poder legislativo norteamericano. Más de tres millones de personas, muchas de ellas de origen hispano, han salido a las calles para reclamar medidas que permitan legalizar la situación de casi doce millones de inmigrantes ilegales, con el argumento inapelable de que sin ellos no funcionaría el país. Este episodio tiene lugar envuelto en una paradoja: EE UU es el país occidental con el mejor modelo conocido de integración de la inmigración, un fenómeno social que forma parte de su historia e identidad colectiva y, de hecho, Bush impulsa una nueva ley que facilita los trámites para dar papeles a los inmigrantes ilegales, al mismo tiempo que se compromete en reforzar la seguridad de la frontera con México. Hace unas semanas se había llegado a un pacto en el Senado entre demócratas y republicanos para aprobarla sin enfrentamientos. Sin embargo, la debilidad política del presidente Bush a estas alturas de su segundo mandato es manifiesta y se han rebelado contra su política varios senadores republicanos, con la vista puesta en las elecciones legislativas de noviembre de este año. Esta intransigencia es la que ha despertado enormes protestas sociales, en la mejor tradición norteamericana de lucha por los derechos civiles de los menos protegidos.

El sueño americano es en buena medida el de los inmigrantes de origen hispano, que conforman ya una abigarrada minoría de 40 millones de personas. EE UU es un país cuyo éxito en la economía globalizada se debe en parte a que dispone de una obra de mano barata y flexible y es del todo justo que la inmigración se ordene, que se exija aprender el idioma oficial, pagar impuestos y respetar las leyes; por ello, el Senado norteamericano debe ser capaz de sacar adelante una reforma que afectaría a la mayor minoría del país y al segundo asunto – el primero es la guerra de Irak – que más preocupa a los estadounidenses.

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