Interior convoca a la embajadora de Argelia tras la oleada de pateras

España pedirá que refuerce el escaso control de sus más de mil kilómetros de frontera

ABC, Cruz Morcillo , 21-11-2017

El ministro del Interior, Juan Ignacio Zoido, se reunirá a comienzos de esta semana (aún no se ha concretado día) con la embajadora de Argelia en España, Taous Feroukhi, tras la «avalancha alarmante de pateras» que están llegando a las costas españolas, más de medio millar a Cartagena en solo 24 horas. Zoido pedirá a la representante del Gobierno argelino que su país refuerce el control fronterizo de sus mil kilómetros de costa para evitar estas salidas coordinadas de inmigrantes irregulares y los dramas humanos en los que desembocan, según confirmaron a ABC fuentes de Interior.

La avalancha es de las mayores que se han producido, pero no es la única en las últimas semanas. Entre el 26 de octubre y el 3 de noviembre llegaron a Almería y Murcia otros 600 argelinos, según las fuentes consultadas por ABC. Esos datos significan que el país norteafricano no está controlando las salidas de pateras. «La relación con Argelia es mejorable y fluctúa según la que tenga España en ese momento con Marruecos», según fuentes policiales. La avalancha de barcazas en estas fechas es insólita y se atribuye, en parte, al buen tiempo y la buena mar que favorece las travesías de menos de 200 kilómetros en embarcaciones en las que suelen viajar entre diez y doce varones. Cada uno paga unos 600 euros por un viaje que comienza en torno a las dos de la madrugada y acaba a las siete o las ocho de la mañana.

Cumple el patrón

«Casi todos son interceptados y rescatados en alta mar por Salvamento Marítimo o la Guardia Civil, pero un número pequeño se hunde –eso está comprobado–, y otra parte, también mínima, logran burlar la vigilancia y llegar a la costa; lo sabemos porque se encuentran embarcaciones abandonadas», señalan fuentes policiales.

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La oleada de este fin de semana en Murcia cumple el patrón ya descrito: se detectaron 49 pateras, de las que 41 fueron interceptadas en alta mar mientras que otras tres llegaron a las costas, concretamente a Cabo de Palos. «Es insólito, de hecho la operación Índalo acabó en septiembre». Se trata del dispositivo de la Agencia europea de Control de Fronteras Exteriores (Frontex), desplegado cada verano para el control del litoral sur de la Península, de Algeciras a Murcia, que encabeza la Guardia Civil y en el que colabora Policía Nacional y otros países europeos con medios y personal .

«Argelia no vigila sus costas porque considera que sus ciudadanos no tienen motivos para abandonar el país por una vía no legal debido a la riqueza del petróleo. Es una forma de no ver el problema, pero sabemos que salen y muchos», resumen las fuentes consultadas. El objetivo de esos varones de entre 18 y 25 años que pagan por subirse a una patera es llegar a la ciudad francesa de Marsella, pero antes los efectos de esa inmigración irregular los padece España.

Para no reconocer esa fuga de ciudadanos, los consulados argelinos de Alicante y Barcelona pocas veces documentan a sus nacionales y sin identificarlos no se les puede expulsar. La solución entonces es ingresarlos en un Centro de Internamiento de Extranjeros (CIE) desde donde quedarán en libertad, si no se produce esa identificación. La otra opción es dejarlos en libertad directamente como ocurrió hace quince días en Murcia (ochenta), lo que causó un claro efecto llamada, según las autoridades murcianas.

En caso de que se les logre identificar, la expulsión de argelinos entraña otra dificultad. El convenio suscrito con este país solo admite que los inmigrantes sean repatriados en barco, no en avión, de forma que las plazas que se pueden ocupar en el ferri que parte de Alicante son escasas (quince o veinte personas por barco, custodiadas por policías nacionales en una zona especial). Algunos cuando saben que los van a expulsar, organizan motines en los CIE para tener una causa judicial abierta y paralizar la repatriación.

«El efecto llamada es brutal», advierten fuentes policiales. «Saben que se expulsa a muy pocos, que el viaje no es excesivamente duro y los van a rescatar en cuanto divisen la patera». Para eludir el control del SIVE (Sistema Integral de Vigilancia) se desvían hacia el este, en una especie de parábola, lo que ha provocado que este verano llegaran algunas embarcaciones a Baleares. Almería y Murcia son el principal objetivo. Menos de 200 kilómetros de agua y una nueva vida.

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