Una calle más bonita por dentro de lo que aparenta por fuera

Es una de las zonas de la ciudad donde conviven más nacionalidades. «Y estamos encantados», se escucha decir

La Voz de Galicia, maría hermida , 07-03-2018

La calle Ernesto Caballero, a vista de pájaro, no es especialmente bonita. De plataforma única y sin salida para los vehículos que la enfilen hasta el final, no luce demasiado bella, sobre todo teniendo en cuenta que a las aceras le haría falta un poco de cariño municipal hay un buen número de baldosas rotas y que la calle acaba desembocando en una zona verde singular, donde se combina un espacio cuidado con otro convertido en vertedero de basura y cachivaches. Sin embargo, recorriéndola y sobre todo hablando con los vecinos, el entorno gana puntos. ¿Por qué? Por dos cosas: por el orgullo que muchos sienten del lugar donde viven y por la convivencia de distintas nacionalidades, definida por todos a cuantos se le pregunta como «moi boa».

Ernesto Caballero, que arranca en Loureiro Crespo, empieza con dos negocios clave; un bar y la clásica tienda del barrio. «E que non nolos quiten, senón imos quedando sen nada», dice enseguida una vecina. Y dice bien, porque hay algunos bajos que se nota que otrora tuvieron actividad y que ahora están cerrados a cal y canto. Unos metros más adelante está una carnicería árabe. Detrás del mostrador atiende Mohamed, que llegó de Marruecos hace cuatro años en busca de «una vida un poquito más fácil y con más libertad». Sonríe cuando se le pregunta si encontró esa vida soñada, y dice: «Pues sí. Estoy contento con el negocio, y estoy contento en esta calle, porque nunca sentí el racismo que hay en otros sitios».

También se sintió bien acogida en Ernesto Caballero Elisa. Ella es dominicana, aunque vivió gran parte de su vida en Suiza. Residía antes en Fernando Olmedo y, en busca de un piso más asequible, llegó a Ernesto Caballero. «No me disgusta este lugar, hay alquileres a precios razonables y estás casi al lado del centro de Pontevedra, no tardas nada en llegar andando», cuenta esta joven. Algo más le cuesta llegar a casa a Antonia, que lleva toda la vida residiendo en Ernesto Caballero. Y no debido a que no esté en forma. Antonia se queja de que las baldosas de las aceras están destrozadas y dice que teme caerse: «Hoy todavía tuvieron que poner una placa de hierro encima de la acera porque estaba toda rota. Esto lo provocan los coches y los camiones que se suben continuamente a las aceras, porque la calle fue reparada no hace tantos años, así que no tendría que estar todo tan dañado».

«Siempre hay muebles tirados»

Si las baldosas generan alguna que otra crítica, más quejas hay todavía con el asunto de la basura. Ayer, al lado de los contenedores, había tanto una bolsa de basura tirada como un par de colchones apoyadas en una pared. «Siempre hay muebles tirados, la verdad es que dan una mala imagen, es una pena», indica una vecina. Tampoco falta quien critique que el aparcamiento del final de la calle es un barrizal desordenado. Pero en medio de todas y cada una de las quejas, sale el orgullo: «

Pero é a nosa rúa, e gústanos, claro»

, remacha un joven.

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