«No es que no crean en mí. Es que no quieren hacerlo»

Diario Vasco, , 19-02-2018

Kabir Shah tiene 24 años y quiso ser médico. Hace dos huyó de Herat, la ciudad afgana donde vivía con su familia, para no verse obligado a trabajar para los talibanes. Llegó a Chios en una balsa hinchable con capacidad para 35 personas en la que se apilaron 84. Una semana después se acomodó en una tienda de campaña en Atenas, donde malvivió un año. Ahora reside en uno de los edificios que quedaron abandonados por la crisis económica y que se utilizan para dar cobijo a los refugiados. «Yo tenía una vida maravillosa en Afganistán», recuerda Kabir como quien empieza uno de esos relatos que arrancan bien y acaban con puntos suspensivos.

En un castellano perfecto, aprendido en poco menos de un año gracias a las clases que ha recibido en el Instituto Cervantes y a las películas españolas y vídeos que ha visto en YouTube, Kabir se pregunta por qué no le creen cuando repite una y otra vez que su país está en guerra aunque no sea oficial.
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Lo ha intentado explicar muchas veces, pero ha sido en vano. No hay manera de hacerles ver a quienes acaban de negarle el asilo en Grecia que allí de donde viene la vida es más que peligrosa. «El día que rechazaron mi petición me enfadé y les dije que les invitaba a viajar a Afganistán para ver si se querían quedar». Nadie aceptó su oferta.

Mientras aguarda su destino, siempre bajo el miedo de que le hagan volver a Herat, Kabir colabora en Atenas con la ONG Zaporeak. «Hay mucha gente que llega aquí y tiene que dormir muchas noches en la calle hasta que encuentra algún lugar. Nosotros por lo menos les damos comida», explica. Él fue y es uno de ellos. Es uno de esos refugiados que, a falta de esperanza, solo tienen tiempo para gastar. «Ya no sé qué hacer. Llevo dos años pero no me creen», se lamenta antes de formular la misma pregunta que tantos se han hecho: «¿Para qué esperar?»

«No es que no crean en mí, es que no quieren hacerlo, y no sé qué me va a pasar», insiste Kabir. «Mira dice, cuando un montón de gente escapa de un país igual es que allí está pasando algo. Nadie quiere arriesgar su vida para venir aquí. ¿Tan difícil es de creer?».

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