África diseña una «hoja de ruta» común en materia migratoria

ABC, 11-04-2006


TEXTO: LUIS DE VEGA CORRESPONSAL

RABAT. La realidad es mucho más compleja que la llegada de pateras a las costas canarias. La realidad es la de todo un continente convertido en una olla a presión que si no estalla por Marruecos o el Sahara lo hace por Mauritania, o por Senegal, o dentro de sus fronteras. La preocupación por la presión migratoria, esa cruda realidad aunque lleva cocinándose lustros, se ha extendido por todos los países del continente negro y la pasada semana se han reunido en Argelia para diseñar un plan con el que poder hallar soluciones a nivel nacional, continental e intercontinental.

Las cifras son no sólo para tener en cuenta, sino para preocuparse. África cuenta con «cerca de 17 millones de emigrantes dentro del continente», el 2 por ciento de su población. «Si la tendencia actual se mantiene», y no parece que vaya a cambiar a corto plazo, un africano de cada diez será emigrante en 2025. Este es el análisis de la situación planteado por el jefe de la diplomacia argelina, Mohamed Bedjaoui, ante los representantes de cincuenta países africanos. Bajo el paraguas de la Unión Africana (UA), en la que no está presente Marruecos, han diseñado un documento que se puede considerar como la «hoja de ruta» del continente en materia migratoria. «El desarrollo, sobre todo con la ayuda tan prometida por nuestros socios, es la única solución duradera», explicó Abdelkader Messahel, ministro argelino delegado de Asuntos Africanos y Magrebíes, en clara alusión a la UE. Será imposible poner fin a este fenómeno, añadió, «con la única ayuda de medidas restrictivas y unilaterales, sobre todo si se basan en la seguridad».

El aumento de la seguridad en las rutas migratorias que llevan a Europa no está frenando los movimientos de población dentro del continente. Sólo en 2005 las autoridades libias y argelinas enviaron de vuelta a más de 6.600 emigrantes hacia la frontera de Níger en camiones. Según datos de los agentes de fronteras argelinos, este país ha expulsado a 35.000 inmigrantes desde 2002. A pesar de todo, Trípoli y Argel son a menudo objeto de acusaciones por su supuesto laxismo no sólo por parte de países europeos, sino también de vecinos como Marruecos. Rabat, por su parte, sigue poniendo trabas para que se haga efectivo el acuerdo de repatriación que le reclama Bruselas.

Mientras tanto, miles de africanos se seguirán jugando la vida zarpando en barcas desde las costas marroquíes, libias, saharauis, mauritanas o incluso senegalesas. El panorama es desalentador y cada vez son más los ciudadanos que, según el ministro de Asuntos Exteriores argelino, huyen de «la pobreza, el paro, la ausencia de perspectivas de empleo, el éxodo rural así como los conflictos armados, la inestabilidad política y, con mucha frecuencia, de los malos gobiernos». Por todo ello, «este fenómeno, bajo sus formas legales o clandestinas, está cada día más presente y se nos presenta, de manera individual o colectiva, como un desafío de gran envergadura», añadió.

Marruecos y España han organizado una reunión a nivel euro – africano los próximos 10 y 11 de julio en el país magrebí en la que se intentarán diseñar nuevos planes de cooperación orientados a esos países de origen y de tránsito. Pero el Reino alauí abandonó la Unión Africana por el conflicto del Sahara Occidental, por lo que no ha estado presente en la conferencia de esta semana en Argel, en cuya clausura saltaba la sorpresa.

Diferencias entre Argel y Rabat

El Gobierno de Abdelaziz Buteflika, como publicó ABC el viernes, no acudirá a la cita impulsada por Madrid y Rabat porque consideran inútil cualquier intento de solución fuera del marco de la UA. Argelia tiene, por el momento, como única referencia la próxima cita de este organismo en materia migratoria, que permitirá un encuentro a nivel ministerial África – UE, los próximos 5 y 6 de junio en Libia. Una vez más, las diferencias entre Argel y Rabat parecen insalvables.

Además de los necesarios acuerdos con Europa, la reunión de Argelia – que ha contado con observadores de la UE – ha intentado diseñar una «estrategia común» a nivel de las naciones africanas para «hacer frente a los flujos migratorios internos», como explicó Abdelkader Messahel. Así, se realizó un llamamiento a los países para que refuercen «los mecanismos de lucha contra las redes clandestinas que trafican con seres humanos», el desarrollo de mecanismos jurídicos y la conclusión de acuerdos de cooperación «para gestionar la emigración ilegal».

El Magreb, por su cercanía al Viejo Continente, ha sido tradicionalmente lugar de tránsito. Pero países de la región como Argelia o Marruecos son cada vez más territorio de destino por las dificultades que encuentran los emigrantes para seguir camino hacia Europa y porque a menudo encuentran condiciones de vida mejores que las que tienen en sus países de origen.

Miles de africanos se agolpan también de manera irregular en Libia y algo similar ocurre con Mauritania donde, a pesar de ser más pobre que sus vecinos, acaban encontrando acomodo numerosos subsaharianos absorbidos como mano de obra antes de emprender su aventura en cayuco.

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