Grupos violentos en Zaragoza

ABC, 05-04-2006


Es cierto, como sostiene el delegado del Gobierno en Aragón, que la sucesión en el tiempo de dos ataques violentos por parte de grupos que emplean como excusa una supuesta ideología nazi o racista no implica que haya una estructura organizada que amenace de forma generalizada la seguridad de los zaragozanos. Y seguramente ninguno de los detenidos sea capaz de ir más allá de dos o tres clichés simplones para dar explicaciones de su comportamiento.

Pero no por ello deja de resultar preocupante que puedan proliferar este tipo de individuos que se divierten a base de estampar una tapa de alcantarilla en la cabeza del prójimo.

Con razón, los vecinos de las zonas donde se han producido estos episodios han salido el pasado fin de semana a la calle a expresar su indignación y a pedir contundencia con los detenidos. Porque, si bien la actuación policial ha sido diligente, causaría estupor que los autores de estos actos brutales puedan quedar sin el castigo que merecen.

Llegar a las razones últimas de por qué se produce un desprecio tal de la libertad del prójimo y una exaltación de la violencia como guía del comportamiento puede que sea más propio de un estudio sociológico, aunque el sistema educativo y el vaciamiento general de los principios pueda que tenga algo que ver con todo esto.

En cualquier caso, los hechos deben llevar a reflexionar para evitar que se multipliquen en el futuro. En un país como el nuestro, en el que el número de inmigrantes ha crecido de forma vertiginosa en los últimos años, es necesario permanecer vigilantes para que no se extiendan los comportamientos xenófobos o racistas.

La relativa prosperidad que vive España contribuye a que la convivencia con los recién llegados sea más o menos pacífica, pero a nadie se le escapa que un viraje en la tendencia económica, que les hiciera directamente competidores en la búsqueda de trabajo, podría hacer saltar más de una chispa.

Zaragoza es una modélica tierra de acogida, tanto para gentes de otras zonas de España como para los que vienen de más allá de las fronteras estatales. Para que siga siéndolo, es necesario atajar los brotes violentos, dando seguridad a los vecinos. Sin causar alarma, pero sin restar ni un ápice de la gravedad que tienen.


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