HOJEANDO / ZAPEANDO

El suceso, arte en extinción

El Mundo, 04-04-2006

Un manual de periodismo poco podrá objetar al inicio de la información de El País sobre la tremenda matanza de Alzira: «El ataque de una familia, cuyos miembros se vengaron a tiros de otra, dejó ayer en Alzira (Valencia) cuatro muertos y cinco heridos. El origen del enfrentamiento fue la disputa por la custodia de una menor, hija de una pareja de adolescentes». La entradilla señala bien, sí, los elementos fundamentales de la información. Pero uno echa algo de menos: la vibración literaria y humana que debería transmitir una noticia sobre un drama tan truculento. Y también una información más completa.

En EL MUNDO encontrábamos algo mejor y algo peor: «Cuatro personas fallecieron ayer y dos resultaron heridas de gravedad en una reyerta entre dos clanes de etnia gitana – los kunfú y los mantequilla – en la localidad valenciana de Alzira». Lo mejor: el elemento de lucha de clanes, de pugna mafiosa que se introduce con esos dos nombres pintorescos; lo peor, la inmediata introducción del elemento étnico, que sin duda no habría aparecido si se tratase de payos, y contra cuya inclusión advierte específicamente el Libro de Estilo de este periódico, recordando que estas descripciones por origen étnico, nacional o religioso no hacen sino fomentar los estereotipos y, a fin de cuentas, el racismo. Sólo cuando esa descripción sea imprescindible para entender una noticia debe incluirse, y no es el caso. (En exactamente lo mismo incurre, un párrafo más adelante, la información de El País).


Quitando esa polémica por la caracterización racial, lo que llama la atención de este suceso y de otros de similar magnitud es la frialdad objetiva de los textos que se les dedican: hoy se escribe igual de política, de ciencia, de finanzas y de sucesos en los periódicos; la vibración y el colorido ya sólo se refugian en las páginas deportivas, y gracias. También choca que se profundice tan poco en todo lo que se adivina tras el tremebundo asalto con múltiples armas de fuego. Como decía en la Cope uno de los últimos periodistas especializados en sucesos, Francisco Pérez Abellán, una pugna por custodia de un niño no suele ser más que la espoleta en un enfrentamiento prolongado y feroz entre bandas delictivas.


No es cuestión de ponerse a añorar las sangrientas portadas de El Caso, pero la pérdida de capacidad – periodística y literaria – para introducir el elemento humano en historias que son abrumadoramente humanas sí que supone un paso atrás, que contribuye a hacer más plúmbea aún nuestra prensa escrita.


Con todo, El País se mostraba más tenaz que EL MUNDO en su persecución de las claves de Alzira, y el domingo – mejor tarde que nunca – y bajo el titular de Muerte por controlar Alzira, introducía al fin muchos de esos elementos que se echaban en falta. Y desde la primera línea: «’Una miajica de aquí, una miajica de allá, todo se junta y la cosa explotó’, comenta alguien que conoce el ambiente de las familias». Por cierto: los mantequilla son ahora los manigua. Vayan a saber…

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