El Papa elogia «el esfuerzo de Bangladés por socorrer a los refugiados rohingya llegados en masa»

Pide a la comunidad internacional «ayudarles, y socorrer a todos los grupos oprimidos y perseguidos en el mundo»

ABC, JUAN VICENTE BOO, 06-12-2017

En una nueva denuncia del abuso de los generales de Birmania contra la minoría musulmana, el Papa Francisco ha elogiado este miércoles «el esfuerzo de Bangladés por socorrer a los refugiados rohingya llegados en masa a su territorio, donde la densidad de población es ya entre las más altas del mundo».

Durante la audiencia general con varios miles de peregrinos celebrada en el Aula Pablo VI debido al intenso frío, el Santo Padre ha manifestado que en su viaje de la semana pasada a Birmania y Bangladés «me ha conmovido mucho mi encuentro con los refugiados rohingya, y les he pedido que nos perdonen por nuestras omisiones y nuestro silencio».

En realidad, el Papa es el único líder mundial que lleva tres años denunciando la matanza y expulsión de los rohingya, y que ha pedido a las autoridades militares y civiles de Birmania, respeto a todas las minorías de la nación.

En su encuentro con un grupo de refugiados en Dacca el pasado viernes, Francisco sorprendió a todos los observadores pidiéndoles perdón en público «en nombre de quienes os han perseguido y por la indiferencia del mundo».

Tensiones nucleares

Es decir, por los crímenes del «hombre fuerte» de Birmania, el general Min Aung Hlaing, comandante en jefe del ejército, y por una indiferencia en la que él nunca ha caído sino todo lo contrario.

En el saludo a los peregrinos de lengua árabe, el Papa ha reiterado un llamamiento a favor de los rohingya, «pidiendo a la comunidad internacional ayudarles, y socorrer a todos los grupos oprimidos y perseguidos en el mundo».

Comentando su viaje a Birmania y Bangladés, Francisco se ha referido implícitamente a las tensiones nucleares afirmando que «el futuro de Asia no será de quien construye armas sino de quien siembre fraternidad».

Ha destacado también el clima de amistad en los encuentros interreligiosos con budistas y musulmanes, así como la generosa acogida de las Misioneras de la Caridad a los enfermos, huérfanos y abandonados de Dacca. Las hijas de Madre Teresa, «tienen siempre la sonrisa en los labios. ¡Se lo agradezco tanto!».

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