En los últimos tiempos se ha reducido drásticamente el número de matrimonios de conveniencia en la diócesis de Santiago, pero no se ha eliminado y el Arzobispado de Santiago lanza a los curas la advertencia de que tengan cuidado de ver a quién casan. Porque las bodas de este tipo siguen siendo un recurso importante para agenciarse una estancia en el país, pero mucho más vigilado. Así lo indica el canónigo Daniel Lorenzo, presidente del Tribunal Eclesiástico de la diócesis de Santiago.El último Boletín del Arzobispado aún incide en esta cuestión. Refiere que «hay situaciones irregulares que se están produciendo según informaciones provenientes de otras diócesis y las propias experiencias habidas en nuestro Arzobispado de Compostela». Y, a renglón seguido, explica que «se ha detectado la falsificación de certificaciones de bautismo y de testimonios de soltería». Y antes estas circunstancias «procede actuar con extrema cautela». En ese sentido, la Iglesia «admitirá únicamente la documentación matrimonial que venga de Obispado a Obispado».No obstante, «ya es ahora una situación minoritaria», señala Daniel Lorenzo, quien recuerda que en los pasados años se dio mucho más: «Hubo años en que sucedieron numerosos casos». Los protagonistas de estos hechos son fundamentalmente, según el canónigo, de países de Europa del Este e incluso de África. El objetivos es obtener permisos de residencia en España, y en la actualidad las falsificaciones se persiguen en paralelo tanto por las autoridades como por la Iglesia, dada su involucración en estas cuestiones. «Se exige cantidad de documentación y avales para atajar estos problemas», señala Lorenzo, quien recalca que no es suficiente con la que aportan los interesados, sino que se recurre a los canales oficiales.Este refuerzo de la seguridad es un factor esencial en la reducción de los casos de matrimonios de conveniencia en el marco de la vía eclesiástica. En ese sentido, la actuación eclesiástica discurre en paralelo a la administrativa. La publicación del Arzobispado incide en la necesidad de ser cautos en la tramitación de los expedientes matrimoniales «de aquellos inmigrantes que no tengan el domicilio o permanencia estable en la parroquia a la que acuden para casarse». Esta permanencia deberá ser acreditada mediante certificación del censo municipal. Se han constatado casos de inmigrantes «que anduvieron peregrinando de parroquia en parroquia tratando de buscar un sacerdote que fuera comprensivo y menos exigente».