Euroescépticos y ultraderechistas

El periplo de Puigdemont arrasa con la tradición de las posiciones históricas del catalanismo europeista

ABC, ENRIQUE SERBETO, 11-12-2017

La simpatía de los actuales dirigentes flamencos es el principal apoyo en estos momentos de Puigdemont, en especial por lo que respecta a asuntos intendencia y de protección. No es casualidad que se mantenga casi siempre en la región flamenca, a pesar de que no habla ni una palabra de la lengua, porque es allí donde sus protectores tienen la capacidad de poner a su disposición medios discretos para facilitarle esa azarosa vida medio oculta que le permite mantenerse aislado de cualquier encuentro fortuito con algún grupo de turistas, por ejemplo.

Para su fortuna, los dirigentes de la Nueva Alianza Flamenca (N-VA) controlan el ayuntamiento de Amberes (la segunda ciudad del país), el gobierno de la región flamenca y el Ministerio del Interior en el Gobierno federal. Los nacionalistas que apoyan a Puigdemont han aprendido bien la lección al distanciarse del viejo Vlaams Belang (interés flamenco), cuyas referencias abiertamente racistas contra los demás belgas y xenófobas hacia el resto del mundo, los mantienen en un ostracismo permanente.

Muchos de sus votantes se pasaron a la N-VA que comparte su objetivo de la independencia, pero se distancia de sus posiciones más extremistas, aunque siempre sin separarse de la nostalgia histórica del nacionalismo flamenco que vivió su gran momento bajo la ocupación hitleriana.

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En el Parlamento Europeo, la N-VA forma parte del grupo de los euroescépticos con los conservadores británicos y la extrema derecha de media Europa. El único eurodiputado cuya adscripción está directamente vinculada con Puigdemont es Ramón Tremosa, que está en el grupo liberal pero cada vez más aislado y repudiado, sobre todo por sus imprudentes incursiones en las redes sociales.

El Europarlamento

Los dos que tiene ERC Josep Maria Terricabras y Jordi Solé están adscritos al de los Verdes, lo que provoca no pocos dolores de cabeza a los dirigentes mayoritarios del grupo. Unos y otros abusan de la benevolencia del reglamento del Parlamento Europeo y han utilizado todos los resquicios legales para hacer propaganda secesionista dentro y fuera de la Eurocámara.

Fuera de estas argucias, ninguna institución ni responsable oficial de la Unión Europea ha tenido el menor gesto de acercamiento hacia Puigdemont. Ni siquiera a la vista de la impresionante manifestación del día 7. La respuesta aquel día del vicepresidente de la Comisión Frans Timmermans, diciendo que nadie puede saltarse la ley aunque no esté de acuerdo con ella, cerraron otra vez todas las puertas. Los apoyos de Puigdemont en Flandes tienen también sus limitaciones.

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