Quién lo iba a decir

ABC, 11-04-2006


En los años de la postguerra española el gobierno de Franco adoptó una clara posición populacionista. Los escritos de los «demógrafos» oficiales defendían una intervención directa del Estado para fomentar la natalidad y reducir la emigración a fin de permitir que, en poco tiempo, la población alcanzara la cifra (no explicada) de 40 millones. Sólo así lograríamos reforzar nuestro poder político y económico y lograr el rango de “gran potencia” que (se afirmaba) nos correspondía como un destino inexorable. Era una especie de sueño poblacional que enlazaba con los argumentos populacionistas de los estados totalitarios alemán e italiano. Pese al encendido apostolado natalista, nuestra sociedad no respondió al requerimiento, de tal modo que fueron pasando los años y la ansiada cifra no se hacía realidad. Hasta que por fin en 1999 se rebasó el Rubicón redondo de los 40 millones de residentes.

Ya somos más de 40 millones, lo que no sé es si somos una gran potencia y lo que sí sé es que la superación del listón, no se ha debido especialmente a nuestro propio esfuerzo interno.

Las cifras definitivas del Padrón del 2005 dan una población de algo más de 44 millones, evidenciando una clara reactivación del crecimiento que hace unos años andaba por los suelos. ¿Quién podía pensar hace una década, cuando chapoteábamos en una lacerante bulimia poblacional ,que íbamos a ser el país de mayor crecimiento de la Unión Europea?

Nadie lo podía augurar porque nadie podía imaginar que tendríamos una inmigración tan numerosa que se ha convertido en el motor de nuestro relanzamiento. Vean sino las cifras. Entre 1999 y el año 2005 el país sumó 4,2 millones más de habitantes. Pero de ellos sólo 1,1 millones fueron de españoles. El resto (3,2 millones) fueron extranjeros. Es decir, casi tres cuartas partes del impulso vino de fuera. Y el porcentaje aún sería mayor si descontáramos de “los españoles” los extranjeros que durante este tiempo han adquirido nuestra nacionalidad (en el 2004 había casi 700.000 nacionalizados). Si los pronosticadores de los años 40 se levantaran de su tumba verían con agrado su pronóstico cumplido,pero no darían crédito a sus ojos al comprobar quien lo protagonizó.

Pero ojo, el tónico de la inmigración no ha resuelto nuestros males. Crecemos, pero envejecemos mucho más aprisa y ese es un problema que no va a resolver la inmigración, salvo que tuviera cifras que ni se esperan, ni resultarían razonables.

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